Las raíces cristianas de Europa, un debate que sigue abierto

Tumba de Robert Schuman

Los valores fundamentales del proyecto se tambalean en tiempos de crisis

banderas de la Unión Europea y de varios países

ANTONIO VENTURA DÍAZ DÍAZ, director de la Fundación Academia Europea de Yuste | Los padres de Europa, responsables del impulso inicial de la aventura europea –entre otros– fueron tres hombres católicos: Robert Schuman, de Alsacia, unas veces alemana y otras francesa; Konrad Adenauer, de Alemania; y el italiano Alcide De Gasperi, nacido en Trieste. Y esos hombres, junto a otros muchos como Jean Monnet, francés, y Salvador de Madariaga, español, son los que establecieron las bases de la construcción europea.

Todos ellos apoyaron su proyecto en lo que siempre ha sido el destino de Europa, que es su capacidad de trascender hacia un humanismo que hunde sus raíces en fenómenos de larga e intensa duración, que conforman las raíces cristianas, históricas y culturales de Europa.

Sin duda, uno de los debates más apasionantes, durante las negociaciones del texto que pretendía el desarrollo de una futura Constitución de la Unión Europea, giró en torno a la introducción explícita del término “raíces cristianas” en la futura Constitución de la Unión Europea, que para muchos fue un tema fundamental, no solo para el futuro de los ciudadanos de Europa, sino para el modo de entender qué concepto de ciudadanía europea estamos utilizando.

Finalmente, la introducción explícita del término “raíces cristianas” no tuvo lugar en el texto que fue aprobado para ser sometido a la valoración de los estados miembros y los ciudadanos. Dicho texto, finalmente, no fue aprobado y, tras duras y arduas negociaciones, e importantes cambios en el mismo, empezando por la propia denominación como “Constitución de la Unión Europea”, se convirtió en lo que hoy conocemos como Tratado de Lisboa.símbolo del euro y de la Unión Europea

En cualquier caso, el debate sigue abierto. Más ahora que nunca, acompañados de la crisis económica y financiera, agravado por una crisis sobre la identidad europea que azota a Europa y hace tambalear los pilares fundamentales de este proyecto de paz y solidaridad que se ha construido en apenas 60 años con el esfuerzo de todos los europeos.

Es en tiempos de crisis cuando los valores fundamentales en los que se basa un proyecto como este comienzan a tambalearse y corren el riesgo de desaparecer como muchos ya vaticinan. Son preocupantes, por ejemplo, las palabras del presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, cuando, el pasado 20 de abril, decía ante la prensa que “el proyecto europeo está amenazado”.

El papel de las creencias religiosas

No necesitamos recordar nuestro pasado, o vaticinar cuál es la alternativa a la Unión Europea, pues venimos de dos terribles, cruentas y sangrientas guerras mundiales que dejaron en Europa millones de muertos, desde soldados a víctimas civiles, niños, mujeres, mayores y personas discapacitadas. El cementerio alemán de Yuste es un mal ejemplo de ello, al igual que lo son los muchos camposantos militares ingleses, franceses o americanos en la Baja Normandía francesa. Por no hablar de los millones de personas que fueron simplemente exterminadas a capricho de una de las mayores lacras que ha azotado a la humanidad, que servían de excusa y cauce para una limpieza étnica, bárbara y cruel y una “depuración humana” sin sentido ni justificación. Del Holocausto la humanidad entera se avergüenza.

En los tiempos actuales, se ha escrito mucha literatura sobre el tema, intentando desgranar qué es lo que Europa significa para sus ciudadanos y qué papel desempeñan las creencias religiosas cuando nos definimos como ciudadanos europeos.

Y es aquí donde entra el debate sobre si pensar en el pasado, reconociendo nuestras raíces, o pensar más en el futuro, en el que queremos vivir juntos, buscando objetivos comunes. Hablamos, por lo tanto, de integrar en nuestro pensamiento un término fundamental, afortunadamente vigente en el proceso de construcción europea. Ese término es la “Memoria de Europa”, sobre el que la Fundación Academia Europea de Yuste lleva trabajando desde su constitución en 1992.

Pliego publicado en el nº 2.850 de Vida Nueva. Del 1 al 7 de junio de 2013

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