El Papa que la Iglesia necesita

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Unos días antes la elección del Papa Francisco, Vida Nueva invitó a tres laicas –dos de la comunidad Humanae Vitae y una teóloga– y a un religioso biblista, a dialogar sobre el cuadro que configura la realidad de la Iglesia que recibe el nuevo Papa, así como sus esperanzas ante el rol que deberá asumir en el timón de la barca de Pedro. El memorable gesto de sencillez de Bergoglio, de inclinarse para implorar la bendición del pueblo de Dios, nos alienta a compartir los resultados de este fecundo intercambio, rico en interpelaciones y prospectivas, que se suma a las aspiraciones de quienes esperan un pastor capaz de conducir a la Iglesia con el tesón y la altura que exigen los desafíos de hoy.

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Javier Darío Restrepo: ¿Cuál es la visión de Iglesia que ustedes tienen en este momento, es decir, los “claroscuros” que constituyen la realidad eclesial hoy?

“La crisis no está solamente en la cúspide de la Iglesia”

“La crisis no está solamente en la cúspide de la Iglesia”. Gabriel Naranjo

Gabriel Naranjo: Yo veo en la Iglesia una situación sumamente compleja. Hay que darles la razón a Hans Küng y a otros teólogos alemanes que le habían pedido la renuncia a Benedicto XVI unos años atrás, cuando comparaban esta crisis con la crisis de la reforma protestante. Al mismo tiempo, tengo clavado en el corazón un elemento que me parece muy esperanzador: el intento de acercamiento a la Palabra de Dios. En este aspecto “el Papa de la Biblia”, como podríamos llamar a Benedicto XVI, dio grandes pasos. Cuando estos teólogos hablaron de la crisis y de la renuncia, caí en la cuenta de que también la crisis de la reforma protestante coincidía con un momento que se asentaba sobre las bases bíblicas de Lutero. La actual crisis también está relacionada con un momento bíblico: el Sínodo sobre la Palabra, el cual quedó completamente opacado por los escándalos. Con esto quiero plantear que la crisis me parece muy grave y reclama cambios radicales en el gobierno de la Iglesia, pero que, al mismo tiempo, hay un germen de novedad que es la pertenencia a la Palabra.

“Miles de personas en la Iglesia están sosteniendo a la población necesitada” Amparo González

“Miles de personas en la Iglesia están sosteniendo a la población necesitada”
Amparo González

Amparo González: Me gusta la expresión “claroscuros” para referirme a la Iglesia. Evidentemente la Iglesia está en una crisis delicada que no podemos evadir. Los “oscuros” los veo en una historia de simbiosis entre la estructura política y el Evangelio, o lo que el P. Gabriel llama: la Palabra. Esto llevó a que el poder político se haya interiorizado en la Iglesia, causándonos mucho daño. También veo una historia de obispos lejanos a sus sacerdotes y a los sacerdotes los veo solos. Los “claros” los encuentro en el surgimiento de pequeñas comunidades donde está presente Cristo, y que nos llama a separarnos de las estructuras políticas. Por eso, pienso que estamos llamados a recogernos, en medio de la crisis, porque hay fe y condiciones para que de la crisis salga algo positivo.

Isabel Corpas: En primer lugar me pregunto ¿cuál Iglesia? ¿La Iglesia de la cual hablan los medios de comunicación, que es la Iglesia jerárquica, la Iglesia del Papa, los obispos y los curas? ¿O la Iglesia que es la comunidad de los bautizados? Evidentemente somos herederos de una tradición que el Concilio Vaticano II no ha logrado superar. Estamos ante una Iglesia radicalmente dividida en jerarquía y laicado, la Iglesia que delineó la reforma gregoriana en el siglo XI, donde a los unos les corresponde administrar los bienes de la salvación, y a los otros recibirlos. Esa Iglesia jerárquica –sobre todo la Curia romana– de la cual habla los medios de comunicación, es una Iglesia en crisis. El mundo está asistiendo a fenómenos de descristianización y secularización, que se manifiesta en la desbandada de católicos hacia posiciones agnósticas y ateas, pero especialmente hacia los nuevos movimientos religiosos. En América Latina, el pentecostalismo está recogiendo la desilusión de los católicos. Ese es el lado oscuro. El lado claro, para retomar la metáfora que se nos propone, nos permite ver una Iglesia de comunidades vivas, en búsqueda, comprometida con las realidades sociales, políticas y culturales. Una Iglesia de Jesús.

