La tortura nos afecta a todos

grupo de personas disfrazadas en una protesta contra las torturas en Guantánamo

La ACAT, asociación ecuménica que lucha por su abolición, presenta su informe anual

grupo de personas disfrazadas en una protesta contra las torturas en Guantánamo

Protesta contra las torturas en Guantánamo

J. L. CELADA | “Antes, yo pensaba que las personas que eran torturadas se lo merecían porque eran criminales. Pero, en realidad, la tortura afecta a todo el mundo”, confiesa un egipcio copto torturado por mantener una relación con una musulmana. Este es solo uno de los múltiples testimonios de “la terrible banalidad de la tortura” recogidos en Un mundo de tortura 2013, el informe anual de la ACAT (Acción de los Cristianos para la Abolición de la Tortura) en Francia, dado a conocer el 23 de enero.

En él, esta asociación ecuménica –nacida en 1974 en el país vecino para luchar por la abolición de la tortura y de la pena capital, y extendida hoy por diversas partes del mundo– denuncia que uno de cada dos países mantiene todavía esta “práctica endémica y persistente”.

En su nueva radiografía de la tortura en el mundo, la ACAT ha estudiado un total de 19 países, “autoritarios o democráticos”, que vienen a completar la cartografía de los informes anuales precedentes. Militantes separatistas papúes en Indonesia, jóvenes de El Salvador que viven en la calle, periodistas en Jordania, detenidos en las comisarías de policía de Nepal, lesbianas en los townships de Sudáfrica (territorios reservados a “no-blancos” desde el siglo XIX y hasta el final del Apartheid) o inmigrantes ilegales en Italia. “No importa quiénes se vean afectados; todos son víctimas”, nos recuerda el último informe de la ACAT.

La segunda parte del documento analiza las causas y el origen de la tortura, dando la palabra a especialistas (universitarios, miembros de ONG y expertos de la ACAT) que documentan los procesos de formación de los verdugos y el caldo de cultivo donde se desarrolla este fenómeno: desde la preparación psicológica de sus ejecutores hasta las estrategias políticas impulsadas al más alto nivel de Estado, con centros de formación como la Escuela de las Américas en los que se enseñan nuevas técnicas de tortura. Se trata –denuncia el informe– de un “sistema de prácticas muy arraigadas y que consisten en aprender a negar la humanidad del otro”.

Verdadera inercia

Tampoco es ajeno el informe de este año a lo que el delegado general de la ACAT, Jean-Etienne de Linares, califica de “verdadera inercia de la tortura”. “Cuando la tortura ha podrido todo un sistema –lamenta–, no se puede acabar con ella de la noche a la mañana”. En este sentido, Un mundo de tortura 2013 advierte de que persisten prácticas que “perduran más allá del fin de los regímenes autoritarios”.

Porque la tortura adopta también el rostro de las víctimas que no se atreven a quejarse, de una justicia que preserva la impunidad de los torturadores, o de policías incapaces de romper con la brutalidad de sus métodos, denuncia la ACAT.

Finalmente, el informe pone de relieve, asimismo, la apatía que parece afectar tanto a las instituciones internacionales como a los Estados, por ejemplo a los miembros de la Unión Europea, cuya política de asilo “cuestiona la voluntad real de proteger a las víctimas”.

Ante tales realidades, “informar, denunciar y actuar son los mayores desafíos para todos” en la lucha diaria que la ACAT mantiene contra la tortura.

En el nº 2.833 de Vida Nueva.

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