Rubén Salazar: “La elección del papa no va a ser fácil”

cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá

Entrevista con el cardenal arzobispo de Bogotá (Colombia)

cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá

ÓSCAR ELIZALDE | El arzobispo de Bogotá, Rubén Salazar Gómez (22 de septiembre de 1942), participa en un cónclave por primera vez en su vida. Creado cardenal por Benedicto XVI en el último consistorio, es uno de los 19 purpurados electores procedentes de América Latina y el único representante de Colombia. Salazar siente “una gran responsabilidad”. Espera que en las congregaciones generales se vea por dónde van a ir las votaciones, y no se ve como papable: “Soy un poquito ‘parroquial'”.

– Hace menos de cuatro meses, usted fue creado cardenal. ¿Se le pasó por la mente que participaría en un cónclave?

– Tan inmediatamente no. Aunque el Santo Padre ya tenía unos cuantos años, se veía con buena salud. No pensé que fuera a tan corto plazo.

– ¿Qué se siente al ser “primerizo” en un cónclave?

– Es una gran responsabilidad y, por lo tanto, se siente el peso de lo que eso significa. Sé que no va a ser una elección fácil; exigirá de todos los cardenales mucho discernimiento, docilidad a la acción del Espíritu Santo y, sobre todo, un gran amor a la Iglesia, para que se busque solamente su bien y no vaya a interferir ningún otro sentimiento.

– ¿Qué espera de las congregaciones generales previas al cónclave?

– Que haya un análisis sereno y profundo de la situación de la Iglesia frente al mundo de hoy, y que se vayan perfilando con mayor claridad cuáles son los grandes retos que tiene que afrontar el nuevo papa y quién es la persona más idónea para ser el sucesor de Pedro. No se puede hablar de un “ponerse de acuerdo” sobre a quién se va a elegir; sin embargo, en estas reuniones se va viendo hacia dónde pueden ir las votaciones.

“La tarea del Papa es lograr
que la Iglesia sea ‘una’ en la fe, la esperanza y el amor,
precisamente para que pueda responder
a los retos que le plantea el mundo de hoy”.

– ¿Cuáles son esos “grandes retos” que deberá afrontar el sucesor de Pedro?

– En primer lugar, está toda la problemática de la nueva evangelización. El mundo se ha globalizado, ya no es el mismo de hace 30 años. El asunto es cómo llevar el Evangelio a este mundo que ha cambiado tanto. Un segundo reto es mantener la unidad de conversión para confirmar a los hermanos en la fe. La tarea del papa es lograr que la Iglesia sea “una” en la fe, la esperanza y el amor, precisamente para que pueda responder a los retos que le plantea el mundo de hoy.

El perfil del nuevo papa

– ¿Cuál debe ser el perfil del próximo Papa?

– Lo primero es que sea un hombre de Dios, de una profunda espiritualidad, que viva hasta las últimas consecuencias lo que significa ser discípulo del Señor Jesucristo. También tiene que estar muy abierto al diálogo, que esté en permanente comunicación con la Iglesia que peregrina. Por lo tanto, un papa que analice la realidad, que estudie lo que está sucediendo en el mundo para poder dar las indicaciones que más convienen a la Iglesia. Finalmente, si uno piensa que Benedicto XVI renunció porque se sentía sin fuerzas para seguir adelante, el nuevo papa tiene que ser vigoroso, con buena salud, que pueda desplazarse fácilmente por las diferentes regiones del mundo. Un papa que nos permita tenerlo siquiera unos 15 años.

– ¿Ese será su criterio a la hora de votar en el cónclave?

– Sí. Antes de elegir a un candidato por el cual votar, tendré en cuenta todas estas características.

– ¿Ha considerado la posibilidad de ser usted el elegido?

– Hay que ser realistas: esa posibilidad creo que no existe por muchas razones. Yo no he tenido un papel preponderante en la vida de la Iglesia universal, soy un poquito “parroquial”, ya que todo mi servicio se ha concentrado en Colombia, y no creo que se fijen en mí cuando hay figuras de cardenales que tienen una experiencia muchísimo más amplia. Por otra parte, ya no soy un joven. Tengo ya 70 años y, aun cuando no estoy enfermo, no creo que mis fuerzas sean las mejores para aceptar ahora un cargo de tanta responsabilidad. Pero el Espíritu Santo sopla donde quiere… Aunque siempre hace las cosas cuerdas… (risas).

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