Massimo Faggioli: “Los nuevos movimientos han de reacreditarse ante el nuevo Papa”

Massimo Faggioli, teólogo e historiador

Teólogo e historiador

Massimo Faggioli, teólogo e historiador

Entrevista con Massimo Faggioli [extracto]

VICENTE L. GARCÍA | El italiano Massimo Faggioli, teólogo e historiador de la Iglesia y profesor en la Universidad de Saint Thomas en Minessota (EE.UU.), es uno de los grandes especialistas en los nuevos movimientos eclesiales. De paso por Bilbao, adonde acudió invitado por el Instituto Diocesano de Teología y Pastoral para ofrecer una conferencia sobre esas realidades, atendió a Vida Nueva.

– ¿Cuándo surgen los nuevos movimientos en la Iglesia?

– A finales del siglo XIX y comienzos del XX hay un movimiento católico de conquista de la sociedad que quiere hacer frente a la secularización y el anticlericalismo. El Opus Dei en España, los Legionarios de Cristo en México y otros tienen una forma diferente de la típica que hasta entonces tenían los católicos para implicarse en lo social, la Acción Católica. Esta fue perdiendo peso y miembros, en parte porque los nuevos movimientos se nutren de sus filas. Pero su victoria es más ideológica y eclesiológica.

– Alabados por unos y criticados por otros, ¿cuál es el gran reto?

– Los nuevos movimientos han de realizar una seria reflexión sobre las estrategias de coexistencia dentro de la Iglesia. Si se sienten llamados a la nueva evangelización, han de plantear sus estrategias de cara más a una conversión de personas no cristianas que a la creación de grupos de católicos de la misma mentalidad, la mayoría de los cuales salen de la propia gran comunidad cristiana. Necesitamos grupos que no sean introvertidos, capaces de mirar al exterior. El fenómeno de los movimientos es muy importante para comprender el papel del catolicismo hispanohablante en el mundo. La mayoría de los católicos no hispanos consideran que el catolicismo de España es solo para los españoles, pero la realidad es que ha sido más influyente, vía movimientos, de lo que norteamericanos, italianos o alemanes consideran. Otro gran reto estaría en África. La realidad en este continente se caracteriza por compartir espacio con otras religiones, especialmente con el islam. África es todo un laboratorio religioso a la espera de resultados.

“Si se sienten llamados a la nueva evangelización,
han de plantear sus estrategias
de cara más a una conversión de personas no cristianas
que a la creación de grupos de católicos
de la misma mentalidad;
necesitamos grupos que no sean introvertidos,
capaces de mirar al exterior”.

– ¿En qué medida sirven los movimientos a la Iglesia?

Juan Pablo II era muy consciente de la situación de crisis de fe y de valores, y su recuerdo del sindicato Solidaridad pudo animarle a respaldar a estos movimientos, pero no a todos. Puede decirse que el Concilio ha facilitado su desarrollo, pero la intuición de los movimientos laicales es previa. Hasta finales de los años 70, muchos tenían miedo de un fenómeno que no controlaban. Por otro lado, también se ha pasado a un respaldo explícito: en la JMJ de Madrid se hizo con el Camino Neocatecumenal, y en París, en 1997, con la Comunidad de Emmanuel. Estas fuerzas de movilización son muy eficaces, y los obispos recurren a ellas cuando quieren ofrecer una imagen de Iglesia fuerte. Son gente obediente, que no hace preguntas, que no da problemas. Entiendo que los obispos recurran a ellos, pero la gran mayoría de los miembros de la Iglesia no son los que responden a ese perfil.

– ¿Qué papel han tenido los nuevos movimientos en la elección del Papa?

– Parece evidente que los movimientos han influido, pero de manera negativa. Las esperanzas de Comunión y Liberación de ver al cardenal Scola como papa han sido un gran problema para él. Ha existido una sombra de sospecha para los cardenales que aparecían como cercanos a los nuevos movimientos.

Próxima cita, la JMJ

– ¿Cuál puede ser el futuro de los movimientos con Francisco?

– Los movimientos tienen que renovar su acreditación ante el nuevo Papa. Han de reacreditarse, porque, al fin y al cabo, su posición es más precaria, están más sujetos a la postura doctrinal de Francisco. Ningún papa va a prescindir de los movimientos y, por otro lado, ningún movimiento quiere perder las posiciones conseguidas hasta el momento. Una cita importante para los movimientos será la próxima JMJ en Brasil. Lo que diga el Papa a los jóvenes y el papel de los movimientos marcará su postura respecto a los movimientos para el resto de su pontificado. Como cardenal, Bergoglio tenía buenas relaciones con Comunión y Liberación en su país. Creo que este Papa no va a proponer acciones revolucionarias para con los movimientos. Es un eclesiástico que tiene una visión de la modernidad, y, en esta visión, la función de los movimientos es importante. Los nuevos movimientos son una realidad en la Iglesia que no puede ser encorsetada. El Papa puede darles directrices, pero la esencia de esto es magmática y, por lo tanto, controlable hasta cierto punto.

En el nº 2.846 de Vida Nueva.

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