“Hay que superar la papolatría”

Encuentros Vida Nueva en México para preparar el cónclave 2013

El moralista Eduardo Bonnín y el escritor Gerardo Martínez dialogan en México sobre el próximo papa

Encuentros Vida Nueva en México para preparar el cónclave 2013

Diálogo en México: “Hay que superar la papolatría” [extracto]

FELIPE DE J. MONROY. Fotos: MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ | Ha llegado el momento en que, reunidos en el Vaticano, los cardenales de la Iglesia dialoguen, debatan, recen y distingan de entre ellos a aquel que habrá de ser el sucesor de san Pedro, obispo de Roma y Sumo Pontífice.

Detrás de la elección, la reflexión de los purpurados deberá asumir los ecos del mundo contemporáneo, sus retos humanos, sus posibilidades tecnológicas. Estarán presentes las materias pendientes por atender desde la Iglesia, hacia el interior y en corresponsabilidad social. Y, por supuesto, se pensará en la elección de un pontífice que presida una opción por animar y configurar una Iglesia universal que responda más intensamente a los desafíos de nuestra época.

Parte del legado de Benedicto XVI es la opción por el diálogo, la apertura y el encuentro. En ese espíritu, Vida Nueva México dialogó con Eduardo Bonnín Barceló, sacerdote escolapio, doctor en Teología Moral, profesor emérito de la Universidad Pontificia de México; y con Gerardo Martínez Cristerna, filósofo, escritor, presidente de la Fundación Hombre-Mundo, sobre el tipo de pontífice que requiere la Iglesia hoy.Eduardo Bonnín, sacerdote escolapio, doctor en Teología Moral en Encuentros Vida Nueva México preparación del cónclave 2013

Vida Nueva México (VNM): ¿Cuáles son las circunstancias particulares que vive el mundo contemporáneo y por las cuales es importante que el pontífice que vaya a ser elegido deba atender estas realidades?

Eduardo Bonnín (EB): Respecto al mundo occidental, me parece que el gran tema por atender es la secularización, el vivir como si Dios no existiera; este es el problema principal de la Iglesia. Pero, al mismo tiempo, creo que, en otras esferas mundiales, está el necesario diálogo con las religiones no cristianas, sobre todo con el mundo musulmán; lo mismo con el budismo e hinduismo, porque en muchos sitios la situación es compleja en este aspecto. Pienso que, tanto en América Latina y como en otras latitudes, se requiere una nueva evangelización, pues es indudable que el avance de las sectas responde a una inquietud religiosa que aún existe en nuestros países y a la que no siempre ha sabido responder la Iglesia católica.

Gerardo Martínez (GM): Me parece que el concepto de Dios no es el que está en conflicto; creo que la gente, en cierto modo, continúa creyendo en Dios. No se acerca a las Iglesias, a las instituciones, porque han perdido credibilidad; sin embargo, creo que la espiritualidad humana se necesita mucho, con o sin Dios: es necesario rezar, estar cerca de este mundo tan complejo que es la naturaleza del hombre. Pero, más allá de estar en juego el concepto de Dios, pienso que, por desgracia, está en juego aquello que hacemos propiamente los seres humanos. La Iglesia misma se ha dado cuenta de esta responsabilidad sobre nuestras obras. Siento que necesitamos reflexionar sobre lo que hemos hecho y lo que no hemos hecho; no solamente en el papado, sino a través de la historia de la Iglesia; y no solo de la Iglesia, sino de la política, la economía, la ecología, etc.

“Lo fundamental es que el nuevo pontífice
se abra mucho más la importancia de la colegialidad episcopal,
que lleva consigo la colegialidad en las diócesis;
que paulatinamente se descentralice la Iglesia católica,
y que conlleve que el papa sea menos papa”.

Eduardo Bonnín, sacerdote escolapio

En particular, por lo que se refiere a la Iglesia, creo que se está dando cuenta de que no puede seguir por un camino por el que está siendo seriamente criticada, y que no hay una respuesta interesante por ofrecer. Aunque pienso que los medios de comunicación ayudan mucho a que no se pueda ofrecer esa respuesta, porque se habla mucho de algunos acontecimientos que ocurren dentro de la Iglesia, que son muchos y muy feos, pero solo se habla de ellos como noticia.

Creo que el problema de la Iglesia es regresar a la espiritualidad, y hacer que los feligreses regresen a esa necesidad de fe que se puede tener. Las iglesias se quedan vacías, y se quedarán más si no se reconoce el problema de fondo. El papa ha reconocido lo mal que está, no solo como noticia; el nuevo papa se enfrenta a este reconocimiento y al hecho de aceptar muchas situaciones históricas que no se han reconocido.

