El papa Francisco y su relación con España

Enrique Climent, superior de la comunidad jesuita de Alcalá de Henares donde estuvo Bergoglio

Completó su formación en Alcalá de Henares, y en 2006 dio ejercicios espirituales a los obispos

papa Francisco saluda al príncipe Felipe 19 marzo 2013

Saludo al príncipe Felipe después de la misa de inicio del pontificado

Francisco y su relación con España [extracto]

FRAN OTERO | Amenaza lluvia en Alcalá de Henares (Madrid) apenas tres días después de la elección de Jorge Mario Bergoglio como nuevo papa bajo el nombre de Francisco. Alcalá, la complutense, la misma que acogió en 1971 al ahora Pontífice durante su Tercera Probación en la Compañía de Jesús.

Vivió durante tres meses en el colegio y residencia jesuita San Ignacio de Loyola. Nos abre la puerta el superior de la comunidad, Enrique Climent. Él no coincidió con Bergoglio, pero es el encargado de mostrar, a cuantos periodistas se han acercado por allí –y ya han sido muchos– las dependencias de un lugar del que pocas cosas quedan del paso del nuevo Papa.

La primera estancia que visitamos es el archivo, lugar donde se encuentra “el recuerdo más importante de Bergoglio: su presencia en el catálogo de los jesuitas”. Climent recoge uno de los tomos, de 1971, lo abre y muestra el nombre del Papa. De septiembre a diciembre de ese año, Jorge Mario Bergoglio realizó la Tercera Probación junto a sus compañeros, entre otros, Jesús María Alemany o José Enrique Ruiz de Galarreta.

Jesús María Alemany, presidente de la Fundación Seminario para la Paz de Zaragoza, atiende a Vida Nueva a través del teléfono y, como él mismo cuenta, tras haber realizado más de 25 escritos al respecto en los últimos días. No pasa a todos haber sido compañero de un papa.documento en Alcalá de Henares con el nombre de Jorge Mario Bergoglio

A Bergoglio le recuerda tal y como se ha mostrado en los primeros días de pontificado: “Sencillo, cercano, tímido”, con una especial inclinación hacia los pobres y con una espiritualidad profunda. De hecho, recalca que Francisco “no está actuando, es así; le sale así”.

Su estancia en Alcalá se dividió en un mes largo de ejercicios espirituales, “el plato fuerte de aquel tiempo”, y en un tiempo que aglutinaba oración, reflexión, trabajo personal y comunitario y labor social, aderezado con excursiones, deporte… Precisamente, Jorge Mario Bergoglio era muy deportista y aficionado al fútbol, a su San Lorenzo de Almagro.

En la casa de Alcalá de Henares todo ha cambiado. Todavía viven allí el entonces cocinero, José María Ucendo, y el hermano Agapito Alba, encargado del mantenimiento, aunque poco fue el trato, como pocas son las estancias que se ven tal y como las conoció Francisco.

Sí pisamos el suelo que pisó el hoy Papa, subimos por las mismas escaleras y accedemos a la sala de café, en cuya entrada llama la atención una foto del entonces cardenal de Buenos Aires besando los pies a un joven enfermo, y en cuyo interior preside un póster del papa Francisco. El mismo que ya cuelga de una de las paredes de la enfermería, donde el padre Agustín –el decano de la casa, pues tiene nada menos que 99 años– lee el periódico y nos saluda con enorme amabilidad.

Un viaje por Navarra y Javier

En los momentos de reflexión y debate en esa casa, Alemany recuerda a Bergoglio con “una fuerte libertad espiritual y con mucha firmeza”, y apunta dos aspectos claves que hay que tener en cuenta de cara a su pontificado: “La centralidad de Cristo en la Iglesia y el servicio a los más pobres”.

Enrique Climent, superior de la comunidad jesuita de Alcalá de Henares donde estuvo Bergoglio

Enrique Climent, superior de la comunidad jesuita de Alcalá

Su compañero José Enrique Ruiz de Galarreta también compartió mucho tiempo con él. Entre otras cosas, jugaban al tenis en un vieja pista en los ratos libres. Así, trabaron una amistad que llevó a Bergoglio de viaje por Navarra justo después de terminar la Tercera Probación. Visitaron Javier, el valle del Roncal, la montaña… “No sé cuál fue la oportunidad de aquel viaje, pero sí, pasamos un par de días por mi tierra”.

Ruiz de Galarreta recuerda a Bergoglio como “un hombre muy inteligente, de una cortesía extraordinaria, una figura emergente”; también su sencillez y humildad sinceras, pues “no se trata de una puesta en escena”. Del mismo modo, apunta que el papa Francisco es “un hombre enérgico” y que “no se va asustar ante situaciones difíciles”. “Es un hombre muy capaz de hacer muchas cosas”, añade.

