Riesgo de colapso en la República Centroafricana

arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, junto a otros líderes religiosos de República Centroafricana

Los obispos denuncian la anarquía y advierten contra el posible islamismo de la Seleka

arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, junto a otros líderes religiosos de República Centroafricana

El arzobispo Nzapalainga (dcha.) con otros líderes religiosos

Riesgo de colapso en la República Centroafricana [extracto]

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO. BANGUI | “La República Centroafricana se muere poco a poco”. Con esta contundencia se expresó Dieudonné Nzapalainga, arzobispo de Bangui, el 24 de junio, en un encuentro con las organizaciones católicas francesas y la prensa, durante una reciente visita al país galo. Pero su llamamiento no es un grito de alarma en solitario.

Al final de la reunión plenaria de la Conferencia Episcopal Centroafricana, celebrada en Bimbo, a las afueras de la capital, Bangui, los días 12 y 13 de junio, los diez obispos del país publicaron un mensaje que fue leído en todas las iglesias el pasado domingo 23. Un texto que comienza así: “Jamás hemos conocido en nuestra tierra un conflicto tan grave, nunca un levantamiento político-militar se había diseminado con tanta violencia en nuestro territorio”.

La República Centroafricana vive una profunda crisis desde que, en diciembre del año pasado, una coalición de cinco grupos rebeldes, conocida como la Seleka, se levantara en armas contra el Gobierno de François Bozizé, que fue derrocado el pasado 23 de marzo tras una guerra muy cruenta.

Desde entonces, los centroafricanos sufren a diario la violencia ejercida por este conglomerado en el que abundan mercenarios extranjeros –sobre todo sudaneses y chadianos– que están fuera del control del nuevo Ejecutivo. La mayor parte de estos milicianos son musulmanes de las etnias runga y gula, del norte del país.

Los obispos repasan cinco aspectos de la vida nacional, poniendo el dedo en la llaga. “El tejido social está completamente desgarrado –advierten en primer lugar–; el pueblo ha sido sometido a un enorme trauma cuyas consecuencias se manifiestan en casos de suicidio y depresión. Sobre el plano económico, jamás una crisis había engendrado una destrucción tan sistemática de lo poco que quedaba de la débil estructura industrial del país. Sobre el aspecto administrativo, el pueblo no comprende la obstinación con que los combatientes de la Seleka han destruido los archivos de la administración pública”.

Educación y seguridad

Otros aspectos de la vida pública que se derrumban son la educación –“el riesgo de un año escolar en blanco es real”– y la seguridad, amenazada por “un agregado de facciones sin cohesión ni ética profesional, que siguen comportándose como rebeldes, que no obedecen a ninguna jerarquía, que cometen numerosos abusos contra la población y que se niegan a ser desarmados”. Los obispos condenan también con toda dureza la práctica de reclutamiento de niños soldado.

A pesar de que el nuevo hombre fuerte del país, Michel Djotodia, ha reiterado durante los últimos tres meses el principio de laicidad del Estado, la Seleka ha profanado numerosos lugares de culto cristiano, atacando “de forma selectiva los bienes de los cristianos”. El obispo de Bangassou, el comboniano español Juan José Aguirre, ha visto cómo en su diócesis han destruido estructuras sanitarias y sociales levantadas con mucho esfuerzo y han robado todos los coches de sus parroquias.

Pero los obispos no desean añadir más leña al fuego. En su carta pastoral, invitan a los cristianos “a mostrar una unión más firme con Cristo”, advirtiendo que “no podemos seguir viviendo como en el pasado, con una vida cristiana de tibieza y sin fervor”.

También alertan a la comunidad católica para que no ceda a la tentación de la venganza y busque “una confrontación con nuestros hermanos musulmanes”, recordando que “católicos, protestantes y musulmanes hemos vivido siempre de forma cordial en Centroáfrica”.

Abrazo interreligioso

Fruto del afán eclesial por no fomentar el enfrentamiento entre confesiones, desde diciembre del año pasado, el arzobispo Nzapalainga ha puesto en marcha una iniciativa de paz junto con el presidente de la comunidad islámica de Bangui, el imán Oumar Layama, y el presidente de la asociación de comunidades evangélicas, el reverendo Nicolas Guerekoyame.

Poco antes de la reunión de la Conferencia Episcopal, los días 10 y 11 de junio, los tres líderes organizaron en Bangui un taller sobre resolución de conflictos y reconciliación al que acudieron 52 líderes de las tres confesiones.

Estas iniciativas están dando su fruto, sobre todo calmando los ánimos para evitar un enfrentamiento violento entre cristianos y musulmanes en el país, y dando un sentido de la orientación a una población que se encuentra perdida, sin esperanza y abandonada por la comunidad internacional.

En el nº 2.854 de Vida Nueva.

 

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