La democracia pasa por la renovación de la política

La Iglesia reclama una clase dirigente apta para su papel, profesionalmente competente y dotada de sentido ético

Curso de Doctrina Social de la Iglesia, Fundación Pablo VI, CEE y UPSA, septiembre 2013

De izq. a dcha., García Aracil, Mario Toso y Galindo

FRAN OTERO. Fotos: LUIS MEDINA | La actividad política propiamente dicha ha comenzado esta semana en el Congreso de los Diputado. En el contexto actual, en el que la política ha perdido credibilidad, y en la que la democracia se ve resentida, la Fundación Pablo VI y la Conferencia Episcopal Española (CEE), con el auspicio de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), acaban de dedicar (9-11 de septiembre) su tradicional Curso de Doctrina Social de la Iglesia a la cuestión de Rehabilitar la democracia.

Ya lo dijo en la apertura del curso el arzobispo de Mérida-Badajoz y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, Santiago García Aracil: “La democracia debe ser analizada, corregida y estimulada para que respete y siga lo principios fundamentales capaces de promover el desarrollo de todos”. O en otras palabras: “La democracia necesita una rehabilitación que le permita presentarse como tal”.

En este sentido, añadió que “hace falta una escuela de políticos, no de partidos, pues esta última es una escuela condicionada”, y reclamó “una revisión de las estructuras y de los mecanismos de control” ante “una falta de ética y moral escandalosas”.

Por su parte, Mario Toso, secretario del Consejo Pontificio Justicia y Paz, en una de las conferencias marco del curso, abordó los fundamentos morales de la democracia. Su diagnóstico de la situación actual es clara: “La crisis de la democracia no deriva simplemente de la mera inadecuación estructural e incapacidad representativa. Sino que es debida, ante todo, a la pérdida de los parámetros antropológicos y éticos que fundan las conciencias”.

Su propuesta para superar esta situación también tiene que ver con el magisterio de Bergoglio. Se trata de reapropiarse de una democracia entendida como horizonte y estilo de vida, “de una democracia que no abandona el instituto de la representación y lo renueva, y a la vez se completa como democracia participativa, cada vez más social”.

La democracia pasa por la renovación de la política [íntegro solo suscriptores]

Suscribirse a Vida Nueva [ir]

En el nº 2.862 de Vida Nueva

Compartir