La libertad religiosa es un “fundamento precioso y una aspiración sagrada”

Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla, visita al cardenal de Milán Angelo Scola en el 1700 aniversario del Edicto de Milán

Estambul acoge un encuentro católico-ortodoxo coincidiendo con el 1700º aniversario del Edicto de Milán

Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla, visita al cardenal de Milán Angelo Scola en el 1700 aniversario del Edicto de Milán

El patriarca Bartolomé I visita al cardenal Scola en Milán

J. L. CELADA | Tanto para las Iglesias ortodoxas como para la Iglesia católica, la libertad religiosa es un “fundamento precioso” de su doctrina y de su disciplina. Esta es la principal conclusión a la que llegaron los participantes en el seminario organizado recientemente en Estambul por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla en colaboración con el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), para celebrar el 1700º aniversario del Edicto de Milán, que estableció la libertad religiosa dentro del Imperio romano y puso fin a las persecuciones de cristianos.

Las primeras raíces de la libertad religiosa se remontan a aquel acuerdo entre los emperadores Constantino y Licinio en el año 313, conocido como el Edicto de Milán. Sus principios básicos defienden que la libertad religiosa es intrínseca a todo ser humano, en tanto que ha sido creado por Dios. Esto implica que el poder político no puede identificarse nunca con un credo religioso específico en detrimento de otro.

En este sentido, el Estado debe reconocer la existencia de un horizonte de la ley divina, que cada comunidad establece de acuerdo con sus propias convicciones. Y este Estado tiene el deber de ponerse del lado de la justicia, la paz, la libertad y la solidaridad entre todos los ciudadanos.

El seminario de Estambul recordó que tanto la Iglesia católica como las Iglesias ortodoxas consideran la libertad religiosa como “un fundamento precioso y una aspiración sagrada” de su doctrina social y de su disciplina canónica. Así, se insistió en que esta libertad religiosa es concebida como la libertad de toda persona para profesar su propia religión, sin ninguna obligación por parte del Estado, de otras personas o instituciones. En un segundo paso, la libertad religiosa es también la que deben tener las comunidades para practicar un culto público, asegurar la instrucción de los fieles y desarrollar actividades caritativas.

Los asistentes al encuentro coincidieron en señalar que el Estado y la Iglesia son “distintos”, pero no “distantes”: “Su independencia y autonomía recíproca –se dijo en la ciudad turca– no deben impedir la cooperación para promover un orden social basado en la justicia”.

Asimismo, subrayaron que, en contextos en los que una religión específica goza de protección por parte del Estado, la libertad religiosa de las minorías debe ser garantizada. El Estado, por tanto, “no debe favorecer el proselitismo en favor de un credo específico; al contrario, tiene la obligación de proteger el bien común y la armonía entre los ciudadanos de religión diferente”.

En Estambul se destacó que este punto de vista coincide plenamente con el del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966) de Naciones Unidas, que reafirma la responsabilidad de las autoridades en el ejercicio público de la libertad religiosa: “La libertad de manifestar la propia religión o las propias creencias estará sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos, o los derechos y libertades fundamentales de los demás (art. 18 § 3).

Este mismo Pacto (art. 18 § 4) define la libertad religiosa mediante la inclusión del derecho de toda comunidad de fe a contar con escuelas confesionales, para educar a sus miembros sobre la base de sus propios valores y creencias religiosas. Idéntica protección se aplica a la administración de cada Iglesia y comunidad religiosa, a la extensión de la igualdad de derechos en materia de actividades de beneficencia y asistencia social, así como la garantía de protección legal de las propiedades religiosas.

Mensaje del papa Francisco

Coincidiendo con la visita a Milán del patriarca ecuménico Bartolomé I, para conmemorar el aniversario del citado Edicto, el papa Francisco envió un mensaje al cardenal Angelo Scola, arzobispo de la diócesis lombarda, en el que recuerda la “histórica decisión” que “abrió nuevos caminos al Evangelio y contribuyó de forma decisiva al nacimiento de la civilización europea”.

La misiva papal manifiesta el deseo de que, “hoy como ayer, el testimonio común de los cristianos de Oriente y Occidente, regido por el espíritu del Resucitado, contribuya a la difusión del mensaje de salvación en Europa y en todo el mundo y que, gracias a la amplitud de miras de las autoridades civiles, se respete en todos los lugares el derecho a la expresión pública de la propia fe y se acoja sin prejuicios la aportación que el cristianismo sigue ofreciendo a la cultura y a la sociedad de nuestro tiempo”.

En el nº 2.850 de Vida Nueva

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