Destacan los innumerables gestos y el peso de la palabra de Benedicto XVI
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Juan Pablo II, considerado como uno de los principales impulsores del diálogo ecuménico e interreligioso, tuvo en el primer encuentro de Asís (1986) una imagen que resumió décadas de ese afán.
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Tal vez los casi ocho años de pontificado de Benedicto XVI (que también ha apoyado las jornadas de Asís, destacando la histórica cita de 2011, por su 25º aniversario) no dejen una única estampa con esa fuerza, aunque qué duda cabe que ha sido uno de los papas que ha ido más lejos a la hora de estrechar lazos con el resto de confesiones cristianas y las distintas religiones del mundo.
Así lo reflejan sus innumerables gestos, pero, sobre todo, el profundo peso de su palabra, testimoniando ante el mundo mensajes esenciales, como que fe y razón son compatibles o que Dios es amor y ninguna violencia le representa.
En el ámbito ecuménico, es tal la importancia que ha concedido a este reto que, al día siguiente de ser elegido sucesor de Pedro, ya manifestó, “como compromiso prioritario, trabajar sin ahorrar energías en la reconstitución de la unidad plena y visible de todos los seguidores de Cristo”.
Con los luteranos
Un objetivo en el que Joseph Ratzinger, en su condición de alemán, ha acercado posturas con los luteranos como hasta ahora nunca se había hecho. En las tres visitas a su tierra natal, dividida en lo religioso casi al 50% entre católicos y reformados, el Pontífice ha mostrado un interés especial por evidenciar la cercanía con los “hermanos” en la fe.
Pero, si cabe, el hecho más significativo se produjo en su último viaje allí, en septiembre de 2011, cuando fue especialmente hasta Erfurt, ciudad emblemática de la Iglesia surgida del Cisma y donde está enterrado Martín Lutero, su iniciador. Allí celebró un oficio religioso junto a religiosos evangélicos y, ante la tumba del antiguo monje agustino, calificó a este como un “buscador de la verdad” cuyo pensamiento y espiritualidad “eran completamente cristocéntricos”.
Ratzinger sentenció que “fue un error haber visto mayormente aquello que nos separa y no haber percibido en modo esencial lo que tenemos en común”, haciendo un llamamiento para que católicos y evangélicos insistan hoy en lo que les une.
El Papa ecuménico, íntegro solo para suscriptores
En el nº 2.838 de Vida Nueva.