Francisco declara la guerra a la guerra

vigilia de oración por la paz en Siria en el Vaticano 7 septiembre 2013

Se moviliza por la paz en Siria desde la oración, la denuncia y la diplomacia

papa Francisco en la vigilia de oración por la paz en Siria en el Vaticano 7 septiembre 2013

Vigilia por Siria: “¡La violencia y la guerra nunca son camino para la paz!”

ANTONIO PELAYO (ROMA) | El grito del silencio ha sido una de las expresiones más usadas para describir la vigilia de oración por la paz que el papa Francisco presidió entre las siete de la tarde y las once de la noche del sábado 7 de septiembre. Es verdad que, en esas cuatro horas, las amplias y numerosas pausas de silencio resultaban muy “sonoras” si se tiene en cuenta que más de cien mil personas quisieron estar junto al Santo Padre en unos momentos en que este se ha convertido en el líder ético de nutridísimos sectores de la humanidad que se oponen a la guerra.

La vigilia, que se celebró simultáneamente en todo el mundo, comenzó con la entronización del icono de la Virgen Salus populi romani, traído a hombros por cuatro alabarderos de la Guardia Suiza desde el obelisco central de la Plaza de San Pedro al altar, donde lo esperaba el Santo Padre. Ante la venerada imagen, se rezó el Rosario, al final del cual Francisco dio lectura a su meditación. Se trata de uno de los más bellos textos salidos de sus manos; una reflexión no de geopolítica ni de estrategia, sino de reflexión profunda sobre el ser humano, individuo y colectividad.

“Ser persona humana –dijo evocando a Caín y Abel en el Paraíso terrenal– significa ser guardianes los unos de los otros. Sin embargo, cuando se pierde la armonía, se produce una metamorfosis: el hermano que deberíamos proteger y amar se convierte en el adversario a combatir, a suprimir. ¡Cuánta violencia se genera en esos momentos, cuántos conflictos, cuántas guerras han jalonado nuestra historia! Basta ver el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas. No se trata de algo coyuntural, sino que es verdad: en cada agresión y en cada guerra hacemos renacer a Caín. ¡Todos nosotros!“.vigilia de oración por la paz en Siria en el Vaticano 7 septiembre 2013

“Y también –continuó– hoy prolongamos esa historia de enfrentamiento entre hermanos, y también hoy levantamos la mano contra quien es nuestro hermano. También hoy nos dejamos llevar por los ídolos, por el egoísmo, por nuestros intereses, y esta actitud va a más: hemos perfeccionado nuestras armas, nuestra conciencia se ha adormecido, hemos hecho más sutiles nuestras razones para justificarnos. Como si fuera algo normal, seguimos sembrando destrucción, dolor, muerte. La violencia y la guerra solo traen muerte, hablan de muerte. La violencia y la guerra utilizan el lenguaje de la muerte”.

Pero Bergoglio no se dejó arrastrar por el pesimismo: “Esta noche me gustaría que, desde todas las partes de la tierra, gritásemos: sí, la paz es posible para todos. Más aún, quisiera que cada uno de nosotros, desde el más pequeño hasta el más grande, incluidos aquellos que están llamados a gobernar las naciones, dijese: sí, queremos… Quisiera pedir al Señor, esta noche, que nosotros, cristianos, los hermanos de otras religiones y todos los hombres y mujeres de buena voluntad gritasen con fuerza: ¡la violencia y la guerra nunca son camino para la paz!”.

Una derrota para la humanidad

Como conclusión, el Papa afirmó que “la guerra significa siempre el fracaso de la paz, es una derrota para la humanidad”. Y recordó el histórico llamamiento de Pablo VI en 1965 ante la Asamblea General de la ONU: “Nunca más los unos contra los otros, jamás, nunca más… ¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra!”.

Más allá de los discursos, durante toda la semana, entre el 1 y el 8 de septiembre, el Pontífice en persona y la Santa Sede en conjunto se han entregado a una defensa infatigable de la paz en Siria. El 4 de septiembre, Francisco dirigió una carta al presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, que en esos días presidía en la ciudad de San Petersburgo la reunión del G-20, con las veinte mayores economías del mundo.vigilia de oración por la paz en Siria en el Vaticano 7 septiembre 2013

“En la vida de los pueblos –afirma en su mensaje–, los conflictos armados constituyen siempre la deliberada negación de toda posible concordia internacional, creando divisiones profundas y heridas lacerantes que requieren muchos años para cicatrizar”.

