Vivir y anunciar bien nuestra fe

Monseñor Aldo Cavalli, Nuncio Apostólico en Colombia

En el Consistorio que tuvo lugar el pasado 11 de febrero en el Vaticano, Su Santidad Benedicto XVI, dio a conocer su decisión de renunciar a la sede de San Pedro a partir del 28 de este mes. El anuncio ha sido toda una sorpresa.

Renuncia pública y libre

Respecto a la dimisión del Papa, el Código de Derecho Canónico dice claramente que “si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que su renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie” (Canon 332 §2). De modo que el Papa puede renunciar a su cargo siempre y cuando lo haga libremente y de manera pública. Y eso fue lo que hizo Benedicto XVI, cuando en su pronunciamiento público afirmó: “con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de obispo de Roma, sucesor de san Pedro, que me fue confiado por medio de los cardenales el 19 de abril de 2005”.

¿Qué va a pasar con Benedicto XVI después del 28 de febrero? También lo dijo abiertamente en su declaración: “por lo que a mí respecta, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria”. Así, en los últimos años de su vida, el Papa se retirará a rezar por la Iglesia y por todos nosotros.

El legado de Benedicto XVI

En sus casi ocho años de pontificado, he podido valorar en la persona del Papa a un hombre de Dios muy honesto, justo y directo con todos. Ha sido un incansable buscador de la verdad. Y la verdad, para Benedicto XVI, era la verdad, fuera lo que fuera y costara lo que costara, reconociendo también que hay mucha gente que no piensa como nosotros. ¿Cómo actuó el Papa frente a los que piensan diferente? Siempre lo hizo de un modo muy racional, sin imponer ni obligar a nadie a pensar como nosotros. La verdad se propone por sí misma.

Benedicto XVI nos dejó, entre otras, dos grandes enseñanzas: vivir bien y anunciar bien nuestra fe. Ambas son muy importantes y en ellas actúa el Espíritu Santo. En más de una oportunidad el Papa nos invitó a recordar los primeros siglos de la Iglesia, cuando muchos se hacían discípulos de Jesucristo aún en medio de un politeísmo impresionante. Los discípulos de Jesucristo vivían tan bien y anunciaban tan bien el Evangelio, que la gente al verlos y escucharlos decía: “Jesús es la verdad.”

El Papa nos deja con una iniciativa muy profunda e importante, el Año de la fe. Y en el año de la fe se valoran dos grandes acontecimientos fundamentales de la Iglesia en el mundo actual: el Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica. Dentro de este camino se va forjando la Nueva Evangelización y una nueva manera de proponer la Palabra de Dios hoy.

En cuanto a nosotros, considero que en este momento nos corresponde continuar el legado que nos dejó Benedicto XVI. Tenemos que vivir bien en el mundo actual, porque de este modo anunciamos bien el Evangelio. Esto significa que nuestra presencia en cada lugar y en cada situación, debe ser con calidad, con una profunda identidad cristiana desde la cual podremos dialogar con los demás. Identidad y diálogo son, entonces, dos puntos fundamentales que hicieron parte del Magisterio del Papa durante estos años.

Ahora que los cardenales se reúnen para elegir a otro Papa, tenemos que rezar al Espíritu Santo para que los ilumine. El Señor ya sabe quién será la persona que tomará el lugar del Papa Benedicto XVI, pero nosotros no lo sabemos. En el cónclave, se necesitarán los votos de dos tercios de los cardenales presentes. Esa es la tarea humana que a ellos les compete y nosotros tenemos que acompañarlos con la oración.

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