Francisco sacude la conciencia de Occidente en Lampedusa

papa Francisco con inmigrantes en Lampedusa 8 julio 2013

Juan XXIII y Juan Pablo II serán canonizados conjuntamente antes de fin de año

papa Francisco con inmigrantes en Lampedusa 8 julio 2013

Lampedusa: una visita que ya agita conciencias€ [extracto]

ANTONIO PELAYO. ROMA | La isla de Lampedusa es el último eslabón de Italia en aguas del Mediterráneo, ya más cercana a las costas de Libia que a las de Sicilia; por eso es llamada “puerta de Europa” y, según datos de ACNUR (Agencia de la ONU para los refugiados), 8.400 emigrantes y solicitantes de asilo llegaron a la isla en los seis primeros meses del año.

Francisco eligió Lampedusa como meta de su primer viaje fuera de la península italiana después de leer en los periódicos la odisea de un largo centenar de somalíes y eritreos, que naufragaron, el 16 de junio, cuando intentaban alcanzar la isla; una decena de ellos fueron tragados por el mar, aumentando así la pavorosa cifra de desaparecidos en el Mare Nostrum.

El suyo ha sido un viaje muy breve: despegó a las ocho de la mañana del lunes 8 de julio del aeropuerto de Ciampino y, poco después de las dos del mediodía, ya estaba de regreso en Santa Marta. Pero la brevedad quedó compensada por la intensidad y la enorme fuerza simbólica de su presencia en este escenario de tragedias y esperanzas.

Fue, además, una visita presidida por la austeridad, más que visible en el báculo que utilizó y que había sido realizado para él con maderas de algunas de las pateras varadas en la isla. El Vaticano había hecho saber que el Papa deseaba reducir al mínimo la presencia de personalidades políticas, y esta se limitó a la de la alcaldesa de Lampedusa, Giuseppina Nicolini.papa Francisco con inmigrantes en Lampedusa 8 julio 2013

Nada más aterrizar, el Santo Padre se dirigió a Cala Pisana, donde embarcó en una nave de la Guardia Costera, a la que acompañaron algunas embarcaciones de pescadores. Durante el corto trayecto, pudo visionar un reportaje sobre recientes rescates de náufragos y, después de unos minutos de recogimiento y oración, arrojó por la borda una corona de margaritas blancas y amarillas en memoria de las víctimas del mar.

De vuelta al puerto, en el muelle de Punta Favarolo, saludó a unas decenas de jóvenes emigrantes, algunos de ellos huérfanos y la mayoría musulmanes. En nombre de todos, uno le agradeció su presencia y le pidió su ayuda para superar su trágica situación. Después, a bordo de un jeep, prestado por uno de los habitantes de la isla, se dirigió al campo deportivo donde iba a tener lugar la Santa Misa. En el estadio se habían congregado unas 15.000 personas –habitantes de la isla, turistas y varios centenares de refugiados–, que le acogieron con mucho calor. Por voluntad del Papa, fue una eucaristía penitencial, de petición de perdón a los inmigrantes, y así lo subrayó en su homilía.

“‘¿Dónde está tu hermano? La voz de su sangre grita hasta mí’, dice Dios –se cuestionó Francisco, en uno de los pasajes más emotivos de su alocución–. Esta no es una pregunta dirigida a otros, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Esos hermanos y hermanas nuestros intentaban salir de situaciones difíciles, para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un lugar mejor para ellos y sus familias, pero han encontrado la muerte”.

papa Francisco viaja a Lampedusa para rezar por los inmigrantes 8 julio 2013

El Papa lanzó una corona de flores al mar en memoria de los inmigrantes fallecidos

El Papa evocó después Fuenteovejuna, la obra de Lope de Vega, para indicar la responsabilidad colectiva en estos dramas: “¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas? ¡Ninguno! Todos respondemos igual: no he sido yo, yo no tengo nada que ver, serán otros, ciertamente yo no… Hoy nadie en el mundo se siente responsable de esto: hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna; hemos caído en la actitud hipócrita del sacerdote y del servidor del altar de los que habla Jesús en la parábola del Buen Samaritano… La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles al grito de los otros, nos hace vivir en unas pompas de jabón que son bonitas, pero no son nada; son la ilusión de lo fútil, de lo provisional, que lleva a la indiferencia hacia los otros o, mejor, lleva a la globalización de la indiferencia. En este mundo de la globalización, hemos caído en la globalización de la indiferencia”.

“Pidamos al Señor que quite lo que ha quedado de Herodes en nuestro corazón –concluyó–; pidamos al Señor la gracia de llorar por nuestra indiferencia, de llorar por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que, en el anonimato, toman decisiones socio-económicas que producen situaciones que llevan a dramas como estos”. [OPINIÓN: ¿Instaurar el Reino?, por Juan María Laboa] | [ENTREVISTA: Stefano Nastasi, párroco de Lampedusa]

Encíclica Lumen fidei

En otro orden de cosas, como anunciamos en el número anterior, el viernes 5 de julio fue presentada la Lumen fidei, primera encíclica del pontificado [EDITORIAL: ‘Lumen fidei’, la encíclica de la continuidad apostólica]. En la Sala de Prensa de la Santa Sede, repleta de informadores, tomaron la palabra con sendas y soporíferas intervenciones el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos; Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; y Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.

