Algo nuevo y diferente está por venir

Hno. ÁLVARO RODRÍGUEZ ECHEVERRÍA, FSC, superior general de La Salle |

Creo que las expectativas y desafíos del próximo papa no pueden separarse del gesto profético de Benedicto XVI al presentar su renuncia, comparable con el de Juan XXIII cuando convocó un Concilio para que la Iglesia respondiera a los problemas de la humanidad actual.

Hoy vemos al Papa más cercano y humano, compartiendo nuestra fragilidad y vulnerabilidad, reconociendo sus límites… Todo esto espero yo también de su sucesor. Pienso que con Benedicto XVI estamos cerrando una era y que algo nuevo y diferente está por venir, y que el protagonismo principal corresponde al Espíritu de Dios, capaz de renovar la faz de la tierra más allá de nuestras previsiones y expectativas. Debemos dejarlo actuar.

Por eso, para mí el mejor retrato hablado del próximo papa responde a la invitación que nos hacía a todos monseñor Romero: tenemos que ver con los ojos bien abiertos y los pies bien puestos en la tierra, pero el corazón bien lleno de Evangelio y de Dios. O en palabras de Teilhard de Chardin: hijo del cielo e hijo de la tierra.

E mejor retrato hablado del próximo papa responde a
la invitación que nos hacía monseñor Romero:
ver con los ojos bien abiertos
y los pies bien puestos en la tierra,
pero el corazón bien lleno de Evangelio y de Dios.

O sea, una persona de Dios, de profunda oración, fuerte y sencillo, imaginativo y valiente porque se siente en sus manos; sin ceder ni a los halagos mundanos ni a la superficialidad con que los medios de comunicación muchas veces describen a la Iglesia; capaz de contagiar entusiasmo en las estructuras de la Iglesia, comenzando por la Curia romana, superando divisiones, individualismos y rivalidades, para renovarlas a la luz del Evangelio por medio de un diálogo siempre abierto, con gran libertad interior y un discernimiento más colegial.

Y, al mismo tiempo, no gastar todas sus energías en cuestiones internas, sino –y sobre todo– tener una mirada lúcida a los signos de los tiempos, que son los que expresan con más claridad la presencia y los planes de Dios.

Y para mí, una última palabra, no menos importante, es el desafío constante de que nos ayude e inspire desde una profunda sensibilidad humana y espiritualidad cristiana a vivir el doble mandamiento del amor, dando una clara prioridad a los pequeños, a los pobres, a los últimos, a los excluidos, a los débiles, a los pecadores, a los enfermos, como lo hizo Jesús.

En el nº 2.839 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL VIDA NUEVA: PREPARANDO EL CÓNCLAVE

ESPECIAL WEB: CÓNCLAVE 2013

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