¿Llegó la hora de Romero?

niña pequeña delante de un cuadro con la imagen de Óscar Romero

concentración en El Salvador en memoria de monseñor Óscar Romero

¿Llegó la hora de Romero? [extracto]

GREGORIO ROSA CHÁVEZ, obispo auxiliar de San Salvador |

“Monseñor Romero ha llegado para quedarse”. Así lo anunció la revista Vida Nueva, en marzo de 2010 (nº 2.700), en una entrevista que yo concedí a José Luis Celada.

En el referido artículo, había algunas afirmaciones bastante atrevidas, como la siguiente: “Poco a poco, Romero va siendo también el santo del pueblo sencillo, poco informado o intoxicado por la brutal propaganda oficial que demonizó al venerado pastor. El movimiento parece irreversible, gracias a Dios”.

También señalé “el hecho de que monseñor fue asesinado, no por comunistas o gente atea, sino por cristianos; esto vuelve incómodo el tema para mucha gente dentro de la Iglesia”. Pero parece que Romero no es un santo incómodo para el papa Francisco, sino todo lo contrario.

El ‘tema Romero’ ha vuelto de nuevo, con fuerza impresionante, a raíz del anuncio formulado por el postulador de la causa, monseñor Vincenzo Paglia, el 21 de abril: “Precisamente hoy, día del aniversario de la muerte de Don Tonino (Bello), la causa de beatificación de monseñor Romero ha sido desbloqueada”. Estas breves palabras, cuyo audio está disponible en la página web del semanario estadounidense National Catholic Reporter, estremecieron de gozo y esperanza al planeta.

En el clima de euforia creado por la noticia, incluso se llegó a decir que la beatificación podría darse este año; el hecho de que estamos en el Año de la fe o de que en El Salvador estamos celebrando el primer centenario de la erección de las Diócesis de San Miguel y Santa Ana y, por lo mismo, de la creación de la Arquidiócesis de San Salvador, alimenta tal expectativa.

Otros se han enfrascado en la discusión de si la palabra “desbloquear” es la correcta. Yo prefiero pensar que para Romero está llegando “el tiempo de Dios”, el cual no coincide con el nuestro.niña pequeña delante de un cuadro con la imagen de Óscar Romero

En El Salvador no ha sido fácil despejar la atmósfera contaminada que se creó en torno a la figura del pastor asesinado hace 33 años, la edad que, según suele decirse, tenía Jesús al momento de su muerte. Tocó al sucesor de Romero, monseñor Arturo Rivera Damas, la tarea ímproba de avanzar, con ejemplar paciencia y tenaz perseverancia, en la “despolitización” de la figura de su amigo, porque en él habitaba la plena certeza de que “Romero es nuestro”, es un hombre de Iglesia que vivió su compromiso evangélico hasta las últimas consecuencias.

Prueba de esta manipulación, que no siempre es malintencionada, son los murales que vemos en bastantes lugares y que colocan a Romero junto al Che Guevara y Shafick Handal, el emblemático líder de la izquierda salvadoreña.

La noticia del supuesto “desbloqueo” de la causa, que fue ampliamente difundida por los medios de comunicación salvadoreños, ha servido como test: ¿está preparado El Salvador para acoger la ceremonia de beatificación de Romero? La impresión dominante es que el tema ya dejó de ser polémico y que, al contrario, se ha vuelto cada vez más obvio.

Quizás estemos ante uno más de los “milagros” del primer papa latinoamericano, cuyo estilo y mensaje, mutatis mutandis, es tan parecido al de nuestro arzobispo mártir. Basta recordar frases como “una Iglesia pobre y para los pobres” o “la Iglesia de la Pascua”.

Cuando el cardenal Bergoglio viaje a Brasil para inaugurar la Jornada Mundial de la Juventud, tendremos, sin duda, más buenas noticias sobre este siervo de Dios, a quien el presidente del CELAM, monseñor Carlos Aguiar Retes, hace unos cuantos días, al salir del encuentro con el Papa, describió como “un pastor que, en tiempos aciagos para su país, siguió predicando a Cristo con toda libertad”, para añadir con toda convicción: “Fue un santo y un mártir”. Mejor, imposible.

Como sabemos, la causa de canonización de Óscar Arnulfo Romero fue anunciada en la catedral de San Salvador al cumplirse diez años de su muerte. Seis años más tarde, en la fiesta de todos los santos, el sucesor de Rivera, el arzobispo Fernando Sáenz Lacalle, clausuró el proceso diocesano y envió a Roma toda la documentación recogida durante esta primera fase: siete tomos de homilías, la biografía oficial del siervo de Dios, sus cartas pastorales y la recopilación de sus artículos publicados en varios medios impresos de El Salvador. Un año más tarde, se nos informaba de que en Roma daban por aprobado este primer tramo del camino de Romero hacia los altares.

Después del inesperado anuncio que escuchamos el domingo del Buen Pastor, podemos afirmar que la hora de Romero se está acercando.

En el nº 2.847 de Vida Nueva.

 

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