Ante miembros del CELAM, el Papa pide una Iglesia basada en “la cercanía y el encuentro”
MIGUEL ÁNGEL MORENO | Francisco no quiso terminar su estancia en Río de Janeiro sin reunirse con el Comité de Coordinación del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), con los que repasó algunas partes del Documento de Aparecida de mayo de 2007, en el que él mismo participó como arzobispo de Buenos Aires, con gran protagonismo. El Papa resaltó algunas claves de los avances y desafíos pendientes en la adopción de las recomendaciones de Aparecida, y recalcó el carácter misionero que el documento prescribía para los episcopados latinoamericanos.
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“La Iglesia es institución, pero cuando se erige en centro se funcionaliza, y se convierte en ONG. La gran tentación de la Iglesia es pretender tener luz propia (…) Se vuelve autorreferencial y se debilita su intención de ser misionera. Deja de esposa para terminar siendo administradora. De servidora se transforma en controladora”, explicó Francisco durante su disertación ante los obispos, realizada en el Centro de Estudios de Sumaré, el domingo a las 16:00 hora local.
Un documento con la “música” de los fieles
El Papa inició su disertación tratando los antecedentes y el mismo proceso de redacción del Documento en la Basílica de Aparecida, un proceso muy especial porque se hizo compartiendo las Eucaristías con el pueblo, acompañado por “la música funcional de las oraciones de los fieles”.
La Misión Continental propuesta por los obispos latinoamericanos y caribeños también fue analizada por Francisco, que destacó la dinámica de cambios estructurales que esta misión comporta, que hace “caer las estructuras caducas”, en palabras del Pontífice.
Renovación y conversión
Para examinar la renovación interna de la Iglesia, Francisco planteó varias preguntas que, a su juicio debían ser planteadas por los pastores para examinar “la marcha de las Iglesias que presidimos”.
Entre estas cuestiones que tocó se incluyeron temas como el trabajo de los sacerdotes, que a su juicio tiene que ser más pastoral que administrativo, la manera de atender a los problemas “reactiva o proactiva”, o la participación laica en espíritu misionero, además de en herramientas de participación como los Consejos Diocesanos o Parroquiales.
“Creo que estamos muy atrasados en esto”, se lamentó el Papa respecto a la participación de los Consejos Parroquiales, donde incluso mencionó su experiencia como arzobispo en Buenos Aires.
“La respuesta a las preguntas existenciales del hombre de hoy, especialmente de los jóvenes, entraña un camino profundo que hay que recorrer con ayuda del Magisterio y de la Doctrina Social de la Iglesia”, dijo el Papa, que se mostró muy incisivo en la necesaria actualización de la Iglesia en contextos urbanos, llegando a mencionar las tribus urbanas como “un desafío enorme”, especialmente en las grandes ciudades.
“Si nos mantenemos en los parámetros de una cultura de siempre, el resultado terminará anulando la fuerza del Espíritu Santo. Dios está en todas partes, hay que descubrirlo para anunciarlo en el idioma de cada cultura. Este cambio de época todo es un desafío. Después se reordenará de nuevo, pero nos toca evangelizar en un cambio de época”, dijo Francisco.
Tentaciones presentes en la Iglesia
El Papa también mencionó varias posibles “tentaciones” que se pueden encontrar, específicamente en las Iglesias de América Latina, pero también en otros lugares, siempre “caricaturizadas”, como reconoció al final, pero buscando alertar a los obispos.
Entre estos peligros incluyó la tendencia a querer analizar los problemas desde una propuesta “aséptica”, en lugar de desde la mirada del discípulo, como se propuso en Aparecida.
También identificó problemas en maneras de entender la realidad desde perspectivas únicamente relacionadas con las Ciencias Sociales, o miradas “psicologistas”, centradas solamente en el autoconocimiento. Aunque también identificó una mirada gnóstica, que calificó como de “católicos ilustrados”.
“Con el inicio del pontificado uno recibe cartas, propuestas… De este tipo de fieles y católicos ilustrados, con propuestas como ‘que se casen los curas’, ‘que se orden en las monjas’, ‘que se dé la comunión a los divorciados’. No van al problema real de fondo, sino a estas posturas ilustradas”, explicó Francisco, respecto a este tipo de tentaciones “gnósticas” o “ilustradas”.
El Pontífice también destacó el “restauracionismo” como un peligro a la hora de entender la realidad de la Iglesia, según la cual “para los males de la Iglesia se busca una solución solo en la disciplina”, dijo el Papa, que condenó esta visión por ser “estática” e “involucionista”.
El funcionalismo “paralizante”, que crea una Iglesia más empresarial que misionera, y “reduce la Iglesia a una ONG”, también fue resaltado por Francisco; además del clericalismo, “una tentación muy actual en Latinoamérica” para Francisco. Ante ello, el Papa resaltó la religiosidad popular como una experiencia de “autonomía interesante”.
Una Iglesia misionera
Francisco dedicó buena parte de su discurso en identificar el “discipulado misionero” tratado en Aparecida, una forma de entender la Iglesia dinámica y no autorreferencial, orientada hacia los más alejados. “La posición del discípulo misionero no es una posición de centro, sino de periferia. El discípulo es enviado a las periferias existenciales”, explicó.
Para esta labor misionera, la Iglesia debe evitar “funcionalizarse” y “convertirse en una ONG”. “La gran tentación de la Iglesia es tener luz propia, y deja de ser misterium lunae (misterio de la luna) que decían los Santos Padres. Se vuelve autorreferencial y se debilita su intención de ser misionera”, explicó Francisco.
Una Iglesia misionera, según Francisco, debe estar asentada en dos categorías: cercanía y encuentro. Si bien el Papa advirtió que “ninguna es nueva”, Francisco dibujó algunas líneas como evitar “las pastorales lejanas” que ignoran “la revolución de la ternura”.
“Una piedra de toque para calibrar la cercanía es la homilía, ¿qué tal son nuestras homilías? ¿Son cercanas?”, preguntó el Papa a los obispos. “La Pastoral en última instancia es el ejercicio de la maternalidad de la Iglesia, hacer que la Iglesia sea madre”, agregó.
Las cualidades del obispo
Como último punto, y ya casi sin tiempo para continuar su programa, que incluía un encuentro a continuación con los voluntarios, Francisco repitió algunos de los criterios que considera necesarios para la labor de obispo, algo que ya en su momento explicó a los nuncios en Roma.
“Los obispos han de ser pastores, cercanos, padres y hermanos. Mucha mansedumbre, pacientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, interior como libertad y exterior como simplicidad y austeridad de vida. Hombres que no tengan psicología de príncipes, que no sean ambiciosos. Que no sean esposos de una Iglesia sin estar pendientes de otra, más importante”, explicó el Papa, que sobre todo vio necesario que los obispos estén preparados para “cuidar de la esperanza de su pueblo”.
En encuentro con los obispos del Comité de Coordinación del CELAM fue uno de los últimos actos de Francisco en su estancia en Río, el cual rápidamente a su salida de la Residencia de Sumaré, donde tuvo lugar la charla, se dirigió a un helicóptero para acercarse al encuentro con los voluntarios de la JMJ.