Aparejados para el viaje

Alberto Iniesta, obispo auxiliar emérito de MadridALBERTO INIESTA | Obispo auxiliar emérito de Madrid

“En la Casa Sacerdotal de Albacete, donde resido, recibimos la unción un grupo de ancianos, más o menos achacosos, que confiamos que este sacramento nos ayude en esta etapa…”.

Aquel santazo obispo de Huesca Javier Osés, que estará ya en el cielo, me contaba que en una reunión con ancianos de su diócesis sobre la unción de los enfermos todos parecían animados a recibirla, menos una viejecita que no lo veía claro, porque –decía pícaramente– “burra aparejá, viaje seguro”.

Esta simpática anécdota refleja una mentalidad que todavía subyace en muchos ambientes respecto a este sacramento, que se considera como la extrema unción para los moribundos. Aunque lo pueda ser en ocasiones, también lo es como ayuda espiritual para el enfermo, a fin de llevar cristianamente sus molestias, aunque luego en muchas ocasiones se recupere y pueda reincorporarse a su vida habitual.

En la Casa Sacerdotal de Albacete, donde resido, al comienzo del Año Litúrgico, en Adviento, recibimos la unción, de manos del obispo Ciriaco Benavente, un grupo de ancianos, más o menos achacosos, que confiamos que este sacramento nos ayude en esta etapa de nuestra vida, mientras esperamos el Santo Advenimiento.

Entretanto, tenemos más tiempo para ejercer el ministerio de la oración de intercesión, rezando al Padre por el Hijo en el Espíritu, por todos y por todo. Además de la oración de alabanza, de acción de gracias y petición por uno mismo, los cristianos somos ante Dios sacerdotes y portavoces del mundo y de la Iglesia, la gente y sus problemas, el Vaticano y la ONU, el Año de la fe y la Misión Madrid, los parados y los que trabajan, los inmigrantes y los emigrantes, los enfermos y los enfermeros, y un interminable etcétera, según los casos y las circunstancias a donde nos lleven nuestro corazón y nuestra oración.

Según la Epístola a los Hebreos, el Señor vendrá a salvar a los que estén esperando su venida. Aparejados para el viaje, nosotros estamos esperando con esperanza y con paciencia el momento de salir para el Reino de los Cielos.

En el nº 2.852 de Vida Nueva.

Compartir