En su misiva, Francisco constata que “demasiados intereses de parte han prevalecido desde que comenzó el conflicto sirio, impidiendo hallar una solución que evitara la inútil masacre a la que estamos asistiendo. Que los líderes de los Estados del G-20 no permanezcan inertes frente a los dramas que vive ya desde hace demasiado tiempo la querida población siria y que corren el riesgo de llevar nuevos sufrimientos a una región tan probada y necesitada de paz”.

El domingo, a la hora del Angelus, introdujo una valiente improvisación en su alocución: “Esta guerra contra el mal lleva consigo –dijo alzando el tono de su voz– decir no al odio fratricida y a las mentiras de las que nos servimos; decir no a la violencia en todas sus formas; decir no a la proliferación de las armas y a su comercio ilegal. ¡Y hay mucho de eso, hay mucho! Siempre queda la duda: ¿esta guerra de aquí, la guerra de allá, son de verdad guerras a causa de problemas o son guerras para vender armas en el comercio ilegal? Estos son los enemigos que hay que combatir unidos y con coherencia, no siguiendo otros intereses sino los de la paz y el bien común”.

Otra iniciativa de la Santa Sede sobre el conflicto sirio fue la reunión que mantuvo el 5 de septiembre Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, con más de setenta embajadores acreditados ante la Santa Sede para exponerles las líneas maestras de la posición vaticana. Según el diplomático, los principios fundamentales son tres: “Es antes de nada indispensable trabajar para que se reanude el diálogo entre las partes y la reconciliación del pueblo sirio; es necesario preservar la unidad del país, evitando que se constituyan zonas distintas para los diversos componentes de la sociedad; igualmente, es necesario, además de la unidad del país, garantizar su integridad territorial”. En todo caso, recalcó, “es vana la pretensión de una solución militar”.

“Consejo de ministros” vaticano

Por otro lado, y a un nivel intraeclesial, el 10 de septiembre ha tenido lugar en la Sala Bolonia del Palacio Apostólico una reunión presidida por el Santo Padre y a la que han asistido todos los prefectos de las congregaciones y los presidentes de los pontificios consejos, a los que se han añadido el vicario del Papa para Roma y el presidente del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano; en términos civiles, lo que podríamos llamar el “consejo de ministros” del Papa.

La reunión fue comunicada a cada uno de los participantes por la Prefectura de la Casa Pontificia –y no por la Secretaría de Estado– con pocos días de antelación y sin especificar ningún orden del día. Se indicaba únicamente que se trataba de una reunión al cumplirse los seis meses del pontificado. Ni que decir tiene que la cosa intrigó mucho a los observadores. Nuestra curiosidad, sin embargo, ha recibido una respuesta calculadamente escueta.

La Sala de Prensa ha hecho públicos dos comunicados idénticos con la única diferencia de que en el primero se decía “tiene lugar una reunión” y en el segundo “ha tenido lugar”. El último párrafo define así el encuentro: “Una reunión para escuchar las consideraciones y los consejos de los principales colaboradores del Papa en Roma, que se inserta naturalmente en el contexto de la realización de las sugerencias presentadas por los cardenales en las congregaciones preparatorias del Cónclave y en la reflexión del Santo Padre sobre el gobierno de la Iglesia que tendrá pronto otro momento importante con la reunión del grupo de los ochos cardenales a primeros de octubre”.

El portavoz vaticano, el padre Federico Lombardi, después de una cierta indecisión –primero se nos dijo que no haría ninguna declaración complementaria–, salió al encuentro de los periodistas para glosar el comunicado insistiendo en que había reinado un espíritu muy colegial. A ello solo podemos añadir que la reunión duró tres horas y que fue abierta con unas palabras del Papa cuyo texto no se ha hecho público por ahora.

En el nº 2.862 de Vida Nueva.

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