Hasta pronto, @Pontifex

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Uno de los últimos hitos del pontificado de Benedicto XVI ocurrió el pasado 12 de diciembre, cuando inauguró su cuenta oficial en Twitter, @Pontifex. La noticia dio la vuelta al mundo. El Papa, un hombre de 85 años, líder de una institución que la mayoría de los ciudadanos no identifica por su carácter innovador precisamente, se hace presente en los nuevos medios, que muchos aún consideran espacios acotados para adolescentes y “modernos” que no quieren o no saben socializarse. Pero no Benedicto XVI.

Él llegaba con un objetivo concreto: “Dar mayor alcance al mensaje evangélico”, es decir, demostrar que la Iglesia quiere y tiene que estar allí donde están las personas. Y en Twitter, al día de hoy, se reúnen más de 500 millones. ¿Es obligatorio estar? No, pero es una plaza más donde se dice y se oye de todo. ¿Por qué va a preferir la Iglesia no tener ahí su palabra?

En su primer tweet, el Papa se presentó sencillo pero resuelto: “Queridos amigos, me uno a vosotros con alegría por medio de Twitter. Gracias por vuestra respuesta generosa. Os bendigo a todos de corazón”.

Espaldarazo

RS_Papa-en-TwitterExplotó la ilusión. La de cientos de miles de jóvenes y adultos, hombres y mujeres, laicos, sacerdotes, religiosos, religiosas y hasta cardenales, que le dieron la más agradecida de las bienvenidas; con su gesto, el Papa constataba en público –“bendecía”, dicen muchos– que las redes sociales son un lugar bueno para los católicos. No es una tontería. Qué espaldarazo ha sido para tantas iniciativas, que el propio Pontífice haya querido ser uno más en esta comunidad.

En Internet, como en la vida, la bondad y la maldad residen muchas veces en el uso que se haga. Ratzinger lo tiene claro desde hace años. En 2009, dedicó a las redes sociales su primer Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: “Deseo animar a todas las personas de buena voluntad, y que trabajan en el mundo emergente de la comunicación digital, para que se comprometan a promover una cultura de respeto, diálogo y amistad”. En 2010, exhortaba: “Con la difusión de esos medios, la responsabilidad del anuncio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante y reclama un compromiso más intenso y eficaz”. En 2011, aseguraba: “Existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital, caracterizado por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro”. En 2012, confiaba: “En la esencialidad de breves mensajes, a menudo no más extensos que un versículo bíblico, se pueden formular pensamientos profundos, si cada uno no descuida el cultivo de su propia interioridad”. Y en 2013, ha insistido: “Si la Buena Noticia no se da a conocer también en el ambiente digital podría quedar fuera del ámbito de la experiencia de muchas personas para las que este espacio existencial es importante”.

Cada vez que la Iglesia da un paso adelante en el mundo de las nuevas tecnologías, es noticia y un motivo de alegría: para los que nos dedicamos a ello y para quienes buscan una orientación entre tanto ruido; pero también para los alejados o los que no creen en la Iglesia o en Dios, pero tienen sed de algo trascendente y verdadero. ¿Qué espacio hay más oportuno?

La cuenta @Pontifex está disponible en nueve idiomas y suma unos tres millones de seguidores. La relevancia no es cuestión –solo– de números (Obama tiene más de 27 millones), pero muchos echaremos de menos esa presencia. Se cerró el 28 de febrero, a la espera de que el nuevo Papa decida si la quiere utilizar. Hasta pronto, @Pontifex.

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