ARCO 2013: auge y caída del galerista

obra de Matsuo Miura

Vuelta al clasicismo y al “valor seguro”, ante la sombra de debacle por la subida del IVA

cuadro pintura expuesto en feria ARCO

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | ¿Tiene sentido invertir en arte contemporáneo en la España de hoy? La 32ª edición de ARCO (13-17 de febrero), que reúne un total de 202 galerías –147 en el programa general y 55 en los paralelos– de 38 países, dará la respuesta. Sin embargo, galeristas y artistas opinan a priori que, probablemente, no.

Miquel Barceló, siempre esquivo a las ferias, estará pese a todo en la galería de Elvira González con su obra de 2012: “A ARCO le cuesta consolidarse, y la subida fiscal no ayuda. Este año la feria será una debacle; ya casi lo era, pero esto será la puntilla. ¿Para qué va a venir a Madrid alguien a comprar una obra si la puede adquirir más barata en otro sitio?”.

La subida del IVA al 21% no favorece el negocio del arte contemporáneo en ARCO ni en España. En Francia, solo es del 5,5% y la media en la UE es del 13%. Ni tampoco la práctica desaparición de lo que ha sido el sostén de ARCO desde sus inicios en 1982: el coleccionismo institucional.

“ARCO es un indicador de la situación económica y, en ese sentido, nota todo lo que ocurre fuera, como la subida de impuestos –valora Carlos Urroz, su director–. Pero, en cualquier caso, ARCO se centra en la selección, en tener las mejores galerías y las mejores piezas. Los impuestos y la crisis se notan, pero cuando una pieza es buena, realmente buena, hay mucha demanda por esa pieza. Nuestro criterio no es solamente el precio, sino la calidad y la potencialidad de las obras”.

Juan Ignacio García Velilla galerista expone en ARCO

El galerista Juan Ignacio García Velilla

ARCO es siempre la parte del iceberg que queda a flote. Lo más vistoso, la gente, el bullicio, los coleccionistas internacionales, pero el negocio está por debajo del agua. “Ferias como ARCO traducen lo que pasa en la sociedad. Habrá mucha fotografía y está volviendo la pintura, también habrá menos piezas de impacto y provocadoras, de esas que salen luego en las portadas de los periódicos, porque son bastante costosas, y como los grandes museos no van a estar presentes, por lo menos los españoles, su venta es bastante complicada. Va a ser una feria menos llamativa y más conservadora, como ya lo fue el año pasado, porque la gente lo que quiere es amortizar el estand y seguir adelante”.

Es la opinión de galeristas como Juan Ignacio García Velilla, de la galería donostiarra Altxerri. En ARCO, como en el arte contemporáneo, se está viviendo de las rentas.

Urroz sabe, y lo dice, que “el secreto de ARCO es la calidad de las obras que se escogen, sean de mil o de cien mil euros, y la confianza que los coleccionistas depositan en esa selección”. Por eso, unos y otros –en un proceso que viene de años atrás– se centran en obras de calidad y de grandes nombres o, al menos, con cierto prestigio.

El inversor en arte contemporáneo, más que nunca, solo quiere valor seguro. ARCO es, en este sentido, un retrato del arte español contemporáneo: apenas hay riesgo ni nuevos nombres encima de la mesa, los jóvenes no venden y el círculo es muy cerrado. Las obras que se ven en ARCO, en sí mismas, no reflejan la angustia del tiempo que vivimos, sino que son simplemente grandes éxitos en venta, es decir, las vanguardias históricas, clásicos contemporáneos o, al menos, artistas consolidados.

Urroz lo admite: “Mucho del negocio se hace a través de coleccionistas extranjeros; por tanto, las galerías mejor posicionadas son las que tienen artistas internacionales”.

obra de Matsuo Miura

Obra de Matsuo Miura

Venderán o no, pero, para el público en general, ARCO sigue representando una ocasión única para observar cómo la figuración recupera terreno ante la abstracción, cómo la omnipresente fotografía y el vídeo de hace muy pocos años están en retroceso, en un festín de artistas y tendencias imposibles de acaparar por ningún museo. La difusión ha estado en el origen y el éxito de ARCO, pero el objetivo es vender.

