Francisco se adentra en el Atrio de los Gentiles

Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano

Testimonia el diálogo con los no creyentes en una carta en ‘La Repubblica’

carta del papa Francisco al director de La Repubblica 11 septiembre 2013

Portada de ‘La Repubblica’ con la carta del Papa

ANTONIO PELAYO (ROMA) | La Repubblica es el diario italiano laico por excelencia. Fundado hace 38 años por Eugenio Scalfari, ha mantenido siempre un distanciamiento crítico con el fenómeno religioso, aunque haya contado en su historia con algunos de los mejores vaticanistas del país, como Domenico del Rio, Marco Politi o, el actual, Marco Ansaldo.

Resultó, por lo tanto, una enorme sorpresa que el 11 de septiembre dicho diario abriese su primera página con este titular de grandes caracteres: “El Papa: mi carta a quien no cree”, al que seguía este otro más explícito: “Francisco responde a Scalfari: Dios perdona a quien sigue su propia conciencia”.

Antes que nada, conviene relatar la intrahistoria de esta misiva papal. Los pasados 7 de julio y 7 de agosto, Scalfari (de 89 años de edad), que se ha declarado siempre ateo y que en 2008 publicó el libro El hombre que no creía en Dios, escribió dos artículos en los que comentaba la encíclica Lumen fidei y planteaba una serie de preguntas sobre la fe. Entre ellas, las siguientes: “Si una persona no tiene fe ni la busca pero comete lo que para la Iglesia es un pecado, ¿será perdonado por el Dios cristiano?”. “El creyente cree en la verdad revelada, el no creyente cree que no existe ningún ‘absoluto’, sino una serie de verdades relativas y subjetivas. ¿Este modo de pensar para la Iglesia es un error o un pecado?”.

El Papa desnuda su fe

El 4 de septiembre, el papa Francisco hizo llegar a Scalfari su respuesta, una larga carta en la que respondía a sus interrogantes y que firmaba “con fraterna cercanía”. La proponía como una forma de “diálogo abierto, sin prejuicios, que reabra la puertas para un encuentro serio y profundo”.

“La fe, para mí –afirma el Santo Padre–, ha nacido de un encuentro con Jesús. Un encuentro personal que ha tocado mi corazón y ha dado una dirección y un sentido nuevo a mi existencia. Pero, al mismo tiempo, un encuentro que ha sido posible por la comunidad de fe en la que he encontrado el acceso a la comprensión de la Sagrada Escritura, a la nueva vida que, como un agua fluyente, emana de Jesús a través de los sacramentos, la fraternidad con todos y al servicio de los pobres, imagen auténtica del Señor. Sin la Iglesia no hubiera podido encontrar a Jesús, incluso siendo consciente de que ese inmenso don que es la fe lo custodiamos en los vasos de arcilla de nuestra humanidad”.papa Francisco habla a los fieles bajo la lluvia en la Plaza de San Pedro

El Papa expone después ampliamente la concepción cristiana de la fe y, en la parte final de su carta, responde a las preguntas de Scalfari: “Usted me pregunta si el Dios de los cristianos perdona a quien no cree ni busca la fe. Dando por sentado que la misericordia de Dios no tiene límites si nos dirigimos a Él con corazón sincero y contrito, la cuestión para quien no cree en Dios consiste en obedecer a la propia conciencia. El pecado, incluso para quien no tiene fe, es cuando se va contra la propia conciencia. Escucharla y obedecerla significa efectivamente decidirse frente a lo que es percibido como el bien o como el mal. Y sobre esta decisión se juega la bondad o la maldad de nuestras acciones”.

“Dios –abunda– no es una idea, aunque sea altísima, fruto del pensamiento del hombre. Dios es realidad, con la R mayúscula. Jesús nos lo revela y vive en relación con Él, como un Padre de bondad y de misericordia infinita. Dios, pues, no depende de nuestro pensamiento. Por otra parte, cuando llegue a desaparecer la vida del hombre sobre la tierra (y para la fe cristiana, en todo caso, este mundo, como lo conocemos, está destinado a desaparecer), el hombre no dejará de existir y, en un modo que no conocemos, tampoco el universo creado con él. (…) La Iglesia, créame, a pesar de sus lentitudes, infidelidades, errores y pecados que puede haber cometido y puedan todavía cometer los que la componen, no tiene otro sentido y fin que vivir y dar testimonio de Jesús”.