En aquellos años, y en ocasiones posteriores, también le conoció el jesuita José María Fernández Martos. Donde más pudo saber de él fue impartiendo unos ejercicios en San Miguel (Buenos Aires) a toda su provincia: “No hablé con él y, sin embargo, aparecía muy influyente en los itinerarios personales y comunitarios de los que venían a hablar conmigo”.

En su opinión, su apariencia “frágil, tímida y humilde” puede engañar, pues “pronto descubrías una personalidad berroqueña labrada de convicciones hondas y acrisoladas en el horno de un hombre que es cualquier cosa menos apariencia”. “Cuando Bergoglio hablaba no imponía, pero arrastraba, seducía. Oyéndole, eras llevado a un lugar incómodo en el que parecía que no te quedaba otra opción que darle la razón, sintiéndote menos libre, o disentir y oponerte para no ser envuelto en su discurso. Quizá porque habla desde un más allá de sí mismo; desde un alguien que le habita. Es un hombre de Dios que habita un fuego devorador, una hoguera”.papa Francisco pasa por delante de una bandera de España

Al margen de estos encuentros, Fernández Martos ha ido sabiendo de Bergoglio y de su ministerio a través de muchos sacerdotes que le ha trasladado “los enormes ejemplos evangélicos del entonces monseñor Bergoglio”. “Lo mismo asistía a la cabecera de la madre de un sacerdote, que acudía a las villas miseria. Para mí que el pontífice Francisco, como el buen vino, ha ido enriqueciéndose y adquiriendo unas cualidades que van a ser muy buenas para la Iglesia”, concluye Fernández Martos.

Ejercicios a los obispos en Madrid

Navarra es otro de los lugares por los que pasó en su estancia en España como hemos comprobado, aunque no tan significativo como el primero ni como Madrid, hasta donde llegó en 2006, ya como purpurado y arzobispo de Buenos Aires, para impartir ejercicios espirituales a los obispos españoles.

El entonces presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), hoy vicepresidente y arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, cuenta a Vida Nueva cómo le percibió durante aquellos días de enero. “Siempre se le veía con una gran serenidad, sin ningún nerviosismo. Se ve que ha seguido una línea de continuidad muy auténtica y muy afianzada en su forma de vivir y de mostrarse. La impresión que guardo es que era un pastor que agradecía que se le hubiera pedido que ayudase a otros pastores. Un pastor bueno que habla a otros ofreciendo lo que tiene”, apunta.

Explica, además, que la invitación a Bergoglio se abordó en el Comité Ejecutivo de la CEE y que se optó por su persona “por ser jesuita de tradición, conocer la situación de España y hablar castellano, y ser un buen director de ejercicios”. “Nos ayudó mucho con su forma de ser y con su experiencia pastoral”, añade.

En esos ejercicios también estuvo presente el hoy arzobispo emérito de Pamplona, Fernando Sebastián. Recuerda que las intervenciones de Bergoglio fueron “breves, densas, muy religiosas y bastante exigentes”. También pudo charlar con él varias veces: “Encontré siempre siempre una persona acogedora, sencilla, sincera, que te facilitaba el acercamiento y la confidencia”.

Posteriormente, Sebastián coincidió con Bergoglio en dos sínodos, “admirando siempre su claridad, su autenticidad y su admirable libertad de espíritu en el servicio a la verdad y al amor del Señor, de la Iglesia y de la sociedad en general”.

También Ricardo Blázquez coincidió con él fuera de España. En concreto, en Aparecida (Brasil), durante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM), en 2007. “Pude apreciar que era recibido como una gran autoridad moral por los demás obispos de Latinoamérica. Además, fue el presidente de la comisión encargada de la redacción de los Documento de Aparecida, y siempre advertí en él una gran seguridad, así como apertura a las sugerencias que todos hacían”, apunta.

“Rompe muros invisibles”

Y todo lo que había percibido en el pasado, se confirma ahora, con sus gestos nada más ser elegido por los cardenales. “Tiene la capacidad, y esa es la impresión que ha recibido la mayoría, de romper esos muros invisibles. Enseguida se acerca a la persona, que recibe la confianza. Va en continuidad con una línea que mantiene desde hace tiempo. Sencillo, directo; se manifiesta con transparencia de fe y oración, es humilde, y esa humildad le da una valentía particular. De hecho, en su primera misa como Papa, y ante los cardenales, la homilía no fue en latín, sino en italiano; no la pronunció sentado en la sede, sino de pie y en el ambón; no llevaba la mitra, sino solamente el solideo durante ese momento; improvisó y fue breve y directo, yendo al grano”. Por eso, será un pontificado con sorpresas, como las que ha habido durante sus primeros encuentros. “Sorpresas, sorpresas gratas”, concluye Blázquez.

Veremos si una de estas sorpresas es una visita a España, esta vez como Papa. La invitación ya la tiene sobre la mesa, pues en el saludo a las delegaciones oficiales en la misa de inauguración del pontificado, el príncipe Felipe se lo propuso. La respuesta del Papa deja todo en el aire: “Como está cerca…”.

En el nº 2.841 de Vida Nueva.

 

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