El abrazo del Cristo Redentor

grupo de peregrinos en la estatua del Cristo de Corcovado Río de Janeiro

Paisaje y corazón de Río de Janeiro, es eje turístico, cultural y religioso

grupo de peregrinos en la estatua del Cristo de Corcovado Río de Janeiro

El abrazo del Cristo Redentor en Corcovado, símbolo de la JMJ 2013 [extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | “Cristo, desde lo alto del Corcovado, con los brazos extendidos, nos invita a conocer su corazón y abrir el nuestro, para Él y nuestros hermanos, en la misión de hacer discípulos misioneros a todas las naciones”.

El Cristo Redentor que Heitor da Silva Costa concibió en 1921 –e inaugurado diez años después– es el gran centro de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Río. Un eje turístico porque, insertado en el logotipo oficial de la JMJ, está tan presente en la programación oficial como en el paisaje y corazón de la ciudad carioca.

“Se permitirá una visita nocturna al Cristo por primera vez; para ello, estamos implementando una nueva iluminación artística en el acceso por Paineiras y también en lo alto del Corcovado. Entendemos la importancia del Cristo como símbolo de la JMJ y, por ello, no estamos escatimando en esfuerzos para que todos los peregrinos puedan visitar el monumento”, destaca Luiz Fernando Barreto, responsable ejecutivo de Paineiras-Corcovado. Hasta el 1 de agosto se podrá acceder al mismo durante las 24 horas.

El Cristo Redentor es, además, un eje cultural porque desde el gran monumento parte el Itinerario de fe que descubrirá “los tesoros de la ciudad de Río; ciudad que nos habla de lo más bello, lo más grande… porque Río nos habla constantemente de Dios”, según Andrea García, voluntaria colombiana y responsable del circuito que incluye 28 iglesias históricas en Río y 6 en Niterói; entre ellas, la iglesia de Nuestra Señora de la Lapa de los Mercadores, la iglesia de la Orden Tercera de Nuestra Señora del Monte Carmelo y la iglesia de Santa Cruz de los Militares.

“A través de su arte y arquitectura –dice el programa oficial del peregrino–, los templos reflejan lo que a menudo las palabras no pueden explicar, algo que está sembrado en lo profundo de nuestros corazones, una experiencia íntima con Dios, que ofrece algo único y personal”.

Este Itinerario de fe es una de las 600 actividades que, finalmente, se han incluido en el Festival de la Juventud, la programación cultural que ha preparado la organización de la JMJ.estatua del Cristo de Corcovado Río de Janeiro

Eje religioso

Hay, sin embargo, un tercer eje, el religioso, en el que el Cristo Redentor que reina sobre el monte Concorvado y la ciudad de Río de Janeiro es, más allá del indiscutible símbolo de un país, un testimonio de fe y de evangelización.

“Adoro este Cristo turista con los brazos abiertos / Que procura equilibrio a una montaña de Brasil. / Los hombres de fe tienen esperanza en Él porque es ligero, / Porque es omnipresente, porque es inmutable. / Él acompaña al hombre de hormigón a través de todas las distancias, / a través de todas las perspectivas, /
a través de todas las circunstancias”
.

Los versos de Jorge de Lima describen con sus contrapuntos el calado evangélico de un monumento que se erigió a partir de la iniciativa de un grupo de fieles reunidos en el Círculo Católico de Río, reto asumido por el cardenal Sebastião Leme –principal impulsor del proyecto– y financiado por suscripción popular, incluidas rifas y todo tipo de donaciones. “Yo vivía en Petrópolis y vendí mucha rifa en las calles”, dice la museóloga Maria Augusta Machado, una de las investigadoras que mejor conocen este Cristo.

Machado publicó en su día un libro referencia, Cristo Redentor do Concorvado (1981), en el que se describe cómo la idea de construir un monumental Cristo en la cima del Concorvado –que antes del siglo XVII se llamaba bíblicamente el Pico de la Tentación–, a 710 metros de altura, ya la tuvo el sacerdote francés Jean Marie Boss, capellán del Colegio de la Inmaculada Conceição, en Botafogo.

