‘La bicicleta verde’: mujeres en Arabia

La bicicleta verde, película

La bicicleta verde, película

J. L. CELADA | Una mujer dirige la primera película de Arabia Saudita. Así lo anuncia el cartel de La bicicleta verde. Y este reclamo promocional, a la postre, se convierte no solo en la gran novedad y aliciente del último trabajo de Haifa Al Mansour, sino en su mejor –¿y única?– baza.

La colorida bici del título constituye el objeto del deseo de la protagonista, una niña dispuesta a hacer todo lo que esté en su mano para comprarla, aun cuando sabe que no le está permitido montar en ella. La adquisición del preciado vehículo se erige, además, en un pretexto muy oportuno para que la directora vaya dejándonos interesantes pinceladas sobre la situación de la mujer en su país, sometida a una humillación silenciosa por parte de sus maridos y de la propia sociedad saudita.

Haciendo gala del mismo atrevimiento y obstinación que guían a la chica en su peripecia –también, en ciertos casos, de esa mirada un tanto inocente–, la cineasta nos descubre una galería de personajes femeninos que, en distintos ámbitos, sobrevive a la sumisión y la soledad (madres de familia, profesoras, alumnas…).

Todas ellas saben lo que es soportar el calor de la región bajo un burka o un velo, pero, sobre todo, lo que supone su invisibilidad: no pueden ser vistas ni oídas por hombres en público, porque “la voz de una mujer debe ser su desnudez”; no hay rastro alguno de su presencia en el árbol genealógico; a menudo son víctimas del rechazo de sus esposos ante la imposibilidad de concebir un varón; o sufren los agravios comparativos que acarrea la poligamia. Por no hablar del matrimonio, que pende sobre ellas como una constante amenaza para reconducirlas al “buen camino”, siendo todavía unas crías.La bicicleta verde, película

Gracias a la pasión y la astucia empleadas por Wadjda (la niña Waad Mohammed, plena de frescura interpretativa) en busca del dinero necesario para adquirir La bicicleta verde que se vende en su calle de los suburbios de Riad, la realizadora camufla su discurso de denuncia, disfrazándolo a ratos de travesura infantil. Una decisión que quizá le sirva para seguir dirigiendo en un futuro nuevas producciones nacionales, aunque, sin duda, resta contundencia a su propuesta.

Las gotas de buen humor que desprende la sola presencia de nuestra pequeña heroína, incluso en circunstancias tan “serias” como la lectura del Corán, confieren un sabor agridulce a la narración que facilita su digestión. Sin embargo, la sencillez del guión, casi plano en su ritmo y tensión dramática, impide ahondar en las causas –y consecuencias– de tamañas injusticias y discriminaciones: esposas desubicadas, niñas asustadas, profesionales de la educación reprimidas… Demasiados y graves argumentos como para apelar a la sutileza.

Pese a todo ello, esta cinta ya ha hecho historia. Solo cabe esperar que el camino abierto por Haifa Al Mansour cuente pronto con otras cineastas dispuestas a transitarlo. Por el bien del cine y, muy especialmente, de millones de compatriotas suyas.

FICHA TÉCNICA:

TÍTULO ORIGINAL: Wadjda.

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Haifa Al Mansour.

FOTOGRAFÍA: Lutz Reitemeier.

MÚSICA: Max Richter.

PRODUCCIÓN: Gerhard Meixner, Roman Paul.

INTÉRPRETES: Waad Mohammed, Reem Abdullah, Abdullrahman Al Gohani, Ahd, Sultan Al Assaf.

En el nº 2.855 de Vida Nueva

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