“¡Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo!”

El Papa Francisco, durante la vigilia de la JMJ en Copacabana

Multitudinaria vigilia de la JMJ Río 2013, el sábado 27 de julio

El Papa Francisco, durante la vigilia de la JMJ en Copacabana

DARÍO MENOR, enviado especial a RÍO DE JANEIRO | Alrededor de dos millones de “atletas de Cristo”, como los definió el papa Francisco, abarrotaron en la noche del sábado 27 de julio los más de tres kilómetros por los que se extienden la playa y el amplio paseo marítimo de Copacabana, para participar en la vigilia de oración presidida por el Pontífice. Era la ceremonia con la que culminaba la exitosa Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Río de Janeiro y que acabó con cientos de miles peregrinos acampados y pasando la noche en la playa, donde a la mañana siguiente se celebró la Eucaristía que pondría fin a los seis días de esta multitudinaria fiesta de la fe.

En medio de un ambiente festivo, el Pontífice comenzó su intervención aprovechando el cambio de lugar de la ceremonia para propiciar una reflexión en los jóvenes. La primera ubicación era en la gigantesca explanada del Campus Fidei, en Guaratiba, a 47 kilómetros de Río, pero las lluvias caídas durante la semana convirtieron ese espacio en un lodazal. Los organizadores, pese a la millonaria inversión realizada en aquel lugar para construir un escenario y acoger a los peregrinos, se vieron obligados a cambiar de planes y celebrar la vigilia en Copacabana. “Podemos aprender algo de lo que pasó en estos días. Como tuvimos que cancelar por el mal tiempo la realización de esta vigilia en el Campus Fidei en Guaratiba, ¿no estaría el Señor queriendo decirnos que el verdadero campo de la fe, el verdadero campus fidei no es un lugar geográfico, sino que somos nosotros? Ser discípulos misioneros significa saber que somos el campo de la fe de Dios”, comentó el Papa.

Un grupo de jóvenes transporta la cruz de la JMJ en la Vigilia de Copacabana

Un grupo de jóvenes transporta la cruz de la JMJ en la Vigilia de Copacabana

Tras recordar a los jóvenes que “hoy el Señor los sigue necesitando para su Iglesia” y que los ama a cada uno de ellos, Francisco se sirvió de la imagen del campo de la fe para dividir su intervención en tres apartados, como viene siendo su estilo desde que fue elegido Obispo de Roma hace ya casi cinco meses. En la primera parte, habló del campo como “lugar donde se siembra”; en la segunda, como “lugar de entrenamiento”; y en la tercera, como “obra en construcción”.

Todos los días, pero hoy de manera especial, Jesús siembra. Cuando aceptamos la Palabra de Dios, entonces somos su campo de la fe. ¡Por favor, dejen que Cristo y su Palabra entren en su vida, dejen entrar la simiente de la Palabra de Dios, dejen que germine, dejen que crezca. Dios hace todo, pero ustedes déjenlo hacer, dejen que Él trabaje en ese crecimiento”, les pidió. A continuación, dejó unas cuantas preguntas para ayudar a los jóvenes a que reflexionaran sobre su mensaje. Les dijo: “¿Qué clase de terreno somos? ¿Somos como el terreno pedregoso? ¿Soy un joven atontado?”. El motivo de ese “atontamiento” lo localizó en los muchos “reclamos superficiales” que ofrece hoy la sociedad.

Francisco animó a los jóvenes a ir más allá de los “reclamos” y a tener el valor de ir “a contracorriente”. “¿Tengo valor o soy cobarde?”, les espetó, pidiéndoles que no fueran cristianos de medio pelo ni “almidonados”. Animado por la actitud receptiva del auditorio, afirmó con seguridad que la juventud “apuntaba a lo alto”, a decisiones “definitivas” que dieran un “pleno sentido” a su vida. “¿Es así o me equivoco?”, preguntó a la multitud.

Al hablar del campo como lugar de entrenamiento, el Papa echó mano del fútbol, gran pasión de Brasil y de tantos jóvenes en el mundo. “¡Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo! Nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda y feliz, y también un futuro con él que no tendrá fin, la vida eterna”, aseveró. Lo que espera Dios al pedirnos que seamos sus discípulos es que “juguemos en su equipo”, les dijo, para acabar la imagen futbolera instando a los jóvenes a que “suden la camiseta” como cristianos, “entrenándose” por medio de la oración, que brinda la posibilidad del diálogo con Dios, y dando testimonio de su fe. “Queridos jóvenes, ¡sean auténticos ‘atletas de Cristo’!”.

Jóvenes ‘indignados’

El papa Francisco bendice a los peregrinos con la custodia

El papa Francisco bendice a los peregrinos con la custodia

Al final de su discurso, animó a los presentes diciéndoles que nunca están solos, al recordarles la importancia de la comunidad para la Iglesia. “Formamos parte de una familia de hermanos que recorren el mismo camino: somos parte de la Iglesia; más aún, nos convertimos en constructores de la Iglesia y protagonistas de la Historia”, afirmó. Sus palabras estuvieron acompañadas por la pequeña representación que tuvo lugar antes de su intervención, en la que decenas de jóvenes fueron colocando en el escenario ladrillos para construir una iglesia. Acabó el Papa hablando de los indignados, el fenómeno de protesta social que ha prendido entre los jóvenes de España, Brasil, los Estados Unidos o Italia, entre otros países.

“He seguido atentamente las noticias sobre tantos jóvenes que han salido por las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y fraterna. Son jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio. Los aliento a que, de forma ordenada, pacífica y responsable, motivados por los valores del Evangelio, sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas presentes en sus países”, dijo Francisco. No era la primera vez que apoyaba los motivos que han llevado a los jóvenes a alzarse contra instituciones políticas que consideran injustas y obsoletas. Les regaló, además, una célebre cita de la beata Teresa de Calcuta, quien respondía cada vez que le preguntaban lo que había que cambiar en la Iglesia: “Tú y yo”.

Entre los dos millones de personas que participaron en la ceremonia había un buen número de españoles, como los diez jóvenes militares de la Escuela Naval Militar de Marín (Pontevedra), que habían viajado a Río de Janeiro con su capellán castrense. Varios de ellos habían participado en la JMJ de Madrid y querían repetir la experiencia. “Este ambiente es único. Lo vivimos en Madrid y queríamos vivir otra vez una JMJ. Estamos aquí para ver al Papa y para disfrutar con esta experiencia que transmite mucha fuerza y energía”, contaba Santiago González, uno de los jóvenes marinos. De entre 20 y 22 años, todos iban de uniforme y ondeaban una bandera de España por el amplio arenal de Copacabana.
En el nº 2.859 de Vida Nueva

 

Número especial JMJ de Vida Nueva

 

ESPECIAL WEB: JMJ RÍO 2013

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