EB: Cuando Benedicto XVI anunció su renuncia, no dijo que iba a dejar de ser papa, sino que dejaba de ser obispo de Roma y sucesor de san Pedro. Mi opinión es que ojalá que el nuevo papa, de entrada, sea menos papa; que sea, ante todo, obispo de Roma y lazo de unión con todas las Iglesias del mundo. En este sentido, creo que la tarea fundamental de la Iglesia católica es llevar a cabo los perdones; pienso en aquellos que, de algún modo, impidieron que se concretara el Concilio Vaticano II, cuya principal enseñanza fue la colegialidad episcopal. Pienso que se impidió que se llevara a cabo de una forma ordenada la descentralización de la Iglesia católica a través de la colegialidad episcopal. De hecho, en algunas cosas, Benedicto XVI se ha abierto; no mucho, pero me parece que se ha notado. Lo fundamental es que se abra mucho más la importancia de la colegialidad episcopal, que lleva consigo la colegialidad en las diócesis; que paulatinamente se descentralice la Iglesia católica, y que conlleve que el papa sea menos papa.

Gerardo Martínez, filósofo y escritor en Encuentros Vida Nueva México previo al cónclave 2013VNM: Para la elección del nuevo pontífice, ¿qué tipo de personalidad, de sujeto, se deberá pensar para favorecer la colegialidad de las Iglesias o para abrir más las puertas para el diálogo con las diferentes expresiones religiosas o en la construcción de esta moral o ética común? ¿Qué tipo de pontífice tendrían que estar valorando los cardenales bajo estos supuestos?

GM: Independientemente de la personalidad, creo que el nuevo pontífice no tendrá muchas alternativas; los cambios son evidentes, están presentes. El mismo Benedicto XVI ha reconocido muchas de estas situaciones graves y complejas. Creo que el nuevo pontífice deberá vivir en el mundo, que lo está obligando a cambios y que le exige cambios. Si se colocara en un punto dogmático y a la defensiva, sería perjudicial para la propia Iglesia. La nueva actitud del papa debe ser de mayor apertura, de un rostro más amable.

EB: Entre los documentos de Ratzinger, yo me quedo con el libro-entrevista Luz del Mundo. Me parece que en él salen muchos temas, no solo lo del preservativo que tomaron los medios de comunicación; hay toda una serie de ideas inquietantes, comenzando con la posibilidad de su renuncia. El libro hay que releerlo, y que lo lea el nuevo papa, porque allí se abren una serie de caminos que me parecen muy interesantes para el porvenir de la Iglesia y que siguen en la mesa: el diálogo con las Iglesias y religiones, el celibato sacerdotal, los temas de bioética, sexualidad y dimensiones del Vaticano II.

“Las iglesias se quedan vacías,
y se quedarán más si no se reconoce
el problema de fondo.
El papa ha reconocido lo mal que está,
no solo como noticia; el nuevo papa
se enfrenta a este reconocimiento”.

Gerardo Martínez, filósofo y escritor

VNM: Bajo estas necesidades de diálogo y cambios necesarios, ¿pensaríamos en un pontífice más discreto?

EB: Sí. Creo que hay que superar algo que se vio mucho en México: la papolatría. Que el papa sea menos papa; no en el sentido de quitar que no sea un primus inter pares, no. Sino que el pontífice sea el que presida la Iglesia católica por todo el mundo en la caridad. Recuerdo lo que Karl Rahner respondió a quienes aseguran que la Iglesia no es democrática: él dijo que es verdad, que la Iglesia católica no es una democracia, pero tampoco es una monarquía absoluta. La Iglesia es una comunión. Y el concepto teológico de comunión es interesante para llevar a la práctica la colegialidad episcopal, la mayor responsabilidad de los laicos y de los teólogos, etcétera. Yo creo que, primordialmente, del nuevo pontífice se esperaría vitalidad, valentía e inteligencia para la elección de los obispos del mundo, pienso que es lo primordial. Porque en ellos se debe ver la energía, la iniciativa.

GM: Sí, estoy de acuerdo. Creo que las comunidades tienen a la mejor gente de la Iglesia, pero la institución se vuelve más compleja y difícil de manejar en las altas esferas. Las bases son importantes, porque allí se cree más y se compromete más. Porque allí se comprometen con los problemas más humanos, no solo dogmáticos. Allí está la fuerza de la religión.

Creo que, en general, cardenales y católicos pueden tener buenas intenciones respecto al pontífice a elegir, pero no se resuelve el mundo con ellas, porque en el mundo el poder corrompe. Creo que, paulatinamente, la Iglesia comprenderá que debe hacer concesiones; pero, aun así, ese no es el modelo. Hay que transformar esta perspectiva de poder. Hay que cambiar realmente las cosas, transformar el pensamiento humano y religioso, el modelo de la institución, porque daña a los seres humanos. Nos preguntamos no solo quién será el próximo papa, sino cómo será, y tenemos buenos deseos. Aunque quizás haya que pensar que los países que están acostumbrados a gobiernos absolutistas y populistas, es lógico que, inconscientemente, busquen un papa absolutista y populista.

– VNM: Y aquellos que se sientan amenazados, quizá piensen en una mano dura…

GM: Exactamente.

En el nº 2.839 de Vida Nueva.

 

NÚMERO ESPECIAL VIDA NUEVA: PREPARANDO EL CÓNCLAVE

 

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