Fernando García de Cortázar: “España necesita la Historia para no caer en un exilio moral”

"Tu rostro con la marea", novela de Fernando García de Cortázar

El historiador publica la novela ‘Tu rostro con la marea’, galardonada con el Premio Alfonso X el Sabio 2013

El historiador Fernando García de Cortázar

Entrevista con Fernando García de Cortázar (extracto)

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | Contar la historia siempre ha sido la pasión de Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942). “Me considero historiador y escritor que utiliza la alta divulgación para llegar al mayor número de lectores. Un historiador que no comunica no es historiador. Los historiadores no solo debemos saber Historia, sino saber contarla, escribirla con amenidad y utilizando todos los recursos literarios a nuestro alcance”, afirma.

La originalidad de sus enfoques, su extraordinario estilo narrativo, su sabiduría humanística y su capacidad de llegar al público le ha convertido en el gran nombre de la divulgación histórica en España. Catedrático de Historia en la Universidad de Deusto, escritor, jesuita, colaborador de Vida Nueva, García de Cortázar publica, tras más de medio centenar de títulos históricos, su esperada primera novela, Tu rostro con la marea (MR Ediciones), galardonada con el Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio 2013. “Nunca diré que no merecía un premio tan prestigioso porque esa falsa humildad sería ofensiva para el Jurado que, por unanimidad, ha elegido mi novela entre más de 400 aspirantes. El premio lo interpreto como un  reconocimiento a todo mi esfuerzo por llegar a un público amplio y por hacer que la Historia sea, en verdad, la reina de las Humanidades”.

Salto a la ficción

PREGUNTA.- “La novela me tentaba porque desde mis inicios sentía una inclinación hacia el estilo”, ha dicho usted. ¿Por qué se ha hecho entonces esperar tanto?

RESPUESTA.- La novela se ha hecho esperar tanto porque durante más de treinta años el público me ha venido mimando, acogiendo mis libros con generosidad y haciendo aumentar las tiradas de cada uno de ellos. Me sentía tan cómodo en el registro del ensayo, de la crónica… que cualquier lector podría acusar de imprudente el cambio. Sin embargo, a mí, que he tocado todos los palos en la Historia y que me gusta lo novedoso, me ha tentado definitivamente probarme como novelista y experimentar las posibilidades que ofrece la ficción a la reconstrucción viva del pasado.

P.- ¿Cómo ha sido el salto?

R.- Siempre quise escribir una novela. Y siempre quise escribir una novela como esta, donde uno de los personajes principales es el tiempo. San Agustín decía que el tiempo es un triple presente: el presente en tanto lo experimentamos, el pasado como memoria presente y el futuro como expectativa presente. Más pesimista, la poetisa Anna Ajmátova encabeza mi novela con un verso: “Igual que en el pasado florece el futuro, en el futuro se pudre el pasado”. Son los años inexorables que van deshaciéndolo todo, que matan el idealismo, que acaban con la inocencia, que sacan las maldades a la luz y arrasan los jardines de la infancia. Mi novela es un laberinto de historias y recuerdos empapado de nostalgia. Pero no es mi nostalgia, es la de los personajes, muchos de los cuales sienten el peso de esa tristeza que arrastra lo que se ha vivido y se acaba.

"Tu rostro con la marea", novela de Fernando García de CortázarP.- ¿Cómo ha sido ese ir de la mano de personajes como Galdós, Azaña, Valle-Inclán?

R.- Escribir una novela supone perfilar los personajes, darles vida, preparar los escenarios (en mi caso, San Petersburgo, Varsovia, Roma, Madrid, Buenos Aires…) y la verosimilitud de la trama. El protagonista es un diplomático, con vocación y actividad de novelista que participa en las tertulias literarias de Bilbao y Madrid del periodo de entreguerras y que trata con Galdós, Valle-Inclán, Pérez de Ayala o Azaña. Me he esforzado en adentrarme en su personalidad y en revivirlos en mi novela, asomándome a sus pensamientos y procurando emplear su mismo léxico.

P.- ¿Por qué ha elegido la Europa de entreguerras?

R.- He querido transportar al lector a una época apasionante que cambió el mundo para siempre: la Primera Guerra Mundial, los años veinte, los treinta… He recreado un gran mosaico de la España y la Europa de entreguerras, con nuestra generación del 14, la Revolución Rusa, el ascenso de los fascismos, el derrumbe de la Segunda República… El final de la Primera Guerra Mundial desencadenó una explosión de júbilo en la población en trauma de Europa y Estados Unidos que, tras las privaciones y estrecheces de los primeros años de posguerra, se dispuso a abordar la belle époque, mientras el resentimiento de los excombatientes italianos, doloridos por la ingratitud de su patria, explotaba en los fascismos. Fue el huevo de la serpiente de los totalitarismos. En buena medida, la Primera Guerra Mundial fue una guerra de treinta años que terminó con la derrota de los totalitarismos en la II Guerra Mundial, en 1945.

P.- Una novela histórica, pero que podemos enmarcar como de amor y espionaje. ¿Qué le condujo hasta ella?

R.- Tu rostro con la marea recuerda al lector de hoy el centenario de la Primera Guerra Mundial, donde la locura bélica también se ensañó en la población civil. La novela recoge la intrahistoria de la Gran Guerra, la crónica del horror que sacudió al mundo pero que no consiguió aplastar, así y todo, historias desbordantes de amor, como la del protagonista. Alejados de los escenarios de la guerra, los hombres y mujeres airean sus pasiones, esconden sus debilidades, se agarran a la esperanza de que el futuro y sus promesas se mantengan en su sitio.

P.- Sin embargo, si hay un tema en la novela, es el miedo, un asunto muy contemporáneo…

R.- Me atrevería a decir que es una novela muy del siglo XX, y este fue calificado por Camus como el siglo del miedo. La Primera Guerra Mundial fue un terrible precedente del descenso de la humanidad hacia la barbarie.

P.- Y casi un siglo después, más bien estamos ante la muerte de la ideología…

R.- Hemos pasado, paradójicamente, de un mundo en el que la inflamación de las ideas se convertía en un espacio de hipertrofia ideológica que nos dejaba indefensos a un mundo en el que cualquier valor, idea o principio se contempla con la reticencia de quienes no desean ser sometidos a ningún interrogatorio moral. Bienvenida sea la derrota de los dogmas ideológicos, si estos son sustituidos por los principios y actitudes morales.

España, ayer y hoy

P.- España es un mar de fondo en la novela, donde se replica todo lo que sucede en Europa. ¿Hay paralelismos entre aquella España de los veinte y esta? 

R.- Me cuesta encontrarlo. La Historia, nos lo recuerda Walter Benjamin, no es lo que suponemos sucedió en el pasado, sino lo que brilla en un instante de peligro. España no solo vive un devastador ciclo de penalidades económicas, un menoscabo de las esperanzas de recuperación de bienestar que turban nuestra serenidad. Hay algo más grave. España carece hoy de esa mirada, capaz de dotar de sentido histórico a lo que nos ocurre, de insertar nuestras vicisitudes en una memoria nacional, donde el recuerdo de aquellas ocasiones en las que hemos sabido salir adelante nos proporcionen una esperanza bien fundada de recuperación. En el exilio, los judíos rezaban: “Si me olvido de ti, Jerusalén, que se seque mi mano derecha y la lengua se me pegue al paladar”. En momentos en que España está al borde de un exilio moral, pedimos a la Historia que nos refresque cómo nuestros antepasados alzaron una patria común.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.860 de Vida Nueva

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