El Arzobispado Castrense se compromete con las víctimas de la crisis

grupo de personas delante de una oficina de empleo

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J. FANDIÑO | Son muchas las instituciones eclesiales que trabajan para paliar los efectos de la crisis económica actual y del desempleo creciente. Así, en este contexto, el arzobispo castrense, Juan del Río, acaba de emitir un decreto por el cual establece que el primer domingo de Cuaresma se realice una colecta extraordinaria en las parroquias castrenses, unidades y centros de su jurisdicción, que se destinará a las familias afectadas y que gestionará Cáritas Castrense.

Asimismo, y con motivo del primer centenario del Patronazgo de la Virgen del Pilar sobre la Guardia Civil, que se cumple el 8 de febrero, establece que la colecta de la Misa de clausura del Año Jubilar sea destinada a este mismo fin y que la medalla conmemorativa tenga un carácter solidario.

En este sentido, Juan del Río anima a capellanes castrenses y fieles “a sentir el apremio del momento presente y a potenciar otras iniciativas encaminadas a paliar las dificultades en las que nos encontramos. Potenciar aquellos proyectos que puedan ayudar a los pobres, tanto a los cercanos de nuestra Iglesia particular como todos aquellos que forman parte de la sociedad española”.

“Nos sentimos unidos al dolor de nuestros conciudadanos. Somos conscientes de la generosidad y disponibilidad de los miembros de las Fuerzas Armadas y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. En estos tiempos, nos urge fuertemente ‘la Caridad de Cristo’ para que pongamos en práctica el saber compartir nuestros bienes con los que menos tienen”, explica el arzobispo castrense.

Recuerda, además, que desde el inicio del cristianismo, los discípulos de Jesucristo “fueron llamados a tener un solo corazón y una sola alma”. “Movidos por esta comunión con Dios y los hermanos, los primeros creyentes ponían sus bienes a disposición de los apóstoles para socorrer a los más necesitados. El mismo san Pablo manda hacer una colecta en favor de los pobres de Jerusalén. Los frutos de caridad no han faltado a lo largo de la historia de la Iglesia”, concluye.

En el nº 2.834 de Vida Nueva.

 

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