El obispo auxiliar de Oviedo quiere “tener por mejores amigos a los pobres”

consagración episcopal de Juan Antonio Menéndez obispo auxiliar de Oviedo, con Jesús Sanz, 8 junio 2013

Juan Antonio Menéndez ya ha recibido la ordenación episcopal

consagración episcopal de Juan Antonio Menéndez obispo auxiliar de Oviedo, con Jesús Sanz, 8 junio 2013

Menéndez (izq.) junto al arzobispo Jesús Sanz

F. OTERO | Juan Antonio Menéndez, el primer nombramiento episcopal del papa Francisco en España, fue ordenado el pasado 8 de junio en la Catedral de Oviedo en una celebración con más de 1.300 fieles, 140 sacerdotes y 16 obispos.

Menéndez, cuyo lema episcopal –como recordó Renzo Fratini, nuncio apostólico– es Santificado sea tu nombre, pronunció al final de la celebración unas palabras de agradecimiento en las que, además, adelantó una de sus prioridades: “Deseo saludar a aquellos que son los preferidos del Señor, y a los que yo también quiero tener por amigos –mis mejores amigos– en el ejercicio del ministerio episcopal: los pobres, los empobrecidos a causa de las injusticias, los enfermos, los afligidos, los que, alejados de la Iglesia, buscáis a Dios, los que padecéis las consecuencias del mal y del pecado de los hombres. Sabed que estaré siempre a vuestro lado y que por vosotros ruego continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, que murió por nosotros y resucitó para nuestra salvación”.

Como obispo auxiliar, ofreció colaboración fiel y ayuda al arzobispo, Jesús Sanz Montes, a quien dijo le une “una gran amistad y sintonía pastoral”. Previamente, Sanz había centrado su homilía, como si fuera una conversación, en el nuevo obispo: “Ni tú ni yo estudiamos jamás para obispos. Este ministerio no es fruto de una conquista, de una pretensión, ni la resulta de un trabajado currículum que tiene como desenlace un título o una prebenda. Tiene la misma componente que las demás vocaciones cristianas: ser un misterio que responde a la elección que hace el mismo Dios”.

Asimismo, le recordó cuáles son los rasgos del pastor bueno –“la paciencia probada, la bondad sin ficción y la incondicional entrega”– y le animó a contar “con todos los hijos de Dios”. “Los sacerdotes y diáconos, queridos hermanos y estrechos colaboradores; los consagrados, que desde sus carismas también llevan adelante la tarea evangelizadora de la Iglesia; y los fieles laicos, que en las mil encrucijadas dan testimonio de la Verdad y Bondad de Dios”, añadió.

Finalmente, le dijo que, en esta tarea que comienza, “no son pocos los llantos que enjugar en los más pobres de nuestros días”, pero que “no faltan tampoco los gozos por los que agradecidos saben brindar”.

En el nº 2.852 de Vida Nueva.

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