Los obispos de Benín temen una polarización social

Thomas Boni Yayi, presidente de Benin, con Benedicto XVI visita noviembre 2011

Rechazan un intento de reforma de la Constitución que ha generado gran rechazo

Thomas Boni Yayi, presidente de Benin, con Benedicto XVI visita noviembre 2011

El presidente Yayi, junto a Benedicto XVI, en la visita que este realizó a Benín en 2011

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Reproduciendo una polémica que se da hoy en varios países del mundo, la República de Benín, en el África occidental, se ve convulsionada estos días por la pretensión de su presidente, Thomas Boni Yayi, de ampliar la posibilidad de gobernar en un tercer mandato, cuando la Constitución del país fija claramente el límite en dos legislaturas consecutivas –la actual expira en 2016–. Un fin para el que el jefe de Estado trata de impulsar una reforma de la Carta Magna, vigente desde 1990 y que fija la permanencia de una democracia parlamentaria en lo que en su día fuera antigua colonia francesa.

Sin embargo, la posible reforma constitucional hace aflorar latentes confrontaciones y está derivando en una fuerte crisis social e institucional. Así lo denuncia el Episcopado, que, el pasado 15 de agosto, hizo pública una carta pastoral en la que alertaba de la amplia hostilidad que esta intención presidencial está generando en gran parte de la sociedad:

“Benín vive actualmente en un clima de gran tensión, de divisiones abiertas y de profundo malestar. Todos los días escuchamos los gritos de la gente, de todas las tendencias. La angustia, la ansiedad y la desconfianza están arraigando en los corazones peligrosamente”.

En el documento, enviado a la agencia misionera Fides, los obispos del país insisten en que la Iglesia “tiene el deber moral de señalar que, en un sistema democrático, cualquier reforma que suscita grandes tensiones y disputas nunca ha beneficiado al pueblo, sino que lo ha dividido. ¿Para qué sirve una revisión en medio de la división, sino para poner en peligro la paz de la nación?”.

Frente a ello, los prelados demandan del presidente que, antes que en este proyecto de intereses exclusivamente personalistas, centre su atención en el fuerte impacto de la pobreza que padece un alto porcentaje de sus ciudadanos; preferentemente, le exigen que no olvide “la miseria de un gran sector de la población que carece del mínimo necesario para vivir frente a la opulencia de una minoría”.

Así, las causas para esa marcada desigualdad social están, a su juicio, en diversos factores cuya atención se entiende como indispensable y urgente. Entre ellos, “el creciente desempleo juvenil, las prácticas regionalistas que comportan discriminación y divisiones, o las acusaciones de envenenamiento y conspiración contra el presidente de la República [en relación a unos hechos denunciados por este en octubre de 2012]”.

Finalmente, los obispos de Benín, cuya carta pastoral tiene entre sus indudables destinatarios al propio presidente, concluye reiterando que “la Iglesia no aporta soluciones técnicas o políticas”; lo cual no quiere decir que se mantenga al margen en todo lo que atañe a la cohesión y equidad entre todos los ciudadanos. Por ello, su apelación al diálogo es reivindicada como la primera de todas las medidas a seguir.

Algo que ilustran con el ejemplo concreto de Benedicto XVI, cuya histórica visita a Benín en noviembre 2011 (donde fue acompañado en todo momento por Thomas Boni Yayi, quien también visitó al entonces Papa en dos ocasiones en Roma) es recordada para recuperar el discurso que este dirigió a los líderes africanos en el propio Palacio de la República. Entonces, el pontífice alemán concluyó con estas palabras: “No privéis a vuestros pueblos de la esperanza. No amputéis su porvenir mutilando su presente”.

Disolución del Gobierno

Uno de los momentos que han evidenciado la fuerte tensión imperante en Benín se produjo apenas cinco días antes del mensaje de los obispos. Entonces, en una decisión sin precedentes desde que el país se independizó de Francia en 1960, el presidente Yayi (en el poder desde 2006) decidió la destitución en pleno de todo el equipo de Gobierno. Entonces, su única explicación fue que deseaba un grupo más “dinámico” que profundizara en las reformas que necesita el país.

Aunque poco después anunció los nombres que componen el nuevo Ejecutivo, ha llamado la atención que no haya designado aún a nadie para la figura de primer ministro. Pese a la versión oficial, en las fuerzas de la oposición no han faltado quienes han denunciado que el fondo real del cambio estribó en las dudas del presidente acerca de varios de sus anteriores ministros, a los que acusaría de conspiración.

La situación es tan grave que, el pasado marzo, las fuerzas militares frustraron un intento de golpe de Estado.

En el nº 2.861 de Vida Nueva.

Compartir