Las santas de Zurbarán desfilan en Sevilla

santa Marina cuadro pintado por Zurbarán

Una exposición reunirá retratos de las mártires junto a vestidos de modistos españoles

santa Casilda pintada por Zurbarán y el diseñador Berhanyer

La ‘Santa Casilda’ de Zurbarán y un diseño de Berhanyer

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | Sevilla rendirá pleitesía al Francisco Zurbarán (1598-1664) más barroco. El Zurbarán de las santas mártires que no lo parecen, salvo por algunos guiños a los símbolos de sus milagros o suplicios: la flecha con la que se apunta santa Úrsula, las rosas de santa Isabel de Portugal, la espada de santa Catalina de Alejandría…

Llaman, sin embargo, la atención sus amplias faldas, sus mantos al estilo de Caravaggio, los ricos brocados, la seda, los tocados y ese resplandor de rubíes, esmeraldas y zafiros. Unos retratos en los que el pintor barroco transmite serenidad, majestuosidad y belleza, pura armonía en el color, en la forma y en los volúmenes.

Retratos que se verán juntos por primera vez en la exposición Santas de Zurbarán. Devoción y persuasión, que se inaugurará el 3 de mayo en el convento de Santa Clara, reconvertido como espacio cultural.

El Ayuntamiento de Sevilla –organizador de la muestra a través del Instituto de la Cultura y las Artes (ICAS)– ya ha avanzado contenidos y objetivos: “La exposición supone la producción de un proyecto artístico y escénico de gran trascendencia, no solo por la importancia de las obras, sino por la concepción y carácter inédito del mismo. Es un proyecto cultural integral que aborda música, escenografía, baile y danza, junto a la exposición de diecisiete de las santas que pintó Zurbarán, y que supone acercarse a lo más elegante y sofisticado de su producción artística”, según describe el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido.

La propuesta expositiva, sin embargo, se concibe como un homenaje a la moda española. “El estudio de la recepción de la santidad por parte del público y el sentimiento devocional que despertaban estas santas en el umbral del cielo es uno de los temas más apasionantes de la creación zurbaranesca –explica Benito Navarrete, comisario de la muestra y director del ICAS–”.

“Que esa elegancia –sigue– sea objeto de inspiración por parte de nuestros más influyentes diseñadores, partiendo de la experiencia de Cristóbal Balenciaga, es un acontecimiento lo suficientemente significativo y singular como para reconocer detrás de este proyecto la valentía y la originalidad que esperemos sea entendida por el público. Las obras recuperan la función teatral y festiva que también tenían, pues muchas de ellas fueron parte importante en la decoración de los autos sacramentales, y, por tanto, la relación entre teatro, danza y pintura se pone de manifiesto con ello”.

santa Isabel de Portugal y santa Dorotea de Zurbarán

‘Santa Isabel de Portugal’ (izq.) y ‘Santa Dorotea’

El proyecto propone una reinterpretación de las obras de Zurbarán por diseñadores como Elio Berhanyer, Ágatha Ruiz de la Prada, Devota & Lomba, Montesinos, Schlesser, Duyos, Locking, Torretta, Hannibal Laguna o Victorio & Lucchino, además de exponer paralelamente retratos y maniquíes, e incluso desfiles y espectáculos flamencos –donde se lucirán esos mismos vestidos– dirigidos por la bailaora Eva Yerbabuena, y con la participación de la Orquesta Barroca de Sevilla, en el Alcázar.

“Todo un espectáculo que mezcla la divinidad y la persuasión como dos realidades que escenifican lo que es la ciudad de Sevilla”, promete el alcalde.

¿‘Retratos a lo divino’?

Navarrete, comisario junto a Andrés Peláez, director del Museo Nacional de Teatro, justifica: “El fenómeno de las series zurbaranescas es una parcela de su pintura fundamental para entender los mecanismos de trabajo y su clientela. Las santas vírgenes mártires suponen lo más singular y atractivo de su producción”.

La pregunta va más allá de esa pasión de Balenciaga al identificar a Zurbarán como su maestro, “el primer modisto español”, por la originalidad de sus vestidos: ¿representan a santas o pueden considerarse como “retratos a lo divino”, como los describió el catedrático Emilio Orozco, en los que Zurbarán representaba las facciones de nobles sevillanas?

En algunos casos, pudo ser cierto, dada la individualización de los rostros, que retratara a las mecenas. En otros, es difícil pensar en “retratos a lo divino”, porque el encargo era de series completas que tenían como destino comunidades monacales, como el convento de San José de la Merced Descalza de Sevilla. “Podían formar series o pintarse aisladas –sostiene Navarrete–, pero todas tienen el mismo aire enigmático y de pureza”.

La exposición también planteará una reflexión sobre la obra zurbaranesca como objeto religioso. “Las series de santas de Zurbarán han tenido siempre una funcionalidad asociada a su carácter devocional y persuasivo –según el comisario–. Las Santas Vírgenes, como se las denominaba en la documentación, eran enviadas por Zurbarán y su obrador para dar satisfacción a una clientela devocional que quería decorar las naves de las iglesias. Un claro ejemplo de este sentido, que unía el teatro sagrado con la composición de lugar ignaciana, lo tenemos en la iglesia de las clarisas de Carmona”.

santa Marina cuadro pintado por Zurbarán

‘Santa Marina’

Esas santas mártires están estrechamente vinculadas a las celebraciones del Corpus Christi, al teatro religioso de la Contrarreforma y al esquema de algunas procesiones sevillanas del siglo XVII; de ahí que sean “santas que parecen pasear con lento y leve ritmo por las alamedas sevillanas”, como las describió Camón Aznar. Su uso por parte de la feligresía fue primero privado –salones y, acaso, oratorios–, más tarde ocupó sacristías y, sobre todo, naves laterales en las que las santas parecen dirigirse al altar.

Fueron, no obstante, objeto de discusiones teológicas a lo largo del siglo XVII. Es conocida la cita del célebre predicador Bernardino de Villegas que simboliza la oposición de los más rigurosamente tridentinos en 1635: “¡Qué cosa más indecente! (…). No parecen santas del cielo, sino damas del mundo (…); por lo que toca a su vestido y traje galán con que las visten, nadie dijera que eran santas ni vírgenes honestísimas”.

Aun así, como afirmaba el profesor Alfonso Rodríguez Gutiérrez De Ceballos: “Posiblemente Zurbarán pensaba que, pintando a una santa con vestidos de su época, verificaba un proceso de mayor realismo de la imagen, acercándola al devoto espectador de su tiempo y poniéndola en pie de igualdad con sus semejantes”.

Ahí estarán, altivas y guapas, casi todas pintadas entre 1630-1640: Santa Margarita de Antioquía (National Gallery, Londres), Santa Isabel de Portugal (Museo del Prado), Santa Casilda (Museo Thyssen-Bornemisza), Santa Eufemia y Santa Úrsula (Palazzo Bianco, Génova), Santa Marina (Museo Thyssen, Málaga), Santa Isabel de Turingia y Santa Catalina de Alejandría (Museo de Bellas Artes de Bilbao) y Santa Catalina (Colección Masaveu, Oviedo); además de las ocho salidas del taller de Zurbarán entre 1640 y 1650: Santa Engracia, Santa Catalina, Santa Matilde, Santa Dorotea, Santa Bárbara, Santa Marina, Santa Eulalia y Santa Inés.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.836 de Vida Nueva.

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