Hacedores de Papas

Guillermo León Escobar Herrán

EX EMBAJADOR DE COLOMBIA EN EL VATICANO

 

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Se reúnen en Cónclave 117 cardenales creados por los dos recientes Papas. Más exactamente 67 de Benedicto y el resto de Juan Pablo II. “Creados” significa que están más allá de nominaciones, de concursos sino que la voluntad del “creador” –el Papa– que descubrió en ellos calidades especiales para una tarea que debían cumplir con la capacidad de ir hasta el martirio en el acompañamiento de la tarea pontificia y en el anuncio del Evangelio.

Muchos han hecho bien su tarea, otros no. Tampoco entre los doce Jesús tuvo suerte. Alguien le falló, algún otro no fue muy eficaz, otros llegaron valientemente al martirio y al jefe de todos –Pedro– tocó que se le apareciera el Señor en el Quo Vadis para decirle ante la sorpresa del apóstol que regresaba a la Roma que él abandonaba para ser de nuevo crucificado. Pedro, experto en negaciones comprensivas y en rápidos arrepentimientos, retornó a Roma a ratificar testimonios como primer Papa. Esa historia no se repetirá jamás porque no volverá a ser elegido –claro que Pedro fue nombrado– nunca más alguien que previamente haya negado a su Señor.

Se reunirán –si se aplican las costumbres ya consolidadas– en una especie de previo examen de la situación de la Santa Sede una semana antes ya que no ha habido nunca empalme porque se sustituye a un muerto y en esta vez no lo indican ni la prudencia ni la inteligencia. Como todos los que asisten –cardenales– pueden ser elegidos, deben saber al detalle en qué situación está cada uno de los despachos de la Curia y no solamente aquellos sometidos al escándalo –presunto o cierto– de los dineros, de la disciplina sino también de las relaciones exteriores y de cómo funcionan los mecanismos del poder.

Por lo común ese ajuste de cuentas es una tarea dispendiosa y esta vez lo será más ya que hay una serie de cuentas pendientes que por fin para los aspirantes serán claras y no estarán a nivel de la chismología vaticana. Dura por lo común una semana y no afectará el inicio del Cónclave, inicialmente previsto para el 15 de marzo. Ese informe de gestión es definitivo ya que allí es donde se conoce quiénes han realizado bien su tarea, quiénes saben interrogar y es allí donde se perfilan los candidatos.

94ec95dee0ee4521b6c9447a1d23018bSi bien son sesiones reservadas no están sujetas al sigilo. Ninguno de los cardenales vive todavía en la “Casa de Santa Martha” ya que allí solo tendrán morada a partir del día que inicia el Cónclave. No es un gran trasteo porque lo es para un par de días o tres que durará la elección. Por lo común esa casa es habitada por otros eclesiásticos que la abandonan por el tiempo del cónclave y por tanto ha de ser acondicionada para dar garantía al secreto necesario; será revisada electrónicamente cosa que no produzca ningún tipo de sorpresas con un posible vatileaks. Además habrá de bloquearse todo tipo de nexos con el exterior –teléfonos fijos y celulares–, se anulan las posibilidades de mensajes de twitter y demás no se conceden televisores ni radios ni prensa, nada en absoluto y esto no solo en esa casa que los hospeda sino por donde caminen, en la Capilla Sixtina, en todas partes ya que en esa área todo estará sellado para no permitir ninguna filtración.

Hay quienes se preguntan si existe una “campaña electoral”. Por lo común debiéramos decir que no, pero en sentido estricto tiene lugar una muy inteligente movilización con cardenales que promueven algunos de los “suyos” frente a las posibilidades de los otros. Por lo común de esas sesiones de trabajo se perfilan algunos. Allí los cardenales no residentes en Roma se hacen conocer de los cardenales de Curia y estos se muestran por lo común más abiertos y accesibles que lo que eran cuando manejaban una oficina (es de anotar que al minuto y hora en que renuncia el Papa, todos los cardenales, arzobispos y obispos jefes de oficina quedan cesados de sus obligaciones y sus oficinas están selladas. Lo mismo ocurre con las estancias del Papa y Benedicto ya deberá tener afuera lo que se llevará a su retiro de Castelgandolfo, porque él mismo como obispo emérito no podrá reingresar a las que fueron sus habitaciones u oficinas).

Esa semana de rendición de cuentas aparecen los “ronderos” que son aquellos que invitan a cenas, almuerzos y van creando grupos alrededor de una persona de su interés. En esas cenas no participan todos sino los que han de ser reforzados u ofrezcan la posibilidad de ser convencidos. Gran “rondero” para elegir a Ratzinger fue el cardenal López Trujillo. Se sabe que a esos eventos personalidades de gran prestigio como Martini y Ratzinger no fueron invitados. Se presume que en esta oportunidad los “ronderos” serán el cardenal Kasper y el cardenal Bergoglio que tienen capacidad de convocación.

Pero lo especial de esta elección es que ha movilizado a otros centros de poder interesados en el nombramiento de “alguien en especial” que tienen, buscan y encuentran contactos para influenciar desde fuera a través de los medios de comunicación y a través de muchos otros instrumentos a fin de ayudar a crear imagen.

Esto no es nuevo tampoco, lo podían hacer los reyes en el pasado y hubo –lógicamente que no los habrá ahora– vetos previos a algunas figuras eclesiásticas.

Innegable que un Papa muriente o uno saliente han dado en muchos momentos señales “inocentes” acerca de sus preferencias. Hace unas semanas la visita del cadenal Scola en el ámbito de una visita ad limina apostolorum se tomó –por su duración– como un signo, y la escogencia del cardenal Ravasi para predicar la semana de retiros espirituales a la Curia Romana es un gran signo de predilección que señala afectos innegables, más aúnmás aún cuando este tipo de asignaciones ha traído en el pasado la nominación de varios pontífices.

La seriedad del Papa, la del profesor Ratzinger, la del obispo emérito de Roma, hacen imposible su participación en nada a partir del atardecer del día 28. Todos los signos han sido dados y es de esperar que el silencio y el secreto que se juran en el cónclave, rigen y regirán también de cara al Papa que termina.

Los viejos cardenales de edad superior a los 80 años nada tienen ya que decir. No pierden el derecho de participar en las reuniones previas sobre el estado de la Santa Sede, les es permitido pedir explicaciones pero nadie hace allí propuestas. No participan tampoco en las sesiones de los “ronderos” a no ser que se tenga una personalidad tan consolidada como la de Sodano que en ninguna más se da. A ese grupo pertenecen los que aspiran ser “rehabilitados” al menos en parte y que hoy figuran como “grandes amigos” del que se va. Todo ello es profundamente humano y hace crecer la confianza que el Espíritu Santo –fuente del discernimiento– actúe como siempre de manera acertada en la búsqueda y elección de quien guíe con relativo acierto la barca de Pedro.

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