Pero murió en 1916 sin ver realizado su sueño: “¡Oh Corcovado! Allá se yergue el gigante de piedra, acantilado, altanero y triste, como interrogando el horizonte inmenso… ¿Cuándo vendrá?… ¡Cuántos siglos llevo esperando!… Sí, aquí está el pedestal único en el mundo. ¿Cuándo vendrá la estatua, colosal, imagen de quien me hizo?”, escribió en 1903.

En el Círculo Católico, con el aliento del cardenal Sebastião Leme, se rescató la propuesta como testimonio del catolicismo del Brasil –20.000 firmas apoyaron la solicitud al Gobierno de cesión del terreno para su construcción– y que pretendía inaugurarse en 1922 en conmemoración del centenario de la independencia. No lo hizo hasta 1931.

La cineasta Bel Noronha, bisnieta de Heitor de Silva Costa, narró en el documental De brazos abiertos los avatares de la construcción del monumento, de 38 metros de altura con el pedestal y 1.145 toneladas, a partir de un amplio texto publicado por su bisabuelo en la revista O Cruzeiro, revista semanal ilustrada, en 1931.

El cuerpo y los brazos de Cristo fueron considerados por Silva Costa como obra de ingeniería y arquitectura, sobre todo, por los fuentes vientos y las descargas eléctricas a las que debía de hacer frente. Las manos y la cabeza, sin embargo, fueron tratados como escultura. La talla fue encargada al escultor francés Paul Landowski.vista de Río de Janeiro desde el monte de Corcovado donde está la escultura de Cristo

El proyecto original del Cristo Redentor, proyectado por Silva Costa con diseños del pintor Carlos Oswald –y con el que ganaron el concurso convocado por el Círculo Católico en mayo de 1921–, era sin embargo muy distinto al que se ve hoy: mostraba a Jesús con una cruz en su mano derecha y en la izquierda una bola del mundo.

Según Bel Noronha, una antena en cruz instalada en cima del Corcovado le sugiere a su bisabuelo una nueva y sintética idea: “Que la cruz fuese el propio Cristo con los brazos abiertos y que el mundo fuese la ciudad a la que abraza con su gesto”.

Silva Costa se marchó a París para trabajar junto a Landowski y el ingeniero Albert Caquot; concibieron el diseño definitivo en 1926, con la cabeza levemente inclinada, e incorporaron la única imposición del cardenal Leme: el Cristo debería tener un Sagrado Corazón. Es la única parte visible del monumento tanto por fuera como por dentro. El interior del Cristo Redentor es una estructura hueca de doce plantas y trama de escaleras desde los pies –descalzos– a los hombros. Todo el monumento –propiamente art déco, movimiento artístico en el que se suele incluir– está revestido por dos millones de teselas de piedra-jabón, una roca metamórfica que la protege de las inclemencias.

Nuestra Señora de Aparecida

Ya solo quedaba la construcción a partir de los moldes de la cabeza y las manos a tamaño real enviados por Landowski desde París y el cálculo estructural de Caquot.

Cinco años tardó Silva Costa, junto a los ingenieros Heitor Levy y Fedro Fernandes Vianna, en construir la enorme estatua en hormigón armado sobre un pedestal de 8 metros de alto y 9 de ancho en el que se instaló una pequeña capilla dedicada a Nuestra Señora de Aparecida, patrona de Brasil, a la que el papa Francisco ha pedido que “guíe los pasos de los peregrinos y abra sus corazones para acoger la misión que Cristo les dará”.

Desde 2006, cuando se celebraron los actos del 75º aniversario de su construcción, el Cristo Redentor es también santuario. “Es mucho más que una simple atracción turística y paisajística”, dijo entonces Benedicto XVI. “Es símbolo de amor –añadió–, apelación a la reconciliación e invitación a la fraternidad”. Mucho más que una de las siete maravillas del Mundo Moderno.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.858 de Vida Nueva

 

ESPECIAL JMJ RÍO 2013

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