45 millones de personas no tienen hogar

Entreculturas, el SJR o Manos Unidas atienden a refugiados y desplazados

religiosa con mujer refugiada en República Democrática del Congo

Una religiosa acompaña a una refugiada en R.D. Congo

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Hace un año, nació un nuevo país: Noland no cuenta con bandera ni himno, pero sí con una Constitución articulada en principios tan claros como estos: “No existirá un solo ciudadano de Noland sin acceso a la educación ni sin atención médica. Nadie será discriminado por religión, sexo o raza. No existirá desigualdad alguna entre los ciudadanos”.

Aunque su principal norma es esta: “Será ciudadano de Noland cualquier persona refugiada, tanto urbana como en campamentos, que haya tenido que salir de su país y no pueda volver a él”. Y es que Noland no es sino un país virtual que, impulsado por la ONG jesuita Entreculturas, trata de visibilizar el drama de las 45,2 millones de personas refugiadas y desplazadas en todo el mundo.

Pero, si hablamos de refugiados, uno de los países donde más incidencia tiene este fenómeno hoy es la República Centroafricana, sumida en el caos desde que hace tres meses los rebeldes de la Seleka tomaran Bangui, la capital.

madre e hijos refugiados en Siria

Una familia siria refugiada

Las consecuencias para los habitantes no han tardado en hacerse notar: “Según los últimos datos de los que disponemos, hay 54.987 centroafricanos que se han refugiado en países vecinos, sobre todo en la República Democrática del Congo. Y se cuentan, además, 206.000 desplazados internos. Todo esto sobre una población de 4,6 millones”.

Quien esto explica es el misionero español Jaime Moreno, director del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) en el país.

Campamentos ocultos en Haití

Una caso diferente se da en Haití. Allí no hay refugiados por un conflicto bélico, pero no por ello el problema es menos grave. Cerca de cumplirse dos años del terremoto, Vida Nueva acompañó a una delegación de Manos Unidas para visitar muchos de sus proyectos de ayuda en el país. Entonces, algunos de los campamentos ya empezaban a levantarse… sin que se hubiera encontrado acomodo para los refugiados.

Hoy, camino ya de los cuatro años, el panorama no es mucho mejor, como confirma Jimena Francos, responsable de Proyectos de Manos Unidas en República Dominicana y Haití: “Seguramente, quienes siguen viviendo ahí sea porque no tienen otro lugar ni nunca lo tuvieron antes del terremoto, o porque, quizá, aún esperan recibir alguna vivienda por seguir allí…”.

45 millones de personas no tienen hogar, íntegro solo para suscriptores

En el nº 2.856 de Vida Nueva

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