Los testimonios martiriales marcan la 66ª Semana de Misionología de Burgos

66 Semana de Misionología 2013 en Burgos

“Nadie puede quitarnos la vida, la hemos entregado ya”

66 Semana de Misionología 2013 en Burgos

Texto y foto: FERNANDO REDONDO. BURGOS | Misión, misionero, anuncio de la fe… hablar de Burgos es hablar de misiones, misionología y misioneros y, cuando se alcanza la 66ª Semana consecutiva, se puede señalar que es una realidad asentada, firme, dispuesta y predispuesta para contribuir a la misión de la Iglesia, para profundizar en el cumplimiento del mandato apostólico de hacer presente a Cristo y mostrar el valor redentor de su Evangelio, para transmitir el carácter misionero de la confesión de fe.

Es lo que se ha vivido durante las ponencias y mesas redondas celebradas en Burgos, con el título Testigos de la fe… hasta la muerte, lo que provocó que Tomás Mi, diácono de China, que participó de manera semiclandestina en la mesa redonda de testimonios misioneros, afirmara como continuación del título de la Semana de Misionología que “claro, porque vale la pena por Cristo”.

Semana de Misionología que ha reunido a más de cien personas del 8 al 11 de julio, en una convocatoria organizada por la Comisión Episcopal de Misiones, la Archidiócesis de Burgos y OMP.

Fue el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, el responsable de inaugurar el evento, señalando que “el mártir cristiano no es un desesperado que renuncia a continuar viviendo, ni un kamikaze: ama la existencia y muere perdonando”. También señaló que “el martirio es como un control de calidad del cristianismo”, subrayando que es un antídoto contra el relativismo y la cultura actual, en la que nada es absoluto. Es más, según explicó, el martirio nos interpela, para ver si estamos dispuestos a entregarnos hasta el final”.

“La fe se hace anuncio”

La fe, silenciada y excluida; El testigo-mártir en la Iglesia; Mártires en el siglo XXI; La libertad religiosa en un mundo globalizado; Porque creo, doy testimonio; Una iglesia martirial que engendra testigos de la fe; ¿Cómo contar el martirio de los misioneros?; La elocuencia de los misioneros o La glorificación de los mártires fueron algunos de los temas compartidos en conferencias y mesas redondas.

Queda claro, como se ha recogido en muchos de los testimonios, que la fe se fortalece dándola y, por eso, Juan Cruz, de la Diócesis de Ciudad Real, señalaba que esta Semana es un “regalo, por compartir con gente como yo, que tiene la misma inquietud de testimoniar a Cristo, hasta donde Él nos lleve”. Por su parte, Jesús López Muñoz, delegado de Misiones de Toledo, explicaba cómo, en los testimonios que se han escuchado, “la fe se hace anuncio”, y que debemos seguir compartiendo para “profesar, testimoniar y proponer”.

El arzobispo de Toledo y presidente de la Comisión Episcopal de Misiones, Braulio Rodríguez Plaza, destacó durante el encuentro la necesidad de “sentir dentro de nosotros la premura de la misión”; premura y convencimiento que se ha mostrado de manera más intensa en la mesa redonda de testimonios misioneros.

“Nadie puede quitarnos la vida, la hemos entregado ya”. Así escribía Esther, la agustina española que junto con Caridad fueron asesinadas la tarde del Domund de 1994 en Argelia. María Paz Martín, provincial de las agustinas por entonces, subrayó que sus compañeras murieron por la paz y la fe, y que no se frenaron ante el miedo, siempre desde las razones evangélicas por las que siguieron y continuaron en Argelia.

Juan Cruz Juaristi, actual delegado de Misiones de San Sebastián, explicó cómo fue asesinado su compañero, también vasco, Isidro Uzkqudun, en Ruanda, fruto de de la violencia y de la venganza posterior al genocidio de 1994. El misionero denunció las injusticias que estaba viviendo la gente del pueblo, lo que le llevó a la muerte. En ese sentido, Cruz destacó cómo Isidro siempre había tenido claro que los ruandeses tenían que ser los protagonistas de su destino y cómo les recordaba su dignidad.

Luis Pérez, misionero javeriano en Sierra Leona más de 25 años, fue secuestrado por los rebeldes y vivió la muerte de cuatro Hijas de la Caridad que habían sido capturadas con él. El misionero explicó que el secuestro le ayudó a encontrar al Cristo real, presente en el sufrimiento. “Cuando llegué a Sierra Leona, creía en Dios. Después de mis años de misión, puedo decir que estoy convencido de que la fe es real”, afirmó.

El secuestro fue para él “un don; eso sí, amargo”. Por ello, señala que “el secuestro supuso la plenitud nueva en la vida, con un sentimiento de gratitud, que me demostró que la fe es eficaz”.

En el nº 2.856 de Vida Nueva

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