“Los consagrados deben ser el plasma que cure las heridas de la Iglesia”

asamblea semestral de la USG Roma mayo 2013

El director de ‘Vida Nueva’ participa en la asamblea semestral de la USG

Juan Rubio en la asamblea semestral de la USG Roma mayo 2013

Juan Rubio durante su intervención

Texto y fotos: DARÍO MENOR | ¿Cómo debe ejercerse hoy el liderazgo en la Vida Religiosa (VR)? Un total de 109 líderes de congregaciones reflexionaron sobre esta cuestión en la asamblea semestral que la Unión de Superiores Generales (USG) celebró en Roma del 22 al 24 de mayo. El arzobispo franciscano José Rodríguez Carballo, presidente de la USG hasta en abril el papa Francisco le nombró secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA), el dicasterio vaticano que se encarga de la VR, recordó en este sentido el gesto de Benedicto XVI al presentar su renuncia: “En la Iglesia, la autoridad es servicio. Y cuando no se puede cumplir en las condiciones que uno considera adecuadas, hay que pasar el testigo”.

Rodríguez Carballo, que acababa de llegar de Santiago de Compostela, donde se celebró su ordenación como arzobispo, pidió “pasión” para ejercer el liderazgo. “Es lo que necesitamos en este momento en que parece que está prohibido soñar. La pasión es la base del servicio callado y humilde. La pasión explica los mártires y los santos. Sin ella no hay calidad de vida, sino rutina y aburguesamiento”, advirtió.

Tras el saludo de Carballo, quien subrayó la “total colaboración” de la CIVCSVA con la USG, abrió la asamblea su nuevo presidente, Adolfo Nicolás. El prepósito general de la Compañía de Jesús habló de uno de los ámbitos en los que la intercongregacionalidad va a pasar pronto de la buena voluntad a la realidad: las 19 universidades, institutos y otros organismos educativos romanos gestionadas por órdenes religiosas.

asamblea semestral de la USG Roma mayo 2013

De izq. a dcha., Grière, Jöhri, Rubio, Nicolás, Kulüke y Á. Rodríguez

Algunas de estas congregaciones, como los Misioneros Combonianos, responsables del Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos (PISAI), han tratado de ceder al Vaticano las riendas de estos organismos porque no tienen recursos suficientes para seguir sacándolos adelante. Nicolás manifestó que los responsables de estos centros son conscientes de que “son inviables” por sí solos y anunció la creación de un comité técnico para estudiar cómo aunar fuerzas. La clave estará en mantener “la excelencia” y en “evitar duplicidades”.

Colaboración con los obispos

Al analizar la situación de la VR, el presidente de la USG dijo que los problemas “no se dan con el Papa, sino con algunos obispos”, por lo que animó a los prelados a que tengan en cuenta a los religiosos “en el proceso de discernimiento de las diócesis”. “Así, los consagrados colaborarán con mayor voluntad en los proyectos”, auguró, subrayando que “no era funcional” que solo el obispo “decida y luego los laicos y los religiosos paguen”.

La ponencia del primer día de asamblea corrió a cargo del jesuita Bartolomeo Sorge, exdirector de La Civiltà Cattolica. Sorge consideró estructural la crisis de Occidente, pues se debe a la muerte de un modelo de sociedad. “Está acabando la civilización industrial y su civilización. Estos valores y esta cultura ya no aguantan. Por eso no sirven los antiguos modelos educativos o pastorales”.

La Iglesia católica se encuentra en una situación de crisis análoga, opinó, pues “se ha acabado el régimen de cristianidad existente hasta el Concilio Vaticano II”. Para superarla, debe renunciar a todos los privilegios, “que no pueden ser instrumentos de evangelización”, y volver “a los tiempos apostólicos”. Lo logrará si es “sierva” y se convierte en “Pueblo de Dios en camino”, en una Iglesia volcada en los pobres “no como elección ideológica o compasiva, sino evangélica”.

“Quien tiene un papel de autoridad está llamado a servir. Lo primero que hay que hacer es servir a la comunión. El liderazgo no es imponerse, pero tampoco buscar el aplauso de todos”, dijo Sorge, quien pidió valentía para dedicarse “al discernimiento” con el que “inventar nuevas estructuras”.

