Técnicas de mantenimiento

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de SevillaCARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

“Con la llegada y el estilo del papa Francisco, las palabras renovación y mudanza se repiten con frecuencia…”

Como faltan ideas e iniciativas, se plantea como subterfugio el poner unos buenos puntales para que el edificio no se acabe de derrumbar. Lo inmediato, urgente y provisional puede convertirse en definitivo. Aquí hay algo más de responsabilidad que la simple aplicación de unas técnicas de mantenimiento.

Cuidar de lo sostenible es medida de prudencia y defensa ante el arrebato de querer ponerlo todo patas arriba, pensando que en un pispás, sin una profunda reflexión y un proyecto bien elaborado, no se pueden levantar las estructuras que necesitamos para llevar a cabo unos objetivos.

Con la llegada y el estilo del papa Francisco, las palabras renovación y mudanza se repiten con frecuencia, pensando, poco menos, que de la noche a la mañana tiene que haber una revolución en las estructuras y engranajes de la Curia vaticana y en los dicasterios.

Ni creo que esto sea lo más urgente ni que sea la voluntad inmediata de Francisco. Lo primero, siempre lo primero en los afanes de la Iglesia, es evangelizar, anunciar y enseñar a vivir según el Evangelio de Jesucristo. No vaya a ser que cambiemos los gestos sin pensar mucho en los frutos. Como se repetía, en algunos sectores de la Iglesia, el famoso dicho: se cambiaron los libros, pero permanecían las mismas y obsoletas ideas y actitudes.

Emprender y renovar, pero para dar respuesta a aquello que de verdad la Iglesia necesita y no, simplemente, para dar gusto a una serie de deseos particulares.

El papa Francisco ha llegado como buen sembrador. Ha visto el campo en el que hay que trabajar y se ha percatado de que es tierra buena, pero que necesita del cuidado de pastores y de fieles y, sobre todo, de una gran confianza en Aquel que es el dueño de la semilla y la pone en las manos de los evangelizadores para que, como levadura llena de eficacia, transforme la humanidad entera en el verdadero Reino de Dios.

Que los impacientes recuerden que, si el Señor no construye la casa, los mejores proyectos quedarán en nada. Y que los temerosos confíen en los dirigentes que Dios ha puesto al frente de la Iglesia de su Hijo Jesucristo.

Los trabajos, en la viña del Señor, tienen sus tiempos y sus momentos. Así lo entiende el papa Francisco, que ya ha comenzado a orar ante Dios y a consultar a los hombres para que le ayuden a ver cuál sea la voluntad del Señor acerca del gobierno de la Iglesia.

No siempre lo espectacular y lo que hace ruido es lo más eficaz y deseado. Por eso, el nuevo Papa va dando pasos, muchas veces casi imperceptibles pero muy firmes, en aquello que considera de una necesidad más inmediata y de mayor atención en la responsabilidad de su ministerio petrino.

La Iglesia es un organismo vivo, muy vivo. Una comunidad que camina de la mano de Jesucristo y de Pedro hacia el encuentro con Dios.

En el nº 2.862 de Vida Nueva

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