Las reacciones a este gesto sorprendente de Bergoglio han sido muy numerosas y todas positivas. También en La Repubblica, el que fue durante años portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, alaba la valentía del Papa: “La opción de dialogar con todos, especialmente con la gente normal, es exactamente lo contrario del absolutismo que impera en el presente. Porque una apuesta así solo puede hacerla quien no tiene ídolos que defender, sino un amor absoluto que testimoniar. Por otra parte, es el mismo escándalo que suscitaba un sugestivo personaje que vivía en Palestina hace dos mil años y cuyo nombre era, fíjense, Jesús de Nazaret”.Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano

Declaraciones de Parolin sobre el celibato

Por otro lado, desde que se hizo público su nombramiento como secretario de Estado, los reflectores de la actualidad vaticana se han centrado en Pietro Parolin. El periodista Roberto Giusti, de El Universal, uno de los diarios más fiables de Venezuela, tuvo ocasión de hacerle este 8 de septiembre una larga e interesante entrevista sobre temas muy diversos. Como suele suceder en estos casos, a los medios de comunicación solo parecieron interesarles sus afirmaciones sobre el celibato de los sacerdotes, que, por otra parte, no tienen nada de excepcional ni de revolucionario.

“El celibato –responde Parolin– no es un dogma de la Iglesia y se puede discutir porque es una tradición eclesiástica”. Cuando Giusti le interroga a qué época se remonta esa tradición, el todavía nuncio en Caracas responde: “A los primeros siglos. Es una tradición y ese concepto pervive en la Iglesia porque, a lo largo de todos estos años, han ocurrido unos acontecimientos que han contribuido a desarrollar la revelación de Dios. Esta finalizó con la muerte del último apóstol [san Juan]. Lo ocurrido luego ha sido un crecimiento en la comprensión y actuación de la revelación… El esfuerzo que hizo la Iglesia para estatuir el celibato eclesiástico debe ser considerado. No se puede decir, sencillamente, que pertenece al pasado. Es un gran desafío para el Papa porque él posee el ministerio de la unidad y todas esas decisiones deben asumirse como una forma de unir a la Iglesia, no de dividirla. Entonces se puede hablar, reflexionar y profundizar sobre estos temas que no son de fe definida y pensar en algunas modificaciones, pero siempre al servicio de la unidad y todo según la voluntad de Dios. No es lo que me plazca, sino que se trata de ser fieles a lo que Dios quiere para su Iglesia”.

“Dios –concreta en otra respuesta el próximo secretario de Estado– habla de muchas maneras. Debemos estar atentos a esta voz que nos orienta sobre las causas y las soluciones, por ejemplo, de la escasez del clero. Entonces hay que tomar en cuenta, a la hora de adoptar decisiones, estos criterios (la voluntad de Dios, la historia de la Iglesia), así como la apertura a los signos de la Iglesia”.

papa Francisco visita a refugiados en el Centro Astalli de Roma 10 septiembre 2013

Visita al Centro Astalli

Conventos para acoger

No menos expectación generó, el pasado día 16, la visita de Bergoglio a la basílica de San Juan de Letrán, donde mantuvo su primer contacto con el clero de Roma. Dos horas muy intensas en las que respondió a cinco preguntas de sus sacerdotes; una de ellas, sobre los católicos separados y vueltos a casarse civilmente.

El Papa invitó a acogerles y decirles siempre la verdad, pero con cordialidad, para que se sientan “en su casa, que es la Iglesia”. Igualmente, añadió: “La verdad no se agota en la definición dogmática”, sino que se “inserta en el amor y en la plenitud de Dios”. Así, aseguró que del tema se ocupará el grupo de los ocho cardenales que le aconsejan en el gobierno de la Iglesia y cuya primera reunión será del 1 al 3 de octubre.

Finalmente, el martes 10, el Santo Padre hizo una visita al Centro Astalli de Roma, donde los jesuitas atienden a centenares de refugiados de muy diversos países. Todo se desarrolló en un clima de extrema sencillez y cordialidad. Bergoglio habló y saludó a todos los que salieron a su encuentro, se interesó por sus problemas y les alentó a no perder la esperanza a pesar de las difíciles circunstancias en las que viven la mayoría de ellos.

En el discurso que pronunció en la iglesia del Gesú, invitando a todos, pero especialmente a los religiosos, a “tomar con seriedad los signos de los tiempos”, dijo lo siguiente: “Los conventos vacíos no sirven a la Iglesia para transformarse en hoteles de lujo y ganar dinero. Los conventos vacíos no son nuestros, son para la carne de Cristo, que son los refugiados. El Señor llama a vivir con generosidad y valentía la acogida en los conventos vacíos”.

  • OPINIÓN: Nuncios, por Antonio Pelayo

En el nº 2.863 de Vida Nueva

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