Tribuna

Desmontando las mentiras

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Francisco Vázquez, embajador de EspañaFRANCISCO VÁZQUEZ Y VÁZQUEZ | Embajador de España

“La manipulación más escandalosa surgió con la tradicional misa que, en conmemoración del Bautismo del Señor, se celebra cada año en la Capilla Sixtina…”.

Nunca me deja de sorprender cómo en el imaginario de las gentes, a fuerza de repetirse, lo falso termina siendo cierto y casi siempre la verdad termina convirtiéndose en mentira. Las más de las veces, la manipulación y la tergiversación se utilizan para desacreditar o empañar la buena fama de a quienes, por su prestigio o virtudes, se les considera adversarios y se recurre a cualquier medio con tal de restarles credibilidad y capacidad de influir en el pensamiento y creencias de las personas.

Viene esto a cuento porque he terminado la lectura del tercer tomo de la biografía de Jesús, escrita por Benedicto XVI. En el momento de su publicación, los comentarios giraron principalmente sobre la supuesta negación que el pontífice hacía sobre la presencia de la mula y el buey en el pesebre o el rechazo de la consideración de magos de Oriente a los Reyes Magos.ilustración n 2846 La última Francisco Vázquez

Ninguna de esas aseveraciones que se le atribuyen son ciertas. Es más, son rotundamente falsas. En las pp. 76 y 77 de la primera edición en lengua española, Benedicto XVI nos dice que “el término pesebre nos hace pensar en los animales, pues allí es donde comen”. Nos señala que en el Evangelio no se habla de animales, para a continuación, con su rigor habitual, adentrarse en diversas citas del Nuevo y Antiguo Testamento a fin de demostrar la presencia de los animales, buey y asno, nos dice, como alegoría de la humanidad compuesta por judíos y gentiles. Este concepto, resalta, es captado muy pronto por la iconografía cristiana hasta el punto de que termina su reflexión afirmando que “ninguna representación del nacimiento renunciará al buey o al asno”.

Lo mismo acaece en sus reflexiones sobre los magos de Oriente. Nada cierto, consiguientemente, en lo que se le atribuyó a Joseph Ratzinger. Con una anécdota falsa se consiguió centrar la opinión pública en la cáscara, a la vez que el profundo contenido del libro quedaba reducido a unas meras divagaciones propias de un folleto sobre helenismo, y fruto de un anciano octogenario más preocupado por la imagenería del Nacimiento que por las preocupaciones de la humanidad.

A mi memoria vinieron informaciones publicadas
en el pasado en España que,
falseando los hechos, intentaban acuñar
la imagen de un Papa retrógrado, reaccionario e intransigente,
empeñado en desmontar la doctrina del Vaticano II.

A mi memoria vinieron informaciones publicadas en el pasado en España que, falseando los hechos, intentaban acuñar la imagen de un Papa retrógrado, reaccionario e intransigente, empeñado en desmontar la doctrina del Vaticano II. En mis años de embajador fui testigo de alguna de estas falacias.

Cuando Benedicto XVI dijo que en las ceremonias ecuménicas o en el rito de las grandes concentraciones de fieles era conveniente que las oraciones comunes se practicasen en latín como tradición común de los presentes, la noticia en España fue que el Papa quería volver a imponer el latín y abandonar el uso litúrgico de las lenguas vernáculas.

La manipulación más escandalosa surgió con la tradicional misa que, en conmemoración del Bautismo del Señor, se celebra cada año en la Capilla Sixtina. Ceremonia en la que el papa bautiza a los hijos de los empleados vaticanos nacidos en el año. Dada la majestuosidad artística del lugar, no se instala ningún altar provisional, sino que se aprovecha el existente, original del propio Miguel Ángel. Pues bien, la foto de la misa papal en la que Benedicto XVI aparecía de espaldas a los fieles se aprovechó para afirmar, urbi et orbi, que el Pontífice retornaba al rito de Trento y buscaba la lejanía de los fieles.

Vivir para ver, diría un castizo, pero lo cierto es que, con añagazas como estas, se intentó contrarrestar la altura intelectual y la firmeza doctrinal de Ratzinger, con el fin de impedir y mermar la capacidad de influencia que en la humanidad podía alcanzar su pensamiento.

El ejemplo más rotundo de esta campaña orquestada fue la distorsión de uno de sus textos más importantes, como el discurso de Ratisbona, pero ello exigiría otro artículo.

En el nº 2.846 de Vida Nueva.