“El Movimiento de Cursillos de Cristiandad sigue teniendo validez”

Cursillos de Cristiandad, 8º encuentro nacional en El Escorial abril 2013

Sus responsables recalcan su aportación a la nueva evangelización

Cursillos de Cristiandad, 8º encuentro nacional en El Escorial abril 2013

Mª Dolores Negrillo, presidenta del movimiento, durante su intervención en el encuentro

FRAN OTERO | El Movimiento de Cursillos de Cristiandad (MCC) celebró el pasado mes de abril su 8º Encuentro Nacional de Responsables con el Año de la fe, la nueva evangelización, el 50º aniversario de la concesión de san Pablo como patrón del Movimiento y los también 50 años del Concilio Vaticano II como telón de fondo.

De hecho, el título –El Movimiento de Cursillos ante la nueva evangelización. El Amor de Cristo nos urge– da pistas de cuál fue la reflexión de las más de 400 personas de 42 diócesis –fue la edición más multitudinaria– que llenaron la Casa de Ejercicios San José, en El Escorial (Madrid).

Participaron, entre otros, el nuncio apostólico, Renzo Fratini; el obispo de Sincelejo (Colombia), Nel Beltrán Santamaría; el obispo de Segovia y consiliario nacional del MCC, Ángel Rubio; el obispo de Ciudad Rodrigo, Raúl Berzosa, y el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, que presidió la Eucaristía final.

En declaraciones a Vida Nueva, su presidenta, María Dolores Negrillo, explica que el encuentro se celebró en “un momento idóneo” y con la necesidad “de recuperar el ardor misionero” de san Pablo, y en línea con la invitación a ello del papa Francisco.

En este sentido, y tras una fructífera reflexión, Negrillo afirma que el MCC “sigue teniendo validez y es hoy, tras más de 60 años de historia, un movimiento capaz de anclarse con fuerza en la nueva evangelización”. “El MCC puede ofrecer un método experimentado, a través del que se abre a la persona la posibilidad de un encuentro con Cristo, un encuentro con un Dios cercano, amigo, un Dios que cambia la vida de las personas. Además, ofrecemos un conocimiento más profundo de lo que es la Iglesia y, finalmente, una invitación a ser fermento en la sociedad”, agrega.

En su opinión, en lo que se refiere al primer anuncio, el MCC está bien asentado, y apunta que el reto es ahora cómo engarzar su propuesta con la de otros movimientos o grupos eclesiales. “También hemos reflexionado sobre la eclesialidad. Tenemos que estar con otros movimientos, con la pastoral diocesana… ofreciendo lo que tenemos, pero sin grandes pretensiones, sabiendo que no lo somos todo en la nueva evangelización. Somos una pieza y la tenemos que ofrecer”, concluye.

Renovación personal y comunitaria

Así, en las conclusiones que se hicieron públicas tras el encuentro, los responsables del MCC indicaron cuál es el camino que el Movimiento va seguir en la tarea evangelizadora; un camino que pasa por la “renovación personal y comunitaria en el encuentro con el Señor, que capacita para revisar nuestra identidad como responsables, construir la comunión y contribuir con nuestro método propio a la nueva evangelización”.

De hecho, los responsables son los primeros interpelados en las conclusiones, pues en ellas se recoge que “la nueva evangelización necesita nuevos responsables” que den respuesta a las dificultades de la sociedad actual: “comprometidos con el MCC como opción prioritaria y no excluyente; con mentalidad abierta a nuevas situaciones; con actitud de escucha y diálogo, con cercanía y atención al otro; que conozcan y asuman el método del MCC; coherentes, humildes…”

Otro de los retos es cómo llegar a los ambientes en continuo cambio en la sociedad, que “exigen una presencia en ellos de una nueva manera”, un compromiso con el testimonio de vida, con la cercanía, el servicio o el diálogo.

A nivel más institucional, según sus responsables, el MCC tendrá que asumir una nueva forma de ser y construir Iglesia: “Revitalizando en nuestro movimiento las dimensiones eclesiales básicas: ser Iglesia de Dios como proyecto en el mundo y asumir la comunión como forma de vida en las escuelas, en la Iglesia diocesana, con otros movimientos, en los distintos secretariados…”.

En definitiva, se trata de estar “unidos en lo esencial, con libertad en lo secundario y con caridad en todo”.

En el nº 2.847 de Vida Nueva.

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