Un verano cargado de trabajo

El Papa Francisco, con los futbolistas Gianluigi Buffon y Leo Messi

El papa Francisco ultima la reforma de la Curia y sus próximos nombramientos

El Papa Francisco en el balcón del Vaticano

Un verano cargado de trabajo (extracto)

ANTONIO PELAYO. ROMA | El de 2013 ha sido un verano insólito en la historia secular del pontificado romano. Hace cuatrocientos años –en 1626, para ser exactos–, Urbano VIII llamó al arquitecto Carlo Maderna para que trasformara la fortaleza de Castel Gandolfo en una residencia estival y, desde entonces, los papas han transcurrido una parte del verano en este palacio situado a pocos kilómetros de Roma, en las inmediaciones del lago Albano. Francisco –fiel a su tradición de no tomar vacaciones– ha roto esta costumbre centenaria y ha pasado todo el verano trabajando en la Casa Santa de Marta, dentro de los muros vaticanos y soportando la asfixiante canícula romana, este año especialmente insufrible.

Con el deseo de aminorar de algún modo el disgusto de los habitantes de Castel Gandolfo, discretamente manifestado por su alcaldesa, Milvia Monachesi, el Santo Padre acudió el 15 de agosto para celebrar con ellos la festividad de la Asunción, permaneciendo en la pequeña localidad lacial poco más de seis horas.

Bergoglio volvió a Roma desde Río de Janeiro, seguramente cansado, pero con la gratísima impresión de haber conseguido que la JMJ fuese un rotundo éxito. Así lo manifestó a los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro para el rezo del Angelus el domingo 4 de agosto: “Ha sido una nueva etapa en la peregrinación de los fieles a través de los continentes con la Cruz de Cristo. No debemos olvidar nunca que las Jornadas Mundiales de la Juventud no son unos fuegos artificiales, momentos de entusiasmo que se consumen en sí mismos; son etapas de un largo camino iniciado en 1985 por iniciativa del papa Juan Pablo II. Él confió a los jóvenes la Cruz y les dijo: ‘Caminad y yo iré con vosotros’”.

Arrodillado ante Arrupe

Que este argentino de 76 años es capaz de superar rápidamente el cansancio lo demostró acudiendo, el 31 de julio, día en que se honra la memoria de san Ignacio de Loyola, a la iglesia del Gesú, donde está enterrado el fundador de la Compañía de Jesús, para concelebrar la Eucaristía con 300 hermanos de su familia religiosa. Con admirable sobriedad le saludó el prepósito general, Adolfo Nicolás: “Lo que queremos hoy es oír de ti lo que quieres de nosotros, tus hermanos al servicio de la Iglesia y del Evangelio. Y, sobre todo, queremos sentir internamente (como ya lo estamos sintiendo) cómo es natural y agradable estar unidos a Pedro, cosa tan importante y central para todos los jesuitas desde san Ignacio hasta Arrupe y Kolvenbach”.

En su homilía, el Santo Padre les pidió a los jesuitas que sean “hombres enraizados y fundados en la Iglesia. No puede haber caminos paralelos o aislados. Sí caminos de búsqueda, caminos creativos; sí, esto es importante, ir a las periferias. Para ello se requiere creatividad, pero siempre en comunidad con la Iglesia”. Al concluir la celebración, quiso arrodillarse y rezar ante la tumba del Padre Arrupe, al que había definido poco antes como un “icono ejemplar” para todo jesuita.

En cuanto al trabajo en sí, el Papa ha dedicado gran parte de su tiempo a estudiar y preparar las reformas que considera necesarias para un más evangélico gobierno de la Iglesia y a reflexionar sobre los nombramientos y cambios que estos exigen. Ni que decir tiene que, a pesar de la tregua veraniega, la Roma eclesiástica y, especialmente, curial se ha llenado de rumores.

