‘Tierra prometida’: la utopía rural

Tierra prometida, película

Tierra prometida, película

J. L. CELADA | Multinacionales sin escrúpulos que depredan los recursos naturales de cualquier apartado rincón del planeta a cambio de un puñado de dólares; pequeñas comunidades agrícolas que se debaten entre la supervivencia y las promesas de un futuro abonado a la tecnología y el dinero fácil; fincas sometidas a un proceso de expropiación que divide a los habitantes del lugar… Todo ello compone un mosaico tan familiar en el argumentario cinematográfico como la difícil convivencia entre naturaleza y progreso que lo alimenta.

Tierra prometida es la enésima versión de esa utopía rural en peligro, pero nos deja sobradas razones para pensar que el tema todavía puede seguir dando mucho juego. A la dirección de Gus Van Sant y a la escritura de Matt Damon –aquí, además, productor e intérprete– no cabe duda de que se lo ha dado. El reencuentro de ambos, tras su colaboración en El indomable Will Hunting (1997) y Gerry (2002), supone un apreciable ejercicio narrativo, que sortea con éxito los tópicos que genera el debate ecológico a base de inteligencia, sentido del humor y algún inesperado giro en el guión.

Los hechos nos trasladan a un pueblo perdido de Minessota, un lugar cualquiera de la América profunda, a donde llegan dos empleados de una compañía de gas (el propio Damon y una espléndida Frances McDormand) con la intención de adquirir los terrenos de la zona y proceder a la fractura hidráulica (fracking) de su subsuelo. Esta práctica, que augura pingües beneficios a la población, no solo parece entrañar serios riesgos medioambientales, sino que siembra la discordia entre los vecinos a cuenta del supuesto negocio que se les propone.Tierra prometida, película

El dilema está servido: ¿es el gas un “remedio milagroso”, la tabla de salvación para salir de la crisis y el olvido? ¿O la posibilidad de obtener ingresos inmediatos conduce a tomar malas decisiones? Se suceden entonces las amenazas, los chantajes, los sobornos, las presiones… Irrumpe en escena la protesta ecologista, y los vendedores de ilusión redoblan su campaña. Sin embargo, a las gentes con quienes se cruzan por la calle, en la tienda o en el bar ya no les queda nada por vender, salvo “el paisaje”… y la dignidad.

Asistimos en este punto al tira y afloja de los diversos personajes, especialmente del forastero, cuyos orígenes campesinos resultan determinantes para entender el desenlace de la cinta. Todos ellos se enfrentan a sus “oponentes” y a su conciencia con apasionamiento, aunque sin perder ese tono amable y cercano que recorre esta Tierra prometida.

Una película que, más allá de sus importantes dosis de denuncia, se erige en una bella lección para la vida: como el abuelo granjero del protagonista o la maestra local, sería bueno que todos tuviésemos a alguien que nos enseñara a cuidar de algo. También del cine, ¿por qué no?

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Promised land.

DIRECCIÓN: Gus Van Sant.

GUIÓN: John Krasinski y Matt Damon, basado en una historia de Dave Eggers.

FOTOGRAFÍA: Linus Sandgren.

MÚSICA: Danny Elfman.

PRODUCCIÓN: Matt Damon, John Krasinski, Chris Moore.

INTÉRPRETES: Matt Damon, Frances McDormand, John Krasinski, Rosemarie DeWitt, Scoot McNairy, Titus Welliver, Hal Holbrook

En el nº 2.845 de Vida Nueva.

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