El Papa denuncia la “cultura del descarte”

papa Francisco abraza a un periodista en el vuelo papal de camino a JMJ Río 2013

papa Francisco abraza a un periodista en el vuelo papal de camino a JMJ Río 2013

DARÍO MENOR, a bordo del vuelo papal | Había inquietud entre los 71 periodistas que acompañaron a Francisco en el vuelo que le llevó a Río de Janeiro desde Roma, el 22 de julio, para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Según comentó días antes el portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi, el Papa no quería repetir las conferencias de prensa con preguntas que sus antecesores contestaban a bordo del vuelo. No estaba claro, por tanto, de qué podrían informar los reporteros.

Francisco, sin embargo, volvió a sorprender. Apareció por la zona trasera del avión, donde se ubica a los representantes de los medios, cuando todavía no se le esperaba, pues buena parte de ellos aún apuraba el desayuno.

El Papa no se sometió a las preguntas de los periodistas, pero sació su hambre de noticias. Aunque solo habló seis minutos, dejó una riada de titulares y se metió en el bolsillo a los cronistas, a los que luego saludó uno a uno. Algunos le hablaron de sus familiares en apuros, otros le dieron objetos para que los bendijera y a todos dejó encantados.

A diferencia de lo que ocurre tras las audiencias a los jefes de Estado o de Gobierno, cuando algunos pocos reporteros pueden estrechar la mano del Papa durante un instante, en el vuelo no hubo prisas y cada cual se demoró lo que quiso. Lombardi intentó que no se prolongara demasiado, pero Francisco le dijo riéndose: “¡Si tenemos diez horas de vuelo!”.

En su alocución, Francisco explicó que viajaba a Río de Janeiro “para encontrar a los jóvenes”, pero no de forma aislada. Él quiere verles “en su tejido social” y no cometer la “injusticia” de quitarles su pertenencia. “Los jóvenes tienen una pertenencia: a una familia, a una patria, a una cultura, a una fe. No debemos aislarlos. Ellos son el futuro de un pueblo”.

A continuación, logró ampliar las fronteras del mensaje de la JMJ al recordar que el futuro de un pueblo también está en manos de sus ancianos, que son los que poseen “la sabiduría de la vida”. En una incisiva denuncia de la marginación a la que somete nuestra sociedad a sus partes más débiles, Francisco habló de la “cultura del descarte”. Se le aplica a los mayores de forma injusta cuando “se les deja a un lado, como si no tuvieran nada que darnos”. En cambio, en ellos reside “la sabiduría de la vida, de la historia, de la patria, de la familia”.

La “cara B”

La crisis económica ha hecho que los jóvenes acompañen ahora a los ancianos en esa “cara B” de nuestra sociedad que provoca la “cultura del descarte”. “La crisis mundial no hace cosas buenas con los jóvenes. Leí la semana pasada el porcentaje de jóvenes sin trabajo… Pensad que corremos el riesgo de tener una generación que no ha tenido trabajo. Del trabajo viene la dignidad de la persona, de ganarse el pan. Los jóvenes, en este momento, están en crisis”, lamentó.

Para Francisco es doloroso que nos estemos habituando a esta forma de tratar a las personas, por lo que propuso un cambio que propicie “la cultura de la inclusión, la cultura del encuentro”. “Hay que hacer un esfuerzo para llevar a todos a la sociedad”, comentó.

Esa preocupación por los excluidos la dejó patente también en su primer viaje dentro de Italia, en Lampedusa. Si en el Airbus A330 con código AZ4000, el habitual en los vuelos papales, denunció “la cultura de la inclusión”, en Lampedusa habló de la “globalización de la indiferencia”. Dos advertencias en dos semanas para intentar evitar que nadie se quede atrás en la sociedad.

Antes de que el Papa hablara y saludara a los periodistas, tomó el micrófono Valentina Alazraki, corresponsal de la televisión mexicana Televisa, que lleva 34 años viajando con Juan Pablo II y Benedicto XVI, primero, y ahora con Francisco.

Alazraki le recordó al Pontífice su poco gusto por las entrevistas y, bromeando, dijo que tal vez pensaba que Lombardi le había llevado “a la jaula de los leones”. “La verdad es que no somos tan feroces”, le tranquilizó.

Francisco recogió el guante de la vaticanista y, al despedirse, comentó con una sonrisa: “Sois mis queridos santos no de mi devoción y leones no tan feroces. Muchas gracias”.

En el nº 2.858 de Vida Nueva

 

ESPECIAL JMJ RÍO 2013

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