Menos riesgos

“La situación es la que es, y eso hace que los proyectos que se presenten sean más comerciales y se arriesgue menos, algo que es razonable, porque al final una feria es una actividad comercial. En los años de bonanza se ha arriesgado muchísimo en todos los ámbitos de la sociedad y en todos los sectores, y ahora vivimos un momento de más reflexión, de más prudencia y de apostar por cosas más seguras, aunque no es mi caso, porque no lo sé hacer de otra manera. Para mí, al final siempre influye más el proyecto que el aspecto comercial”, argumenta Adora Calvo, que desde su galería de Salamanca llega a ARCO con el japonés Mitsuo Miura, afincado en Madrid desde 1966.

Las apuestas están llenas de nombres de sólida trayectoria –la gran mayoría, sin embargo, desconocidos para el gran público– entre coleccionistas e inversores, aunque siempre están, sin embargo, tapados por la vuelta al clasicismo imperante.

ARCO da visibilidad, y sobre todo a artistas y galeristas periféricos. La galería ADN de Barcelona llega, por ejemplo, con Núria Güell (Vidreres, Girona, 1981) y sus instalaciones al hilo de la actualidad, como Aportación de agentes del orden (2009). La sevillana galería Alarcón Criado lo hace con Martín Freire (Sevilla, 1975) y sus esculturas distorsionadas.

Altxerri, la galería donostiarra de Juan Ignacio García Velilla, expone a Esther Ferrer, los hermanos Roscubas y Mitsuo Miura. “Son artistas reconocidos. Vamos a presentar piezas de calidad y a buen precio. Con esta situación, no se puede llevar a artistas jóvenes, porque, aunque vendas toda su obra, no puedes pagar el estand –según García Velilla–. Lo importante es vender para amortizar el espacio en el que has invertido. Por eso, hemos apostado por tres nombres con trayectoria, y estamos muy satisfechos con la elección. Además, hay que tener en cuenta que nuestros clientes son los coleccionistas. Las piezas grandes que suelen llevar las galerías importantes se van a ver afectadas porque las instituciones ya no compran”.

Esther Ferrer artista

Esther Ferrer

El movimiento, escaso, está, sin embargo, en los inversores más que en los coleccionistas particulares. Ha desaparecido prácticamente el cliente institucional y, por supuesto, el que simbolizaba el empresario ocasional en busca de prestigio… y renombre.

Turquía, país invitado

El país invitado este año es Turquía, en un intento de incorporar, al menos, galerías de países artísticamente emergentes y con artistas con un lenguaje fresco; aunque solo son diez las galerías que estarán presentes en el programa Focus. Con crisis o sin ella, sin embargo, más de 200 galerías se han quedado fuera de la cita.

El poco dinero que mueve el arte contemporáneo en España se va a mover en ARCO. “En este momento, que es de reflexión, no podíamos bajar la guardia. No podíamos bajar el nivel de las galerías”, responde Urroz, que, entre las novedades, destaca la decidida apuesta por incorporar nuevas tecnologías a la difusión, pero también al negocio de la feria: “Cada vez estamos haciéndonos más tecnológicos. Tenemos una plataforma de arte online para obras por debajo de cinco mil euros en galerías de arte”.

ARCO planteará debates tipo ¿llegarán los blogueros a sustituir a la crítica de arte, tal y como la conocemos? ¿Cómo influyen en el mercado? Aunque quizá debiera enfrentarse a otras más urgentes: ¿qué dice el arte actual y emergente de hoy? ¿Qué aporta de reflexión? ¿De análisis social? ¿De trascendencia? ¿Es precisa una renovación radical?

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.835 de Vida Nueva.

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