Corazón ignaciano para levantar Haití

Colegios jesuitas de América Latina impulsan una red de ayuda

Ignacianos por Haití

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA. Fotos: IGNACIANOS POR HAITÍ | Si una idea es poderosa, la voluntad firme por conseguirla puede ser garantía de éxito. Pero, si a esa idea y a esa voluntad se unen muchas manos, su caminar es ya insuperable. Algo así se plasmó en 2008, cuando, con motivo de la 35ª congregación general de la Compañía de Jesús, se impulsó el trabajo en red para las numerosas y diversas instituciones jesuitas repartidas por todo el mundo.

Apenas dos años después, la Federación Latinoamericana y del Caribe de Colegios Jesuitas e Ignacianos (FLACSI) concretó ese afán en su contexto y marcó un reto común para todos sus centros. No fue difícil. Haití, el país más pobre de toda América, acababa de sufrir ese 12 de enero de 2010 el brutal impacto de un terremoto que, literalmente, echó el país abajo. Fue así como nació un movimiento que, desde y para el fomento de la educación, pronto fue bautizado como Ignacianos por Haití.

Siguiendo el espíritu de trabajo en red, desde la FLACSI se involucró al conjunto de sus centros educativos. Lo cual no es poco, pues en total suponen 130.000 alumnos y casi 10.000 docentes, repartidos en 94 colegios de hasta 19 países del continente.

Con la perspectiva que da el acercarse al fin del programa, ya en el último de los tres años, sus responsables se felicitan por haber llegado ya a un total de 5.000 niños haitianos, a los que se les está posibilitando el hecho real de poder crecer en autonomía, para hoy y para el resto de su vida.

Johanna Ríos, directora de Campaña de Ignacianos por Haití, agradece cómo se vuelcan todos desde los centros: “Se está consiguiendo que conozcan de cerca la realidad de Haití, se sientan identificados con los haitianos y se comprometan en un ejercicio de solidaridad y responsabilidad social que convoca a toda la comunidad educativa”.

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En el nº 2.863 de Vida Nueva

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