Contra el hambre, desarrollo sostenible y justicia climática

mujer africana agricultora cultivando alimentos en la tierra

mujer africana agricultora cultivando alimentos en la tierra

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | El informe de Manos Unidas El desafío del hambre, que reconoce que las causas del hambre son complejas y diversas, señala una con especial fuerza: el cambio climático y la degradación medioambiental.

Algo a lo que el hombre no es ajeno, ni mucho menos. Y es que, en la emisión de los nocivos gases de efecto invernadero que tanto dañan a la atmósfera, no quedan al margen “el monocultivo reiterado que agota la tierra, el excesivo consumo de agua y su escasa depuración, la tala indiscriminada de los bosques, los incendios y el exceso de dióxido de carbono”.

¿Y quiénes son los más expuestos a los desastres naturales que van unidos al perjuicio medioambiental? Quienes en menor medida lo han ocasionado: “La agricultura es un sector particularmente afectado por el cambio climático (desertización, degradación del suelo, sequía, inundaciones, escasez del agua). Y, al mismo tiempo, de la agricultura obtienen su sustento la mayoría de los pobres del mundo, el 75% de los cuales son pequeños productores de alimentos. Son los más vulnerables. Producen la mayor parte de los alimentos del mundo mediante prácticas productivas bajas en emisión de dióxido de carbono, y son quienes tienen menor capacidad para hacer frente al cambio climático”.

Una situación que, como recoge de un modo minucioso el estudio, refleja uno de los términos más usados desde hace años por Manos Unidas en esta lucha: la justicia climática. Porque, en la lucha contra el hambre, la primera batalla se da contra quienes asfixian el planeta.

En el nº 2.849 de Vida Nueva.

 

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