¿Qué actitudes necesita hoy un pastor y guía de la comunidad?
JOSÉ SAN JOSÉ PRISCO, decano de la Facultad de Derecho Canónico, UPSA | ¿Qué modelo de párroco se necesita para que la parroquia de hoy siga ocupando un lugar central en la llamada “nueva evangelización”? La escasez creciente de vocaciones sacerdotales y la dificultad para atender comunidades parroquiales con estructuras y estilos del pasado hacen aflorar el desánimo, el cansancio, la burocratización, el funcionalismo…
Este Pliego ofrece algunas pistas que le ayudarán al presbítero a replantearse el significado de la parroquia en el contexto actual y su función en ella como pastor y guía de la comunidad, de tal modo que pueda afrontar los nuevos y urgentes desafíos que se le presentan sin un desgaste innecesario y contraproducente.
El sacerdote ha dejado de tener el monopolio sobre los conocimientos y sobre los recursos necesarios para gobernar: ahora encontramos en las comunidades cristianas otros fieles que han adquirido una buena preparación básica y que están capacitados para desempeñar muy adecuadamente diversos oficios y ministerios. Prescindir de ellos sería empobrecer la parroquia, desvirtuando su naturaleza como reflejo concreto de la comunión eclesial.
Mayor participación de los fieles
Los cambios sociales y la participación de los ciudadanos en la sociedad civil han creado una mentalidad que se trasvasa naturalmente a las comunidades parroquiales.
Los fieles más vinculados a la Iglesia demandan con frecuencia una mayor participación en la vida de la parroquia y manifiestan su rechazo a formas de gobierno autoritarias en las que su opinión no es tenida en cuenta; en no pocos casos, son rechazadas iniciativas de los fieles porque no han nacido de la voluntad del párroco o porque no coinciden con sus criterios pastorales, aunque tengan la aprobación de la Iglesia; manifiestan una comprensible resistencia a cambios que no han sido suficientemente explicados o justificados.
En cualquier caso, todos estos factores mencionados no deben interpretarse necesariamente en clave de debilidad de la autoridad del párroco en la parroquia, ya que este sigue siendo un vehículo esencial en la persecución del interés común.
El nuevo estilo de gobierno de la parroquia no implica el fin o el declive de la autoridad del párroco, ya que su oficio sigue siendo crucial como colaborador del obispo, pastor propio de la diócesis, en la conducción del Pueblo de Dios, como oficio referencial que garantiza la eclesialidad de la acción pastoral y el discernimiento de las iniciativas comunes, como vínculo visible de comunión.
Nuevas actitudes
La renovación de la parroquia exige actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes que están al servicio de ella. La primera exigencia es que el párroco sea un auténtico discípulo de Jesucristo, porque solo un sacerdote enamorado del Señor puede renovar una parroquia.
Pero, al mismo tiempo, debe ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con el mantenimiento de lo recibido.
Pliego íntegro, publicado en el nº 2.836 de Vida Nueva (16-22 de febrero de 2013)