Todos ellos insistieron en la novedad de esta encíclica, llamada de las “cuatro manos”, porque en su redacción han intervenido el papa emérito y el reinante.

Bergoglio no elude el tema y, en el punto número 7 del texto, escribe: “Él [Ratzinger] ya había completado, prácticamente, una primera redacción de esta carta encíclica sobre la fe. Se lo agradezco de corazón y, en la fraternidad de Cristo, asumo su precioso trabajo añadiendo al texto algunas aportaciones”.

Como ha escrito en Il Corriere della Sera (6 de julio) Luigi Accatoli, “la encíclica es casi toda de Benedicto y la estimación de las aportaciones de Francisco es de apenas un diez por ciento, ocho de las ochenta páginas. Lo suficiente para que se pueda decir que el documento tiene la riqueza doctrinal del papa Ratzinger y el calor comunicativo del papa Bergoglio”.

Según el acreditado vaticanista, este párrafo del apartado 34 proviene de la cosecha bergogliana: “El creyente no es arrogante; al contrario, la verdad le hace humilde, sabiendo que, más que poseerla él, es ella la que le abraza y le posee. En lugar de hacernos intolerantes, la seguridad de la fe nos pone en camino y hace posible el testimonio y el diálogo con todos”.

Lo mismo se dice del final del punto número 57: “No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el camino, que ‘fragmentan’ el tiempo transformándolo en espacio. El tiempo es siempre superior al espacio. El espacio cristaliza los procesos; el tiempo, en cambio, proyecta hacia el futuro e impulsa a caminar con esperanza”.encíclica Lumen fidei de Francisco junio 2013

Personalmente, también creo que Francisco introduce en el número 6 la siguiente afirmación: “El Año de la fe ha comenzado en el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II. Esta coincidencia nos permite ver que el Vaticano ha sido un concilio sobre la fe”. Esta significativa frase va corroborada con esta cita de Pablo VI: “Si el Concilio no trata expresamente de la fe, habla de ella en cada una de sus páginas, reconoce su carácter vital y sobrenatural, la supone íntegra y fuerte, y construye sobre ella sus doctrinas”. La intencionalidad de esta inserción y la cita que la acompaña es subrayar la continuidad del magisterio de los últimos papas sin que constituya un óbice a su personal diversidad. [DOCUMENTOS: Encíclica Lumen fidei (PDF)] | [OPINIÓN: Fe, luz de la verdad de un amor, por Gonzalo Tejerina, OSA]

Canonizaciones de dos papas

Justamente, lo que ha puesto de manifiesto la doble decisión del papa Francisco, anunciada ese mismo día 5, de proceder a la aprobación final de la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II.

Que Karol Wojtyla iba a ser canonizado este año se daba por descontado una vez que los médicos, los teólogos y los cardenales habían aprobado un segundo milagro atribuido al ya beato Juan Pablo II en la persona de una mujer de Costa Rica curada de un aneurisma. Ha constituido, sin embargo, una sorpresa que el Santo Padre haya dispensado de este requisito a Juan XXIII, beatificado junto a Pío IX el 3 de septiembre del año 2000.

Se supone que ambos serán canonizados en una ceremonia conjunta, cuya fecha será anunciada en un próximo Consistorio, pero que, según el padre Federico Lombardi, portavoz vaticano, tendrá lugar antes de finales de año; podría ser el 8 de diciembre, según indiscreciones bastante fiables.

La Congregación para las Causas de los Santos promulgó también ese día 5 otros decretos, reconociendo sendos milagros al siervo de Dios Álvaro del Portillo, sucesor de san Josemaría Escrivá como prelado del Opus Dei, y a Madre Esperanza, fundadora de las Esclavas del Amor Misericordioso, que serán beatificados en su día. Además, a los “asesinados por odio a la fe en España entre 1934, 1936 y 1939”, se han sumado otros 42 mártires.

Por si fueran pocos todos estos acontecimientos, ese viernes 5 nos proporcionó la oportunidad de ver de nuevo juntos y en público a Benedicto XVI y a Francisco. Les reunió en los Jardines Vaticanos la inauguración de un monumento a san Miguel Arcángel, obra del escultor Giuseppe Antonio Lomuscio.

Era una mañana soleada y térmicamente no muy severa, lo que agradeció la pequeña multitud de empleados del Governatorato, que acogieron a Joseph Ratzinger con muestras de gran afecto y respeto cuando este llegó a la plazoleta, cercana a la antigua estación del ferrocarril vaticano. Cuando minutos después llegó Francisco, ambos se estrecharon en un caluroso abrazo.

“Al papa Benedicto –dijo Bergoglio– se dirige siempre nuestro afecto y nuestro reconocimiento, y a él queremos expresarle nuestra gran alegría por tenerlo aquí presente en medio de nosotros. ¡Gracias de corazón!”. Benedicto recogió alzando sus brazos el aplauso de todos los presentes, a algunos de los cuales saludó al final de la breve ceremonia. Tres meses después de su renuncia, el papa emérito presentaba un aspecto mejorado respecto a las imágenes de él que habíamos visto con anterioridad.

En el nº 2.856 de Vida Nueva

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