Algunos nombramientos ya anuncian el color de los que vendrán más tarde: el 31 de julio, cesó a los arzobispos de Lubiana y Maribor, en Eslovenia, envueltos en un colosal escándalo financiero; el 3 de agosto, Guido Pozzo, nombrado limosnero de Su Santidad hace menos de un año, volvió a su anterior puesto de secretario de la Comisión Ecclesia Dei; el 24 de ese mismo mes, el hasta ahora secretario del Governatorato, Giuseppe Sciacca, pasaba a ser secretario adjunto del Tribunal de la Signatura Apostólica. Estos dos prelados pertenecen a la más estricta ala bertoniana, y eso permite suponer que el secretario de Estado, Tarcisio Bertone, ha entrado ya en la fase terminal de su mandato. Otros cardenales más o menos a él ligados serán igualmente removidos de sus puestos.

Nueva comisión económica

El jueves 8 de agosto, el Pontífice dio un nuevo paso en su línea de depurar la gestión económica de la Iglesia. Ese día, L’Osservatore Romano hizo público un Motu Proprio  para la prevención y contraste del blanqueo (de dinero sucio, se entiende),  de la financiación del terrorismo y de la proliferación de armas de destrucción masiva. El documento consta de solo cuatro artículos, precedidos de una declaración en la que se recalca que la Santa Sede “participa en los esfuerzos de la comunidad internacional dirigidos a la protección y promoción de la integridad, estabilidad y transparencia de los sectores económicos y financieros, así como a la prevención y lucha contra las actividades criminales”.

La medida más concreta es la creación de un Comité de Seguridad Financiera, con el fin de coordinar a las autoridades vaticanas competentes y lograr que actúen conforme a las normas establecidas por la comunidad internacional (léase el Comité Moneyval, del Consejo de Europa). Al frente de este nuevo organismo (que se suma a los otros consejos de reorganización y control de las actividades económicas y financieras creados por Benedicto XVI y Francisco) figura el monseñor norteamericano Bryan P. Wells, asesor para Asuntos Generales en la Secretaría de Estado. Entre sus miembros está también el secretario de la Prefectura para Asuntos Económicos de la Santa Sede, el español Lucio A. Vallejo.

El Papa Francisco, con los futbolistas Gianluigi Buffon y Leo Messi

El Papa Francisco, con los futbolistas Gianluigi Buffon y Leo Messi

Por otro lado, los medios de todo el mundo dieron especial relieve al encuentro del Papa con las selecciones de fútbol de Argentina e Italia, el 13 de agosto, en vísperas del partido que ambas jugaron en el Olímpico de Roma para homenajearle. La Sala Clementina estaba a rebosar y todos recibieron al Papa con simpáticos aplausos. Este entró rápidamente en materia: “Queridos jugadores, quisiera recordarles que, con su modo de comportarse, tanto en el campo con fuera de él, en la vida, son un referente… Ustedes son un ejemplo: el bien que ustedes hacen es impresionante. Con su conducta, con su juego, con sus valores hacen bien, la gente les mira; aprovechen para sembrar el bien”.

Los capitanes de ambas selecciones, el argentino Lionel Messi y el italiano Gianluigi Buffon, le hicieron entrega de una planta de olivo como símbolo de paz; también recibió Bergoglio sendos balones y camisetas firmadas por todos los jugadores, que, al acercarse a saludarle, obligaron a los responsables del orden a cortar excesivas efusividades. “Aquí en el Vaticano me dicen que soy indisciplinado, pero ahora han visto de qué raza provengo”,  ironizó el Papa. “Recen por mí –concluyó– para que juegue un partido valioso”.

Finalmente, Angelo Amato, prefecto del dicasterio para las Causas de los Santos, ha afirmado en el Mitin de Rímini, organizado estos días por Comunión y Liberación, que es posible que, finalmente, las canonizaciones de Juan XXIII y Juan Pablo II tengan lugar ya en 2014 y no a finales de este año, como se especulaba.

Más allá de lo puramente eclesial, el Papa ha hecho estos meses de verano varios llamados a la comunidad internacional para que se “sensibilice” ante la guerra de Siria. En el último, este domingo 25, tras producirse un ataque con armas químicas (de autoría no confirmada) en el que se registraron centenares de muertos, clamó por una “solución” ante “la multiplicación de matanzas y atrocidades”.

  • OPINIÓN: “Teléfono”, por Antonio Pelayo

En el nº 2.860 de Vida Nueva

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