2013 Año Soledad Acosta de Samper

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Por fin una voz femenina, silenciada en una sociedad patriarcal, está siendo rescatada. La declaración hecha por el Ministerio de Cultura de 2013 como “Año Soledad Acosta de Samper” para conmemorar el centenario de su fallecimiento, pretende sacar a esta escritora colombiana del siglo XIX del olvido en que había permanecido.

Su voz, que cuestionaba la situación de las mujeres y defendía la moral y las buenas costumbres fundamentadas en la religión, debió resonar en la sociedad santafereña que, probablemente, no entendía sus reclamos ni sus preocupaciones, porque Soledad Acosta de Samper se adelantó a su época.

Y, cuando las mujeres callaban, porque así lo establecía el tratado de límites que confiaba a los varones el saber y el uso de la palabra, tomó la pluma para incursionar en el mundo de la literatura y de la historia desde el periodismo. Porque periodista fue esta escritora de novelas y estudios históricos a lo largo de más de 50 años de ejercer este oficio. Periodista fue cuando en 1859 le publicaron en un periódico bogotano, Biblioteca de Señoritas, su primer escrito enviado desde París con noticias de actualidad. Periodista era cuando el folletín de los periódicos de Bogotá y Lima publicaba sus novelas por entregas. Periodista se declaró abiertamente cuando fundó y dirigió cinco revistas y periodista religiosa se consagró en una de ellas. Periodista siguió siendo hasta el último de sus escritos, titulado “La soberanía de la mujer en su casa” y publicado en El Faisán de Aránzazu en 1913, el mismo año de su muerte.

Periodismo religioso

En las cinco revistas que fundó, dirigió y redactó, Acosta de Samper expresó sus intereses religiosos y, al mismo tiempo, su preocupación por la situación de las mujeres, ejerciendo desde estas publicaciones un servicio que la jerarquía de la Iglesia reconoció en cartas que los obispos le escribían y ella publicaba para respaldar su proyecto editorial.

ps19_lamujer_1878_P__gina_01En las páginas de estas revistas resulta evidente la preocupación religiosa de su directora en estudios de carácter histórico y de tinte hagiográfico, casi siempre con mirada de género, pues sus protagonistas representan modelos de virtud y heroísmo que la autora propone a sus lectoras. Otras veces le interesa demostrar que la religión y la ciencia no se oponen. También publica crónicas de sus peregrinaciones en Francia y noticias de actualidad religiosa, como estas de 1898: intrigas para que a la muerte del Papa, “el que eligieran los cardenales se inclinara hacia la Alemania que pretende ser dueña del mundo”; la convocatoria de un concilio general para América Latina y la intención del Papa de nombrar a un cardenal latinoamericano; el centenario de una mujer sabia y santa, María Inés Gaetana; la salud del Santo Padre, que tenía 90 años; y la próxima llegada de los obispos latinoamericanos a la reunión convocada en Roma.

Su proyecto editorial El Domingo de la Familia Cristiana, publicación semanal que consta de 52 números publicados entre el 24 de marzo de 1889 y el 16 de marzo de 1890, era una revista religiosa, como lo registró la nota aparecida en otra publicación: “no puede ser menos que fructuosa la nobilísima tarea que se ha impuesto su ilustre redactora: la vulgarización de los Evangelios y la exposición sencilla de temas religiosos y del hogar”.

Esta publicación ofrece un original método de exposición: alterna voces de personajes en el marco de un encuentro dominical convocado para “oír misa y pasar el día”. El sacerdote Duaso, uno de los personajes de la trama, sabe de religión y de historia y dialoga con el médico Antier, otro personaje, que sabe de ciencias de la naturaleza. Los escucha el resto de la familia, que también participa con lecturas de cuentos y páginas de historia que la directora había escrito y publicado años atrás o traducido de publicaciones europeas, mientras la voz narrativa describe paisajes y marca el paso de las horas en la rutina dominical. Ahora bien, las voces de las mujeres solo se incorporan en forma de preguntas o de reclamos a su situación. Al fin y al cabo, en su entorno, el saber era dominio masculino, desde el tratado implícito de límites que, en cierta forma, ella aceptaba.

Lo más llamativo de este ejercicio escritural es que una mujer –su autora– toma la voz del sacerdote para expresar sus opiniones religiosas. O las opiniones de autores que a ella la habían convencido y que responden a la mentalidad de la época: visión sacral, actitud apologética de defensa de la religión católica, teorías concordistas al demostrar que ciencia y religión no se contraponen. Por eso sus comentarios no corresponden con las actuales interpretaciones ni sus opiniones teológicas tienen validez desde los enfoques contemporáneos.

Una voz femenina

soledad-acostaHija única de Joaquín Acosta y Carolina Kemble, Soledad nació en Bogotá el 5 de mayo de 1833 y al lado de su padre, que había vivido las guerras de la Independencia y se había hecho historiador, aprendió a amar las letras y la historia. Conoció a José María Samper en unas fiestas en Guaduas, y el arzobispo de Bogotá bendijo el matrimonio el 5 de mayo de 1855. Nacieron en este hogar cuatro hijas: dos de ellas murieron en Bogotá, de 12 y 15 años; Bertilda se hizo religiosa de La Enseñanza y Blanca murió soltera. Por eso, Soledad no dejó descendencia. En vísperas de cumplir los ochenta años, y después de haber tomado parte muy activa en los actos del Centenario de la Independencia, Soledad murió en Bogotá el 17 de marzo de 1913.

Más de 400 títulos dejó en publicaciones periódicas que, posteriormente, ella misma editó en libros y en compilaciones de sus cinco revistas. 4.772 páginas que hacen parte de estas revistas y el resto de su obra, revelan su habilidad para explorar diversos géneros, su percepción del mundo, sus preocupaciones religiosas y su interés por la situación de las mujeres, su patriotismo, su pensamiento acerca de la tarea de las mujeres en el hogar y en la sociedad y su intención: producir un cambio de mentalidad. En su obra, los asuntos de género y la importancia de la religión están presentes transversalmente y resultan recurrentes, siempre con intención pedagógica que manifiesta el liderazgo y el servicio que prestó en la Iglesia desde las páginas que escribió y que tienen la huella de una escritora polifacética que en este siglo ha comenzado a recuperar la voz que estuvo silenciada durante casi cien años.

 

Confesión religiosa de Soledad Acosta de Samper cuando tenía 20 años

SoledadYo no soy fanática pero soy profundamente religiosa y creo que la que yo he escogido es la mejor para adorar a Dios. Yo no soy católica sin haber reflexionado mucho sobre esto. .. Hasta los doce años viví en Bogotá, después fuimos a vivir diez meses con la madre de mi mamá, que era protestante. Ella trató de convencerme. Mientras estuve allí no leí más sino libros protestantes, no iba sino a iglesias protestantes. Pero, aunque muy niña, escuchaba todo, leía todo, nunca contradecía, pero no me pude convencer (subrayado en el original). En Francia estudié y comparé los dos cultos, el Católico y el Protestante, y estoy hondamente convencida que el primero es el mejor para mí, porque yo creo que la religión de cada uno se encuentra en el fondo de su corazón y en lo que puede creer (Diario íntimo, 1853-1855).

Isabel Corpas de Posada

 

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