Jesús es la referencia

El segundo día de asamblea se celebró una mesa redonda moderada por el director de Vida Nueva, Juan Rubio, en la que participaron cuatro superiores generales: Álvaro Rodríguez, de La Salle; Heinz Kulüke, del Verbo Divino; Mauro Jöhri, de los capuchinos; y Benoît Grière, de los asuncionistas.

En la introducción al debate, Rubio consideró a los generales, a quienes agradeció su trabajo al servicio de la Iglesia y de la VR, como “la Roma B”. “Sois como la vitamina B, que a veces no se tiene mucho en cuenta, pero es indispensable. La VR tiene que situarse en este momento como el plasma que cura las heridas de la Iglesia”, comentó.

Respecto a la forma de ejercer la autoridad, consideró que debe ser “un fuego que caliente, que ilumine y no deje frío a nadie”. La referencia, siempre, ha de estar en la Palabra: “Jesús era una autoridad porque era coherente”. Para profundizar en el tema, Rubio preguntó a sus interlocutores cuáles eran las dificultades que encontraban para presentar la autoridad a los jóvenes con vocación religiosa.asamblea semestral de la USG Roma mayo 2013

Álvaro Rodríguez dijo percibir un cambio entre los muchachos de hoy respecto a los de hace 20 o 30 años: “Hoy tienen una mayor apertura a lo trascendente, mientras que hace un tiempo, sus motivaciones eran más sociales. En la VR buscan paz, encontrar a alguien que les quiera y poder desarrollar una intensa vida espiritual”. Consideró también el superior general de los Hermanos de las Escuelas Cristianas que para los jóvenes resulta útil la experiencia de otros religiosos, lo que les permite conocer la realidad concreta de los consagrados y percibir el significado de la autoridad y de la obediencia.

Kulüke, por su parte, lamentó que la mayoría de los jóvenes ni siquiera sepan lo que es la VR y manifestó que uno de los primeros pasos con ellos debe ser ayudarles a que tomen las riendas de su vida y “se den cuenta de lo manipulados que están por los medios y por las compañías”. “La obediencia solo puede darse como una elección libre”, subrayó.

En la misma línea se mostró Grière, para quien “hay que presentar la obediencia como un proyecto de vida; tiene que ser algo liberador”. Jöhri, por su parte, advirtió del riesgo que suponen a veces las vocaciones religiosas de personas maduras: “Vienen con su proyecto ya en mente y surge un problema de autoridad cuando algo va contra ese proyecto. Resulta difícil crear un verdadero sentido de pertenencia”.

El director de Vida Nueva quiso ahondar sobre cómo son los jóvenes que se interesan hoy por la VR, hijos “de esta sociedad líquida” de la que habla el pensador polaco Zygmunt Bauman. Álvaro Rodríguez manifestó que a muchos de ellos les faltan “modelos de referencia”, pues no los tuvieron durante la infancia: “Buscan puntos de referencia y seguridades, lo que se entiende dadas las circunstancias. Debemos hacerles ver que la misión del instituto es suya”.

El superior de los Misioneros del Verbo Divino recordó las enormes distancias que separan el lenguaje de los jóvenes del de los adultos, mientras que el general de los capuchinos consideró que “el momento crítico” se vive cuando el novicio “termina la formación y entra en la vida cotidiana” de la congregación. “Entonces se hace urgente el acompañamiento psicológico y personal, para ayudar ante eventuales fragilidades”. El superior de los asuncionistas hizo, por su parte, una crítica a la inculturación: “No es la solución para todo; a veces se usa para camuflar problemas”.

En su síntesis final, Juan Rubio advirtió que “la autoridad sin caridad se convierte en dictadura” y que debe ir siempre acompañada “del discernimiento” para no caer en el “puro capricho”. También deseó que se valore a quien ejerce la autoridad, pues lleva sobre sus espaldas “una parte importante de la tarea evangelizadora”.

En el nº 2.850 de Vida Nueva.

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