Junto a las autoridades políticas, también bendice las banderas de los Juegos Olímpicos de 2016
M.A. MORENO | En una breve visita al Palacio da Cidade de Río, Francisco fue recibido esta mañana (a las 9:45, hora brasileña, las 14:45 de España) por el alcalde de Río, Eduardo Paes, y acompañado también por el arzobispo de la capital carioca, monseñor Orani Joao Tempesta. La cita tuvo un tono muy cordial, con un Papa sonriente, que fue saludando tanto a autoridades políticas como a varios deportistas brasileños de distintas disciplinas.
El Papa recibió la llave simbólica de la capital carioca en un estuche de manos de Guilherme, un niño en silla de ruedas que le fue presentado segundos antes de salir al balcón de la Casa de la Ciudad, que daba a un jardín donde un grupo de personas esperaba para verle, ataviadas con los chubasqueros que se están convirtiendo en un elemento imprescindible durante la estancia brasileña del Pontífice.
A continuación, con un hisopo bendijo las dos banderas, correspondientes a los Juegos Olímpicos y a los Juegos Paralímpicos, que se celebrarán en Rio de Janeiro en 2016, además de un icono y un crucifijo que le presentaron desde el jardín.
“Y recen por mí”
“Buenos días a todos los que están aquí en este momento. Y ahora voy a darles la bendición a todos, a sus familias, a sus amigos, a todo el barrio. A todos”, dijo el Papa en castellano, para después pronunciar la bendición en portugués. “Y recen por mí”, apostilló después.
En una cordial charla con el alcalde Paes, Francisco recomendó a las autoridades de la capital carioca una habitual costumbre en muchos países católicos para que deje de llover en los acontecimientos. “Hay que mandarle una docena de huevos a las monjas clarisas”, aseguró Francisco, que provocó las risas de sus interlocutores, sorprendidos por la espontaneidad del Pontífice.