“Un Papa al que le incomode el Estado Vaticano como desviación de la barca de Pedro” Catalina Vergara

“Un Papa al que le incomode el Estado Vaticano como desviación de la barca de Pedro”
Catalina Vergara

Catalina Vergara: Una Iglesia en la que su pastor mayor renuncia, expresando con sencillez su situación, me dice que es una Iglesia con mucha esperanza desde el punto de vista espiritual. Se trata de un acto de reconocimiento de los propios límites, que lleva a ser verdadero consigo mismo, y de un gesto de confianza en quienes lo acompañan. De ahí que todos los creyentes estemos convocados a participar activamente en la construcción de la Iglesia.

Por otra parte, veo que la Iglesia de hoy es muy frágil ante el impacto de la sexualidad sin límites. Occidente se ha alejado de la inspiración bíblica –que mira la sexualidad como un carisma, un vínculo y una posibilidad de crecimiento interpersonal–, y la Iglesia ha cedido. De ahí que tengamos la problemática de la pederastia en los sacerdotes, que incluso ha comprometido a muchos obispos. Así mismo, hace falta una posición pastoral que dé resonancia a la propuesta de Pablo VI, que vio que la anticoncepción es un “camino fácil” que no dignifica a la persona. La Iglesia está llamada a responder, desde la fidelidad a la Palabra, a la defensa de la vida, unida a la vida sexuada del ser humano.

JDR: Si redujéramos el panorama que se acaba de trazar, a imágenes, nos podríamos remitir a la portada del último número de la revista, que es una combinación de muchas sombras y una luz que comienza a surgir “a la espera de un nuevo día”. Hagamos una segunda ronda, muy breve, para compartir lo que se haya quedado en el tintero.

GN: He rumiado mucho lo que ha ido pasando y he llegado a la conclusión de que esto no es sólo un asunto de la Curia romana. Yo veo que somos todos, porque problemas relacionados con el sexo, el poder y el dinero hay en instancias que yo conozco más, como la Vida Religiosa. De igual forma, si nos ponemos a mirar lo que pasa en Colombia, el escándalo de los dos sacerdotes que se hicieron matar en el sur de Bogotá, representa un problema muy grave. O sea que la crisis no está solamente en la cúspide, es una crisis que se da en la Iglesia. Por otra parte, ante la distancia de los obispos, se va creando una conciencia en la gente de que no son un referente necesario, como se podría decir también del Papa, porque viven muy lejos del común de las personas. Pero el problema va más allá, como lo insinuaba Catalina, porque la sociedad actual se está perdiendo en un descontrol. Los problemas de pedofilia son muy graves, y son mucho más escandalosos en el caso de los sacerdotes que de cualquier otra persona, pero es un fenómeno que ha golpeado sociedades civiles como ha sucedido en Bélgica, en Chile, en los políticos, en los artistas… Este es un fenómeno que hay que tener en cuenta: la realidad crítica toca a toda la Iglesia y al mundo en el que vivimos.

AG: Viendo a la Iglesia de hoy, pienso en un rebaño muy asustado, inseguro, a la espera de un pastor que sepa guiar y que sea congruente. Pero pienso también en las comunidades vivas que comentaba Isabel, en los misioneros que no vemos pero que cumplen su misión padeciendo hambre y frío, con los indígenas, en las montañas, en las ciudades, con los enfermos de SIDA, con los desplazados, con los niños… Son miles de personas en la Iglesia que están sosteniendo a la población necesitada. Por eso, este momento es una oportunidad para que como Iglesia nos recojamos y volvamos sobre nosotros mismos para afrontar nuestra crisis y recuperar nuestra identidad, retroalimentándonos unos con otros, fortaleciéndonos y reconociendo nuestra debilidad desde la misericordia. De este modo, podremos ser una luz que ilumine de verdad y no quede opacada.

“Deberá responder a las realidades del mundo actual con una Buena Noticia” Isabel Corpas

“Deberá responder a las realidades del mundo actual con una Buena Noticia”
Isabel Corpas

IC: Se me quedó en el tintero la Iglesia que está viendo el mundo, la de los escándalos de la Curia romana y del clero, la de la desbandada de los fieles y los templos vacios. Es una Iglesia que no solamente ha dejado de ser creíble para el mundo, sino que también es rechazada. Al conversar diariamente con la gente, es notable el rechazo, debido al poder ejercido por la Iglesia, a las ostentaciones de riqueza, y a las posiciones radicales a las que se han llegado por no seguir las líneas que propuso Juan XXIII, “el Papa bueno”, de interpretar y escrutar los signos de los tiempos, y querer seguir manejando un paradigma medieval en un mundo que dejó de ser medieval, como afirma Hans Küng. El mundo ve una Iglesia que está agarrada al pasado y con dificultad para ver el futuro, y no una Iglesia pueblo de Dios, sacramento –como decía el Concilio Vaticano II–, es decir, una Iglesia comunión que construimos entre todos para realizar la misión a la que está llamada. Como lo dijo Juan Pablo II en más de una ocasión, la comunión se hace misión y la misión es para la comunión.

