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Teología del tiempo


Una obra de José Granados (Sígueme, 2012). La recensión es de Martín Gelabert

Teología del tiempo, libro de José Granados, Sígueme

Título: Teología del tiempo. Ensayo sobre la memoria, la promesa y la fecundidad

Autor: José Granados

Editorial: Sígueme, 2012

Ciudad: Salamanca

Páginas: 368

MARTÍN GELABERT | No todos los tiempos son iguales. Una cosa es el tiempo del reloj y otra la vivencia humana del tiempo. Más aún, el tiempo puede vivirse como una experiencia opresiva o de plenitud. Mis errores forman parte de mí y me acompañan; mis proyectos e ilusiones están marcados por el miedo al fracaso. Pero yo puedo recordar el pasado de unos brazos que me acogieron con amor y esta vivencia puede acompañarme toda mi vida como una experiencia que me asegura un futuro prometedor. Cuando vivo el tiempo como una oportunidad de acoger el amor, de abrirme al amor y de ofrecer amor, realizo una experiencia positiva del tiempo.

El tiempo puede parecer etéreo, pero forma parte de mi ser. José Granados nos ofrece en estas páginas una amplia y densa reflexión sobre el tiempo. Comienza el autor con unas consideraciones antropológicas. Continúa con un capítulo teológico sobre la “plenitud de los tiempos”, que llega con Cristo y permanece a lo largo de su vida. Este tiempo alcanzó su perfección en la Pascua: el tiempo entró en la eternidad, perdiendo su carácter caduco. Por eso, el tiempo de la Pascua es el criterio para juzgar el tiempo histórico. Dicho de otra manera: la luz que emana de la Pascua es el criterio para leer la vida del Jesús histórico.

A partir de ahí se abre una reflexión, en línea con el subtítulo del libro, sobre la memoria, la promesa y la fecundidad. La memoria es experiencia de filiación y, para el cristiano, es el modo de permanecer en sintonía con Jesucristo: “Acuérdate de Jesucristo”. Por la memoria, el pasado nos pertenece. Y, sin embargo, nuestro pasado ya no está a nuestra disposición. Distintos temas, siguiendo el hilo de la memoria, van desfilando por las páginas del libro: las verdades eternas que, según Agustín, estarían en el fondo de la memoria, el Espíritu como memoria de Jesús, la Eucaristía como memorial del Resucitado, la Iglesia que recuerda a Jesús.

El Dios de la promesa

Promesa es mantener la fidelidad en el tiempo. Cosa problemática, pues el tiempo posterior está hecho de circunstancias no previstas al prometer. Pero, por otra parte, solo prometiendo el futuro deja de ser incierto. En la reflexión de Granados la promesa interesa desde otro punto de vista: Jesucristo es el gran sí de Dios a todas las promesas. La promesa solo puede entenderse desde el amor, pues el amor da consistencia al tiempo, ya que el amor revela lo eterno. Nuestro Dios es el Dios de la promesa, siempre fiel a su amor.

Finalmente, la fecundidad es lo nuevo en el tiempo, que implica continuidad con el pasado, pero abriéndolo a un futuro plenificador. En este sentido, y siguiendo los análisis de Emmanuel Levinas, la muerte nos abre a un futuro absoluto. La muerte puede entenderse como el final, pero en realidad es lo desconocido, el “sin respuesta”. Siguiendo también las reflexiones del filósofo lituano, en la experiencia de la alteridad podemos ver la continuidad-discontinuidad que caracteriza al futuro: no podemos anticipar lo que será nuestro hijo, pero por el amor sí que podemos esperar nuevas posibilidades de relación.

El libro acaba con una tercera parte, recapitulatoria y conclusiva de todo lo precedente, titulada “La plenitud del tiempo”. Se trata de una buena reflexión sobre la Resurrección de Jesús y, en su seguimiento, nuestra resurrección.

Las páginas de esta obra requieren de una lectura pausada. En ellas se abordan los distintos temas desde el hilo conductor del tiempo, elemento central para entender la historia de la salvación, así como el misterio del Dios cristiano que, en Jesucristo, entró en el tiempo, y el misterio del cristiano, que en el tiempo vive ya la vida eterna que le comunica Cristo resucitado, en espera de encontrarse con el Dios dueño del tiempo y de la eternidad.

En el nº 2.862 de Vida Nueva.

Actualizado
12/09/2013 | 17:57
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