Brasil: así es la Iglesia que recibe a Francisco

La JMJ es una oportunidad para replanteamientos pastorales, en un país donde las desigualdades sociales siguen siendo escandalosas

hombre en Brasil mirando al horizonte

GRAZIELA CRUZ | El año 2013, sin duda, pasará a la historia de Brasil como un año de grandes movilizaciones populares, con las calles y avenidas llenas de gente, con plazas y estadios resonando de gritos y cantos de celebración. Las razones de tantas movilizaciones son varias. Poco antes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Río de Janeiro, cerca de dos millones de brasileños salieron a las calles en un centenar de ciudades para expresar su descontento con los problemas económicos y políticos que afectan a la gran mayoría de la gente.

Paralelamente a la celebración del torneo futbolístico de la Copa Confederaciones, televisado a todo el mundo, los brasileños se echaron en junio a las plazas y avenidas para exigir que los gobiernos diesen prioridad a la educación, a la salud, a la vivienda y al transporte público, y, a la vez, para denunciar el excesivo gasto en la preparación para la Copa del Mundo de Fútbol del próximo año en un país cuya población aún sufre para poder satisfacer sus necesidades básicas.

Atentos a la voces de la calle, la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) dio a conocer en aquellos días una declaración en apoyo de las manifestaciones democráticas, reconociendo que se trata de un fenómeno social que despierta al pueblo brasileño a una nueva conciencia. “Nacida libre y espontánea desde las redes sociales, las movilizaciones nos cuestionan a todos nosotros y muestran que no es posible vivir en un país con tanta desigualdad. Claman contra la corrupción, la impunidad y la falta de transparencia en la administración pública. Denuncian la violencia contra los jóvenes. Son, al mismo tiempo, testimonio de que la solución de los problemas experimentados por el pueblo brasileño solo es posible con la participación de todos. Hacen, con eso, renacer la esperanza cuando gritan: ‘El gigante se despertó’”, señala la nota de los obispos hecha pública el 21 de junio con el elocuente título de Escucha el grito que viene de la calle.

manifestaciones de jóvenes en Brasil

Las manifestaciones han sido una constante en el país en las últimas semanas

La Jornada Mundial de la Juventud encuentra a Brasil en este clima de turbulencia política y social, algo que, según el arzobispo de Río de Janeiro y presidente del Comité Organizador de la JMJ, Orani Tempesta, no afectará en nada a la realización de ese gran acontecimiento eclesial. En una conferencia de prensa, arzobispo reveló que la Jornada está en sintonía con las demandas del pueblo brasileño.

“El grito por un mundo más justo es lo que propone la Jornada. En este aspecto, la JMJ está en sintonía con las manifestaciones. En la Jornada nace la preocupación de que el joven tenga esperanza en el mañana, que, por cierto, es el tema de nuestro himno: Amanecer de la Esperanza”, afirmó el prelado.

De hecho, monseñor Orani señaló igualmente que muchos voluntarios que han estado participando en la preparación de la JMJ también se lanzaron a las calles aquellos días. “Muchos de nuestros jóvenes voluntarios que trabajan en la Comisión participaron en las marchas. Muchos de los que estaban en las marchas de protesta son católicos. Creo que un cristiano es alguien que tiene una espiritualidad, pero también tiene su conciencia política. Amar a los demás también significa trabajar para dar a todos la justicia, la igualdad y la ciudadanía”.

En este sentido, Orani Tempesta señaló que la Jornada también contará con foros que plantean cuestiones sociales durante estos días. “Vamos a tener foros sobre los jóvenes en el mundo, debate con la ONU sobre el futuro de la humanidad, los derechos humanos, el diálogo interreligioso y ecuménico, la sostenibilidad y la asequibilidad, la cuestión de los adictos a las drogas. Lo importante es que estas discusiones lleven consecuencias a todo el mundo, ya que tendremos jóvenes de más de 175 naciones”, explicó el prelado.

¿Todavía el mayor país católico del mundo?

Sí, Brasil sigue siendo el país católico más grande del mundo. Pero puede ser que, en unas pocas décadas, esta respuesta sea diferente. En la última década, la Iglesia católica registró una reducción de aproximadamente 1,7 millones de fieles, lo que representa una contracción del 12,2%.

Si en 1970 el 91,8% de los brasileños se confesaban católicos, en 2010 este porcentaje pasó al 64,6%. Quienes más crecen son los evangélicos, que durante estos cuarenta años subieron del 5,2% al 22,2% de la población.

¿Y con respecto a la población joven? Se puede percibir que el catolicismo registra una gran pérdida entre los jóvenes. Hoy en día, hay menos católicos menores de 29 años que en 2000; las nuevas generaciones están más alejadas de las iglesias tradicionales; los evangélicos tienen porcentajes más altos en el rango de 5 a 14 años y los que afirman no tener religión muestran un aumento entre la gente de 15 a 19 años.

Brasil, la Iglesia que recibe a Francisco, íntegro solo para suscriptores de Vida Nueva

En el nº 2.858 de Vida Nueva.

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