Medellín, ¿hacia una innovación con justicia social?

Algunas reacciones sobre el premio concedido a la ciudad

 

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El pasado primero de marzo Medellín ganó el título como la ciudad más innovadora del planeta. En un concurso organizado por Citibank y Wall Street Journal, en asocio con Land Urban Institute, la capital antioqueña había sido escogida meses atrás como finalista, junto a Tel Aviv y Nueva York. Luego, mediante votación abierta los ciudadanos del mundo contribuyeron a la elección final, de forma virtual.

El resultado se suma a otros reconocimientos. El año pasado la ciudad recibió el premio al transporte sostenible por parte del Instituto para las Políticas de Desarrollo y Transporte. En efecto, existe una sensación generalizada: “en la última década, Medellín ha trabajado duro para cambiar su imagen. El gobierno local está invirtiendo en programas educativos y sociales, y en la ciudad se reconoce la importancia de ofrecer un sistema integrado de transporte público como columna vertebral de estos proyectos. Medellín se está haciendo famosa por el transporte sostenible innovador. Los recientes esfuerzos por modernizar el transporte público, crear mejores espacios públicos y mejorar la seguridad, están ayudando a transformar la ciudad. Estos proyectos incluyen el desarrollo de buses de tránsito rápido y la creación de un programa de bicicletas públicas, nuevos elementos de transporte que se integran con los sistemas existentes de metro tranvía. Además, la ciudad está en la construcción de millones de metros cuadrados de nuevo espacio público”.

7215780792_0d3afba668_oEntre las voces que reaccionaron sumándose al título, se oyeron la del actual gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, y, obviamente, la de Aníbal Gaviria, Alcalde de Medellín. El primero dijo que este se debe a la apuesta de los últimos gobiernos con relación a una transformación de la ciudad fundada en la educación, la renovación urbana, el emprendimiento y la cultura. “La innovación –dijo– significa que sabemos resolver problemas, nos atrevemos a cambiar, somos capaces de unirnos como sociedad, esta es una marca que no nos soñábamos hace pocos años”. Por su parte, Gaviria afirmó: “Yo creo que es un motivo de alegría para cada uno de los 2 millones y medio de habitantes de nuestra ciudad y es un motivo de alegría, por supuesto, para todos los habitantes del Área Metropolitana y de Antioquia y del país. Este es un histórico reconocimiento a nuestra ciudad, a nuestra institucionalidad y sobre a todo a nuestra gente”.

Preguntas incómodas

El arzobispo de Medellín reaccionó de forma muy diferente al título concedido a la ciudad. Mientras muchos celebraban la elección de la capital antioqueña como la ciudad más innovadora, el prelado escribió un comunicado público con una serie de preguntas. Quince, para ser exactos. Juan Esteban Lewin, de La Silla Vacía, publicó un artículo en el cual el medio virtual revisa algunas de las preguntas de Ricardo Tobón, buscando los hechos que las sustentan: ¿Por qué los medios de comunicación no informan exactamente la situación de violencia que se vive en el área metropolitana de Medellín? ¿Por qué si alguien denuncia personas vinculadas con la violencia, estas lo saben inmediatamente, exigen razones y toman represalias? ¿Por qué nadie logra hacer nada para que no se sigan vinculando niños y adolescentes a la guerra y no continúe la explotación sexual de niñas en medio del conflicto? ¿Por qué las cárceles, en no pocas ocasiones, en lugar de controlar la acción de los delincuentes son el lugar seguro para que ellos planeen y dirijan las acciones criminales y terroristas? ¿Por qué nadie llega al fondo de eliminar el vínculo entre narcotráfico y violencia, si, como ha dicho una fuente autorizada, el 97% de los asesinatos en Medellín se derivan del narcotráfico? ¿Por qué se sigue hablando de “micro-tráfico” cuando, según datos hechos públicos por los medios de comunicación, se trata de un “negocio” que en Medellín supera los dos billones de pesos al año e involucra a un 85% de la población juvenil de las comunas?  ¿Por qué circulan tantas armas modernas y sofisticadas; quién promueve ese negocio; con qué dinero se adquieren; quién adiestra para su manejo? ¿Por qué persiste un índice tan alto de impunidad; dónde están la verdad y la justicia; se puede permitir una explotación ideológica o económica del dolor de los que sufren? ¿Por qué está tan “barata” la “vida” en Medellín, hasta permitir que con muy poco dinero y sin mayor esfuerzo se pueda contratar el asesinato de cualquier persona en la ciudad y sus alrededores? ¿Por qué mejora la infraestructura pero los niveles de pobreza no bajan; por qué decimos que la ciudad va bien y la gente está mal?

325956166_0133e8f603_bSegún Lewin, “aunque los últimos cubrimientos han sido sobre el premio de innovación como el de la más reciente portada de Semana, para Fernando Quijano, director de Corpades, el señalamiento del arzobispo tiene algo de injusto porque muchos periodistas y medios se la han jugado por mostrar la violencia. ‘Ese esfuerzo no se puede minimizar porque contar la verdad sobre la violencia en Medellín puede poner en riesgo la vida de los periodistas’, dice Quijano”.

Aún cuando el arzobispo se equivoque en algunos cálculos, se confunda en el significado de la expresión “micro-tráfico”, o pase por alto las apuestas de ciertos medios de comunicación y el esfuerzo de personas como Fernando Quijano a la hora de informar sobre la violencia en Medellín, el artículo de Juan Esteban Lewin demuestra la importancia y la necesidad de preguntas como las del prelado en el escenario de opiniones que  hoy abundan sobre la ciudad. “En los últimos diez años Medellín ha tenido enormes avances en infraestructura. Ha construido tres metrocables, las troncales de Metroplús, la extensión del Metro al sur del Valle de Aburrá, la vía de doble calzada a las Palmas (que acerca la ciudad al aeropuerto de Rionegro), las megabibliotecas y colegios, entre otros. Además, está en camino el tranvía de Ayacucho. Eso muestra una ciudad pujante. Pero, mientras tanto, los niveles de pobreza siguen siendo altos. Más de 53% de los habitantes de Medellín tienen problemas de seguridad alimentaria, casi una tercera parte son pobres, según cifras oficiales, y hay unas 100 mil familias sin servicios públicos”, señala el periodista.

Miguel Estupiñán

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