CV: Recordando un concepto de mi papá, Hernán Vergara, en su libro “soberanía de la fe”, la cadena de fidelidad de los apóstoles, que es heredada por los obispos, y su vínculo con el poder histórico de la Iglesia –ajeno a Jesús–, hizo de esta apostolicidad una investidura que afecta la convivencia con los fieles y con las comunidades, generando división, porque priman las relaciones en torno a las funciones. Sin embargo, hoy tenemos también obispos que son testimonio de comunión.

Otro asunto, si se me permite, tiene que ver con los derechos humanos, que deben ser garantizados por el orden civil. También la Iglesia ha mostrado a lo largo de su historia su compromiso con los derechos humanos, atendiendo a los más débiles y a los enfermos. De este modo, se ha identificado como cuerpo de comunión y de hermandad a favor de la vida humana en condiciones de fragilidad.

 

El nuevo Papa

“hay una misión para todo el que cree en este momento” Javier Darío Restrepo

“hay una misión para todo el que cree en este momento”
Javier Darío Restrepo

JDR: Frente a esta realidad de la Iglesia, ¿cuál es el compromiso que deberá asumir el nuevo Papa?

GN: Encuentro muy ligado el momento a la estructura de la Iglesia. La simbiosis entre estructura y Evangelio, que comentó Amparo, nos lleva a reconocer que no siempre el Evangelio respira en la estructura medieval que nos hablaba Isabel. Frente a una instancia tan determinante como el papado –porque no creo que haya un personaje en la Iglesia y en el mundo que influya tanto en las personas, como el Papa–, cuestiona que la Iglesia esté amparada en una estructura tan medieval, que se ha ido perfeccionando en función de lo que ella ha pretendido salvar, como por ejemplo la ortodoxia. Entonces, por una parte está aquello con lo que uno sueña y por otra parte aquello que es una posibilidad real, por la estructura de la Iglesia. ¿Quién podría personificar lo que uno sueña? Ante todo yo pienso que el Papa debe ser un hombre convencido de lo que pidió Juan XIII al convocar el Concilio: impulsar una Iglesia de los pobres. Tiene que ser un hombre con una gran capacidad de diálogo, porque es la manera como se puede garantizar la propuesta significativa de la Iglesia para el mundo de hoy. El problema de fondo del desencanto y la posibilidad de lo contrario, está relacionada con la capacidad de diálogo del nuevo Papa y su encuentro con una sociedad que es sensible a las cuestiones relacionales. Tiene que ser un hombre sumamente sensible a ello y además una persona que avance en lo que le quedó pendiente a Benedicto XVI: el diálogo con el mundo oriental, la centralidad de la Palabra, teniendo en cuenta lo dice la Verbum Domini: “no se comienza a ser cristiano por una gran verdad ni por una propuesta ética, sino por el encuentro con una persona”. Eso es posible si la Palabra está en el centro. De cara al futuro de la Iglesia, que está en buena parte en América Latina, yo privilegiaría lo latinoamericano porque, aunque se ha dicho que la Iglesia ni es latinoamericana, ni es asiática, ni es europea… yo creo que la procedencia influye mucho.

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AG: Sueño con un Papa centrado en la fe, coherente, que pueda romper las barreras de la pesada estructura en la que se encuentra la Iglesia, para acercarse a su rebaño, congregarlo y transmitirle confianza. Que esté dispuesto a esa dosis de sacrificio que le pide este momento, que no se asuste. Añoro que sea un Papa que continúe la defensa de la vida en la profundidad que le dio Pablo VI. La Iglesia no puede bajar la bandera en los aspectos que se relacionan con la Humanae Vitae, porque la vida trae más vida. También anhelo un Papa sencillo, con libertad para expresarse y acercarse a la gente.

IC: Entiendo los ministerios eclesiales como funciones de liderazgo y servicio. El papado es un ministerio eclesial. Como obispo de Roma es primero entre los pares y encargado de conducir la barca de la Iglesia. Para ejercer esas funciones en la Iglesia, ese hombre –porque tiene que ser hombre– debe reunir unas condiciones humanas y otras que podríamos llamar eclesiológicas. En cuanto a las condiciones humanas, en primer lugar, una capacidad de liderazgo, para conducir, congregar, canalizar, motivar la comunión eclesial y la realización de su misión. En segundo lugar una apertura al cambio, al diálogo, a entender las nuevas realidades. Y en tercer lugar, una capacidad gerencial, pues finalmente es quien organiza la Curia romana, y ese “poner orden en casa”, que le va a tocar, necesita de una capacidad administrativa. Desde el punto de vista de las condiciones que yo llamaría eclesiológicas –no eclesiásticas– deberá ejercer su misión como pastor, como firman los Papas, servidor de los servidores de Dios, respondiendo a las necesidades del mundo actual con el Evangelio, con una Buena Noticia. El nuevo Papa deberá realizar la misión que Jesús le confió a Pedro.

