Libros

Mapas de la fe


Un libro de Michael Paul Gallagher, SJ (Sal Terrae, 2012). La recensión es de Jesús Sastre García

Mapas de la fe, libro de Michael Paul Gallagher, Sal Terrae

Título: Mapas de la fe. Diez grandes creyentes desde Newman hasta Ratzinger

Autor: Michael Paul Gallagher, SJ

Editorial: Sal Terrae, 2012

Ciudad: Santander

Páginas: 208

JESÚS SASTRE GARCÍA | El autor, profesor de literatura y de teología, ha procurado “prestar atención” a las dificultades de los jóvenes universitarios para tener fe. Afirma que los problemas para creer no provienen de dificultades intelectuales, sino de una “nueva cultura” que, al partir de presupuestos vitales diferentes, rompe con la connaturalidad de la fe cristiana vivida durante siglos.

Para hacer un nuevo “mapa de la fe”, bucea en la tradición teológica y selecciona diez “gigantes” de la teología y de la experiencia de fe. Su empeño, al escribir estas páginas, ha sido traducir en lenguaje comprensible los hallazgos de la teología, para renovar la pastoral y la espiritualidad. La constatación fundamental, común a todos los autores estudiados, es que la fe implica a toda la persona y se refiere a la autocomunicación de Dios en Jesucristo; por lo mismo, la cuestión relevante para la misión pastoral de la Iglesia no es probar la existencia de Dios o dar una explicación del origen del universo.

En otras épocas, la catequesis y la educación religiosa han estado preocupadas, sobre todo, por los contenidos; presuponían, quizás ingenuamente, la disposición interna de la fe. Hoy nos tenemos que preocupar más de crear las “posibilidades” interiores que permiten a la persona acoger el “Sí” de Dios con un “sí” desde el corazón y la mente. Para ello, necesitamos una búsqueda humilde, partir de las preguntas personales más radicales, recuperar los deseos profundos y cultivar las posibilidades de la creencia religiosa. Ir por otros caminos, afirma Gallagher, es poner el “carro delante de los bueyes”.

A la luz de este planteamiento, la expresión “transmisión de la fe”, tan repetida entre los educadores de la fe, no resulta la más adecuada. Esta formulación parece que hace referencia a un procedimiento más automático que personalizado. ¿Cómo re-pensar y re-presentar la fe de manera que interese a nuestros contemporáneos? El Vaticano II, al hablar del ateísmo, sugiere un camino renovado: desde el diálogo y la autocrítica, se dice que el ateísmo es un problema existencial, pues se refiere a una “relación perdida y a una invitación no reconocida” (cfr. GS 19-21). La pedagogía de la fe viene bien representada en la imagen del Samaritano, tal como recordó Pablo VI en la clausura del Concilio.

Diez aportaciones

Los subtítulos que acompañan a cada uno de los autores son expresión de la genuina aportación que cada uno de ellos hace a la reflexión teológica y a la formulación de un nuevo mapa de la fe. Son los siguientes: “El itinerario del yo” (John Henry Newman); “El escenario del deseo” (Maurice Blondel); “El magnetismo del misterio” (Karl Rahner); “El drama de la belleza” (Hans Urs von Balthasar); “Orientación hacia el don” (Bernard Lonergan); “Asalto a la imaginación” (Flannery O’Connor); “Una fe mística y activista” (Dorothee Sölle); “Las presiones de la modernidad” (Charles Taylor); “Horizontes de confianza” (Pierangelo Sequeri); “Dios con rostro humano” (Joseph Ratzinger). En ocho de los diez capítulos, el estudio es seguido por un “monólogo imaginario” puesto en boca del autor comentado.

A los lectores no acostumbrados a la lectura teológica se les recomienda que empiecen por la segunda parte del capítulo. Esto se convierte en una desventaja para los iniciados en teología, pues la segunda parte se convierte prácticamente en una repetición de la primera. El estudio de cada autor, respetando su estilo y aportaciones, suele abordar lo que este contribuye a las predisposiciones para la fe, los pasos que se pueden dar, los conflictos que aparecen y la significatividad para el hombre y la cultura actuales.

La conclusión del libro lleva por título “Los pilares convergentes de la sabiduría”. Partiendo del “triángulo de Von Hügel” (comunidad, cabeza y corazón), y a la luz de los capítulos precedentes, Gallagher elabora un mapa con las dimensiones clave de la fe para llegar a la plenitud de la fe. Son las siguientes: pertenencia, reflexión, drama interior, hacerse como un niño, Palabra hecha carne, como en un espejo y obrar la verdad.

“Las preguntas religiosas siguen vivas, pero las respuestas que suelen darse resultan difíciles de aceptar” (pág. 193); de ahí la importancia de elaborar un nuevo mapa de la fe comprensible, sugerente y eficaz para nuestros contemporáneos. Sin duda alguna, llevar a la práctica este nuevo planteamiento de la fe en la pastoral de la Iglesia nos va a suponer mucha claridad en los planteamientos, tiempo, asumirlo de corazón y decisiones no fáciles.

La impresión que yo he tenido es que, a la riqueza del conjunto de autores aquí seleccionados, le falta algún nombre del ámbito de la teología de la liberación. Sin duda, habría aportado alguna clave para completar el “mapa de la fe” en estos momentos de evidente crisis del sistema liberal-capitalista. La sociedad actual necesita descubrir los “falsos dioses” y encontrar el testimonio de una fe existencial, comunitaria y liberadora.

El estilo del texto es preciso y claro. Se lee bien y con gusto, sobre todo si el lector va relacionando unas claves con otras para construir el mapa de la fe. Excelente aportación en el momento actual, en que pastoralistas y catequetas se están planteando un “nuevo paradigma” para la educación de la fe, más en clave de “reapropiación” que de transmisión.

El Sínodo que se celebró en octubre, en este Año de la fe y a los 50 años del Vaticano II, tenía esta misma problemática como tema central. Esperemos que sus orientaciones alumbren el camino que tenemos que ir haciendo. Sabemos que no es tarea fácil y que no podemos equivocarnos al responder a este reto.

En el nº 2.851 de Vida Nueva.

Actualizado
06/06/2013 | 17:37
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