Guatemala ansía el legado de reconciliación del obispo Gerardi

féretro del obispo Juan Gerardi asesinado en Guatemala

En el 15º aniversario del asesinato del obispo, la Iglesia denuncia el incumplimiento de los Acuerdos de Paz

féretro del obispo Juan Gerardi asesinado en Guatemala

Féretro del obispo asesinado Geardi

J. L. CELADA | Conocer la verdad para sanar las heridas del pasado y poner las bases para el perdón y la reconciliación. Este fue el gran empeño de Juan Gerardi y el que le costó la vida el 26 de abril de 1998. Hoy, quince años después, su legado “sigue siendo actual”.

Por ello, aprovechando la celebración de este aniversario, la Conferencia Episcopal de Guatemala (CEG) ha dado a conocer un mensaje en el que invita a “reflexionar sobre el profundo significado de su ejemplo de pastor bueno entregado al servicio de los pobres, testigo de la verdad y defensor de la dignificación de las víctimas de la violencia”.

Ya en vísperas de la firma de los Acuerdos de Paz, en un carta titulada Urge la verdadera paz (julio de 1995), el Episcopado recordaba que “para asegurar que la paz que buscamos en Guatemala sea firme y duradera, se requiere que sea construida sobre una verdadera reconciliación”.

Aunque aquellos Acuerdos de Paz firme y duradera –así se bautizaron–, suscritos 17 años atrás, “surtieron efecto” para acabar con un conflicto que se prolongó durante 36 años (1960-1996), los obispos constatan que en sus “aspectos sustantivos quedaron sin aplicación”.

Asimismo, reconocen que “las causas estructurales que dieron origen al enfrentamiento armado no han sido superadas”. Un hecho identificable hoy en un modelo económico que “concentra la riqueza en pocas manos” y lastrado durante años por una “política de parches, que no solucionan la situación de pobreza, emigración forzada, racismo y exclusión”.mujer reza ante el féretro del obispo Juan Gerardi asesinado en Guatemala

A todo ello se añade, según los prelados, la falta de respeto a la dignidad de la persona humana, acentuada por una “creciente y peligrosa polarización social”, que incluye la criminalización y persecución de líderes comunitarios. Sin olvidar las diversas presiones que reciben las instancias jurídicas, que “empañan el clima de libertad con que debe actuar la justicia”.

Y es que –como ya denunciaba el citado documento espiscopal de 1995– “el secular enfrentamiento, el odio y la violencia, son una realidad que se ubica en la misma raíz de nuestro pasado”. “Nuestra realidad actual –añadían entonces los pastores guatemaltecos– no es más que el resultado de injusticias acumuladas, fraguadas en esta secular historia de despojo y opresión”.

Memoria y sanación

Con la memoria viva e “irrenunciable” de monseñor Gerardi como guía, la jerarquía católica del país centroamericano clama al unísono: Guatemala, nunca más. Un grito que, precisamente, da título al informe final del proyecto REMHI (Recuperación de la Memoria Histórica), que impulsó y coordinó el obispo asesinado. En él, todas las víctimas de aquellos años de violencia (civiles, exguerrilleros, militares y patrulleros de la autodefensa) pudieron “expresar su dolor y sanar”.

Sin embargo, estos procesos de sanación “no tuvieron continuidad”, lamentan los prelados, quienes reconocen hoy en este trabajo “un desafío para nuestras acciones pastorales”.

El mensaje concluye urgiendo a todos los ciudadanos a “mantener vigente la meta de alcanzar la verdadera paz en Guatemala”. Porque “la búsqueda de justicia y verdad sana las heridas sociales e históricas”.

La verdad de las víctimas

Bajo el título El Espíritu de Dios está sobre mí…, la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Guatemala (CONFREGUA) acaba de hacer pública una reflexión en la que “ratifica” todo lo expresado por los obispos en su mensaje acerca de la “urgente necesidad de impulsar unas políticas que atajen las causas del conflicto armado, hasta ahora intocables, y la necesidad de conocer la verdad como condición indispensable de la paz y del perdón”.

Tras un mes en el que han sido “testigos en todo el país del dolor acumulado desde hace tres décadas en el alma del pueblo Ixil”, los miembros de la CONFREGUA reivindican el protagonismo de estas comunidades indígenas en el proceso de reconciliación de Guatemala.

Víctimas de todo tipo de vejaciones y humillaciones, “que han guardado en el sagrario de su corazón”, estas gentes son “la palabra mayor de esta hora, y ellas son las portadoras de la verdad”. “La escucha con sagrado respeto a esa palabra –sostienen los religiosos– es el primer paso para la paz y la reconciliación”.

En el nº 2.847 de Vida Nueva.

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