CV: Comienzo por mencionar una idea que me nace del diálogo con Javier Darío: un Papa al que le incomode el Estado Vaticano como una desviación de la barca de Pedro. Para que se pueda ocupar de la diócesis de Roma, y se ahorre las vergüenzas que le trae ser administrador de un Estado que, dicho sea de paso, no son esenciales para el obispo de Roma.

JDR: Podemos proponer públicamente que El Vaticano se convierta en un museo…

CV: Se podría pensar cómo darle un lugar digno a esos bienes, a favor de los pobres y necesitados, porque es una historia muy importante. En segundo lugar, debe ser un Papa que reconstruya una comunidad eclesial viva que acompañe al hombre y a la mujer de hoy, tanto a quienes nos vemos como sus hijos –los pastores, los matrimonios, los niños, los jóvenes–, y con capacidad de diálogo para quienes no se ven como sus hijos pero comparten el momento presente. En tercer lugar, un Papa que se afiance totalmente en la Palabra revelada y recupere para la Iglesia el modo de pensar desde el Espíritu.

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JDR: Todo lo que se ha dicho es muy completo. Sin embargo, abro una nueva ronda por si alguien quiere agregar algo.

IC: ¿Cuáles son los temas y los asuntos que yo celebraría que el nuevo conductor de la barca de Pedro aborde? Que rompa los paradigmas medievales de la organización eclesiástica –más que la organización eclesial– de una Iglesia dividida en jerarquía y laicado, para asumirse como una Iglesia ministerial en la cual todos sean colaboradores y co-responsables en la construcción de la comunión y en la realización de la misión. Un Papa que se atreva a tocar dos puntos álgidos y necesarios, como son la revisión de dos medidas de derecho canónico: el celibato de los sacerdotes y la ordenación de las mujeres. Los dos carecen de fundamento bíblico y creo que resultan necesarios para responder al mundo actual. La Iglesia es casi la única organización en la cual las mujeres son excluidas para ejercer funciones de liderazgo y servicio, o no son reconocidas formalmente porque las mujeres las realizan sin reconocimiento alguno. Frente al celibato de los sacerdotes, en un mundo que entiende la sexualidad como una realidad humana, es importante tener la posibilidad de vivirla en pareja aunque habrá otros carismas o vocaciones con otras formas de vida comunitaria, donde obviamente no hay lugar para el matrimonio, pero qué bueno que podamos alguna vez ver sacerdotes casados al frente de sus comunidades.

GN: Yo tengo algunos pendientes. Con la renuncia de Benedicto XVI se acaban los Papas vitalicios y, por otra parte, yo quisiera un papado desclericalizado, en el sentido que dice Isabel. ¿Por qué no puede llegar a ser una mujer o un laico quien lidere la Iglesia? Me parece que le haría mucho bien a la Iglesia un Papa que desclericalise la Curia romana, por ejemplo. Hay mujeres muy valiosas en la Iglesia que deberían estar allí. A uno lo deprime un poco ir a una ceremonia pontificia y ver a una cantidad de ancianos desfilando delante del Papa. ¿Por qué no pensar en jóvenes que estén en organismos importantes de la Santa Sede? ¿Por qué no podrían ser ellos los que organicen las Jornadas Mundiales de la Juventud? La desclericalización es una posibilidad real y saludable.

Otro asunto es que se dé una solución al drama de quienes han roto su vida matrimonial pero viven su vida católica. La Iglesia debería dar una solución a la multitud de hombres y mujeres que se les deshizo el matrimonio, porque ya no había más remedio, pero que quieren llevar una vida cristiana, católica, de comunión.

Conclusiones

Al concluir el diálogo se recordó la figura de Pablo VI. Alguien dijo que “si Pablo VI fuera el Papa de ahora, respondería a muchas de las cuestiones que hemos dicho”. Es la hora de Francisco, aunque curiosamente algunos ya han notado el parecido físico entre Montini y Bergoglio. Más allá de eso, se concluyó que todavía hay muchas posibilidades, más aún, hay una misión para todo el que cree en este momento. Los momentos de grandes crisis en la historia de la Iglesia han dado lugar a reacciones luminosas. ¿Se va a abrir paso a una gran reforma?

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