‘Hannah Arendt’: pensando el mal

Hannah Arendt, película

Hannah Arendt, película

J. L. CELADA | La filmografía de Margarethe von Trotta nos ha dejado sobradas muestras de su interés por grandes figuras femeninas de la historia, como Rosa Luxemburg (1986) o su más reciente Visión (2009) sobre Hildegarda de Bingen. Ahora, la veterana realizadora alemana ha querido acercarse a la vida de su compatriota Hannah Arendt, la filósofa de origen judío que da título a su último trabajo.

Profesora universitaria en los Estados Unidos, adonde emigró huyendo de la barbarie nazi, esta lúcida mujer (magistralmente interpretada aquí por una Barbara Sukowa de verbo fluido y expresión contenida, siempre encadenada a su cigarrillo) es la autora de Eichmann en Jerusalén, el libro que escribió durante el verano-otoño de 1962, tras cubrir para The New Yorker el juicio en la Ciudad Santa contra Adolf Eichmann, teniente coronel de las SS detenido en Buenos Aires y acusado de crímenes contra la humanidad.

Este proceso, cuyas imágenes de archivo ilustran el tramo inicial de la cinta, constituye no solo su punto de partida, sino el desencadenante de lo que Von Trotta quiere contarnos.

Ya en esos primeros minutos de metraje, Arendt empieza a descubrir que el criminal enjuiciado es “un don nadie”, provisto de un lenguaje burocrático (acataba órdenes) y sometido a un juramento de lealtad al mismísimo Hitler que le impidieron sentir conflicto alguno entre el deber (responsable de controlar los traslados en tren a los campos de concentración) y la conciencia (se defendía insistiendo en que no tenía “nada personal contra los judíos”). Pero será a su regreso a América cuando la pensadora germana desarrolle estos polémicos argumentos, y tenga que hacer frente a los ataques de su propia comunidad, indignada con ella por atreverse incluso a dudar del papel de sus líderes en el Holocausto.Hannah Arendt, película

Aunque escandalizada y atribulada por el horror de los hechos (“intentar comprender no significa perdonar”, solía repetir), era la mediocridad de quienes los cometen (seres corrientes y anónimos) el gran objeto de sus desvelos y la explicación de una de sus teorías más conocidas: la banalidad del mal.

Animada por el magisterio de Martin Heidegger (breves flashbacks recuperan la relación de juventud con quien fuera su profesor y fugaz pareja), Arendt decidió transformar los lamentos vacíos en una brillante reflexión sobre el mal extremo y banal, ese que nada tiene que ver con el egoísmo, que delata la incapacidad humana para pensar y que se contrapone al bien, radical y profundo.

Como la persona a la que retrata, Hannah Arendt es un poderoso altavoz contra la quiebra de la moral, la de los verdugos y la de sus víctimas. También un ejercicio de buen cine, sólido en su narrativa y en su reparto, y –lo que resulta más de aplaudir en estos tiempos– una invitación a pensar, porque el mal nunca debería dejar de interpelarnos.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Hannah Arendt.

DIRECCIÓN: Margarethe von Trotta.

GUIÓN: Pam Katz y Margarethe von Trotta.

FOTOGRAFÍA: Caroline Champetier.

MÚSICA: André Mergenthaler.

PRODUCCIÓN: Bettina Brokemper, Johannes Rexin.

INTÉRPRETES: Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janer McTeer, Julia Jentsch, Ulrich Noethen, Michael Degen, Nicholas Woodeson, Victoria Trauttmansdorff, Klaus Pohl.

En el nº 2.854 de Vida Nueva.

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